¿Quién es George Kaplan?
Por Judit Rodríguez
Una mesa, un ordenador y cinco actores en tres actos. George Kaplan o cómo encontrar un nexo imaginario entre el 15M, el club de Bildelberg o el poder oculto de las majors televisivas. Frederic Sonntag a través de Toni Casares nos desvela una dialéctica sobre el poder real o deseado, de las manos de grupúsculos anónimos, sean activistas, directivos creativos o asesores de inteligencia en contraespionaje. ¿Quién es George Kaplan? Para dar respuesta a esta pregunta, leit motiv de esta obra, en tres escenas y un reparto, Sonntag nos hará viajar en un mundo surreal plagado de tecnología y convicciones contrastadas. Desvelando la absurdidad de las reglas preestablecidas ante la persistencia innata, pero cada vez mas reprimida del sentido común. Como un 1984 reescrito al estilo del siglo XXI con una sobredosis de información telemática y tendencias conspiracionistas.
Una sala Beckett irreconocible se ilumina sobre un grupo de activistas enmascarados en plena grabación de una declaración en streaming frente a un portátil, de fondo una bandera con las iniciales GK. Desde los primeros minutos el publico sentado en corillo alrededor de un espacio diáfano intenta ahogar unas risas incontenibles, cinco personajes dicen y desdicen siguiendo un guión denso y cada vez mas caracterizado, de la seriedad hasta la hilaridad la obra nos conduce infatigable en la senda de un hilo conductor rico en referencias y flash-backs. Cinco actores para quince papeles, todo una prueba de fondo escénica, bastante bien rodada pero que termina destacando mayores facilidades para un rol que para otro, único accidente interpretativo bastante bien camuflado por el ritmo frenético del guión y unos medios escenográficos que destacan por su simplicidad y eficacia, pantallas que aparecen de lugares insospechados, pausas musicales, claroscuros, etc.
Armado de una escenografía purista y eficaz y a pesar de un reparto desigual, Toni Casares nos trasporta en 90mn a través de una reflexión sobre nuestro entorno más inmediato a mirar de otro modo la inadecuación de la naturaleza humana ante esta nueva semiología impuesta por un mundo globalizado cada vez máás mediatizado y dirigido por potentados de una información y de sus canales, sin lugar a duda, nuevo Big Brother contemporaneo.