Coordenadas. Juan Luis Pineda y Alejandro Luque en busca del lugar
Por Carmen Moreno.
En los tiempos que vivimos en los que la música se suma a la prisa vital que nos acecha, a la falta de profundidad y el consumo rápido y sin ganas de aquello que, en otro tiempo, llamaron arte, encontrar un disco como el que nos presentan Juan Luis Pineda y Alejandro Luque es una manera de mantener la fe en la diferencia.
Desde que comencé a escuchar a estos talentos de la música y la poesía, hace ya tanto tiempo, en una ciudad que habitábamos los tres, reconocí en la voz de Pineda la de un Silvio Rodríguez que se alimentaba de la luz de este sur que siempre termina por ser más feliz, pero más pobre.
Coordenadas es un disco valiente, que se desnuda de ropajes innecesarios para mostrar el cuerpo al aire. Las palabras bien hilvanadas de Alejandro Luque se malean bajo el calor de la música de Pineda y se ajustan al tiempo que David León, productor de este inteligente juego de espejos, va marcando en cada canción. Y, lejos de restar a esa desnudez, la valentía de mostrarse sin artificios hace que el trabajo de estos gaditanos crezca a través de cada canción.
De este disco ha dicho Isaac Rosa: «Coordenadas es, otra vez, madurez, riesgo, poesía, inteligencia y felicidad. Pero no repite la misma jugada, no es una segunda parte, no pisa sobre las mismas huellas. Es mucho más en todos los sentidos: más maduro, más arriesgado, más poético, más inteligente y más feliz». Y es cierto que Coordenadas nos marca el camino a la felicidad porque posee esa suerte de inocencia inteligente, esa vuelta de tuerca a aquel tiempo en el que no sé si éramos mejores, pero sí tan diferentes que apenas nos reconocemos en las postales que ya no solemos mandar.
Coordenadas son nueve canciones que poseen la fuerza de las composiciones maduras, exactas, sin estridencias. Composiciones elegantes que se deslían a través de volutas de sonido elegante, de música suave, pero contundente, de letras claras y certeras que poseen la fuerza tremenda de la poesía de Luque.
Un trabajo de madurez que se desenvuelve entre el jazz, el pop, la Nueva Trova y, sobre todo, entre la verdad y el deseo.
Un disco muy recomendable para los amantes de la música que se sale de las convenciones que marcan las modas, las tendencias y la industria. Sin un ápice de snobismo y con mucha frescura.
Busquen donde gusten y vuelvan a encontrar sus coordenadas correctas para llegar a la felicidad. Y, por qué no, déjense guiar en ese camino por el tándem Pineda-Luque. Dicen que lo hermoso siempre es el camino, no la llegada y, este, es uno de esos paseos hermosos que de vez en cuando nos regala la vida.