El pianista
Por DALIA FERRY. Era el festival musical más importante del año. Los músicos tocaban al son de la batuta de director de la orquesta. Habían muchos y diferentes instrumentos musicales, pero solo un pianista. El pianista estaba allí tocando sin parar mientras su música contagiaba al todo el público. Era difícil ser el pianista del festival ya que había que competir con los mejores de la ciudad, pero si se conseguía llegar hasta el final el reconocimiento social era como ganar un premio de esos que hacen llorar a quien lo recibe.
Henry seguía tocando sin parar mientras sus dedos ya cansados y carentes de cualquier huella dactilar debido en parte a años y años de ensayo y duras practicas se resentían ya algo cansados.
De repente alguien grita
¡Está muerta!
La voz salía de los camerinos. Una chica también pianista había aparecido muerta de un terrible golpe en la cabeza. La gente te alborota y sale corriendo. Todos quieren saber que ha pasado y por supuesto cotillear un poco. Los músicos no son menos y dejan de tocar y empiezan a levantarse uno por uno. Todos menos uno el pianista que sigue tocando sin parar la dulce melodía que tantos aplausos a recibido.
Me ha costado mucho llegar aquí para parar ahora.
Dice mientras sigue y sigue tocando. Mientras en el camerino la policía busca pistas que por desgracia no aparecen.
¡Es como si un fantasma la hubiese matado!
Dice un policía mientras sigue sin suerte buscando alguna huella en el arma del crimen encontrada a pocos metros de la víctima.
Y mientras en el escenario el pianista sigue tocando y desgastando aún más si cabe sus huellas dactilares en las tecas de su piano.