Entrevista a Paloma Bravo por "La piel de Mica": «No creo en los modelos ni en las etiquetas»
Experta en esconder su ternura detrás de la ironía, la escritora y periodista Paloma Bravo publica ahora La piel de Mica, una novela cruda que es, también y sobre todo, una historia optimista y macarra, cargada de humor y de amor. En ella la autora trata los temas que ocupan y preocupan a los adultos: trabajo, amor, pareja, sexo, maternidad, familia, amigos, miedo, muerte, tecnología, supervivencia, responsabilidad…
La piel de Mica. Paloma Bravo. Editorial Plaza&Janés, 2013. 320 páginas. 17,90 €
Redactar el currículum cuando acabas de ser despedida, no tienes pareja estable y sólo hace seis días que murió tu madre exige un optimismo inalcanzable, por mucho sentido del humor que se tenga. En ello anda Micaela Salazar, Mica, 38 años, periodista, divorciada, sin hijos y… huérfana. Especializada en solucionar los problemas de los demás, e incapaz de resolver los propios, con buen criterio para elegir amigos y muy malo para los amantes, está empeñada en cambiar un mundo en el que no han dejado de mandar los de siempre.
P.- ¿Cómo nació La piel de Mica? ¿Cuál fue el germen de este libro?
Mica nació porque un día me di cuenta de que ni mis amigos ni yo acabábamos de hacernos mayores, mayores como veíamos a nuestros padres cuando teníamos veinte. Y eso que llevábamos ya muchos años siendo adultos. Luego, además, vino la crisis y nos pilló despistados, mirando el whatsapp, enredados en emparejarnos y desemparejarnos, tener hijos o no… Quería contar lo que se tarda en crecer.
P.- Cercana a los cuarenta y en paro, Mica se encuentra además en una situación emocional complicada. ¿Tiene que llegar uno al fondo del pozo, a la situación más extrema para replantearse su vida?
En realidad, yo no creo que la situación emocional de Mica sea complicada, simplemente es distinta: porque ni tiene ni quiere (o no a cualquier precio) una pareja estable y tres niños. Cada uno se replantea la vida a su manera: unos cuando llegan al fondo del pozo, otros cada tres minutos y algunos nunca, pero a mí, como a Mica, me gusta cuestionarme antes de cuestionar a los demás.
P.- Mujer exigente consigo misma, pero que no aplica el mismo baremo a quienes la rodean. ¿Por qué? ¿Modelo de mujer dura y autosuficiente? ¿Es una mujer moderna, actual?
Mica no es modelo de nada, no creo en los modelos ni en las etiquetas, que siempre empobrecen enseñando una sola cara sea la mejor o la peor. Lo que sí es Mica es una mujer contemporánea: insegura, contradictoria, tierna, inteligente, autocrítica, valiente…
P.- Novela realista y de la realidad. ¿Crees haber conseguido reflejar algunos aspectos de esa situación en la que muchas mujeres pueden encontrarse hoy día?
Por lo que me dicen, llega a las mujeres y a los hombres. Me decía un lector que no había escrito una novela, sino un espejo. Porque es una historia realista, pero, sobre todo, porque es una novela muy honesta. Y es que a veces la ficción es la mejor manera de contar la verdad.
P.- Los amigos son indispensables en la vida de Mica, pero la mayoría hombres. ¿Debe romperse el tópico sobre que no es posible la amistad entre un hombre y una mujer?
Mis mejores amigos son hombres y, de hecho, a ellos está dedicada la novela. Y no es tampoco un feminismo a la contra, no es por nada, se ha dado así: desde hace quince años, he vivido, trabajado, llorado y, sobre todo, reído con ellos. Nunca nos hemos hecho preguntas metafísicas sobre la amistad entre sexos, simplemente nos hemos querido y nos hemos cuidado; y, sí, claro, hemos discutido si en otras circunstancias habríamos sido pareja, pero no: nos gusta mucho lo que somos.
P.- El avance e integración de la mujer en el mundo laboral, ¿es una prueba superada o una mera apariencia?
Ni una cosa ni la otra, es un camino que seguramente no tendrá fin. Yo jamás pensé que me fuera a encontrar misoginia en el mundo laboral, que ya trabajaban mis dos abuelas y nunca me imaginé en casa; pero –sin generalizar, que cada caso es un mundo- existe. Hay reuniones en la que eres primero una tía (si eres mona, si te vistes bien, si sonríes, si…) y luego una profesional. Y no es nada agradable. Por no hablar de los casos graves de discriminación y acoso, que también los he visto.
P.- La búsqueda de la felicidad, de la realización personal es lo que se tercia en situaciones difíciles… Pero la resignación no conduce a la superación ni al olvido.
Para mí no existe la resignación. Mientras hay vida, hay que vivir. Y eso no significa ser iluso, ni perseguir imposibles; es sólo levantarte siempre que te caes.
P.- La maternidad no es una limitación de las libertades de la mujer…
La maternidad supone cambios objetivos: menos tiempo, menos recursos, más responsabilidad. Y, a partir de ahí, cada uno la vive a su manera. A mí no me ha quitado libertad, me la ha multiplicado: quiero que mi hija sea ella misma y eso me obliga a ser yo más libre.
P.- Mica vive el amor y el sexo de forma plena aunque no sea estable. Pero… ¿solo el amor termina por redimirlo todo?
El amor en sentido amplio sí: los amigos, la familia… Para mí, vivir es querer, estar con la gente que quiero. Pero si hablamos de redención en sentido estricto, creo que la única redención estar en paz con uno mismo.
P.- Aprovechando que hablas en tu novela de periodismo y como periodista que también eres, ¿te parece la situación actual del sector la peor que se ha vivido en los últimos años? ¿Sigue siendo el periodismo ese famoso cuarto poder?
La situación del periodismo es grave y, al mismo tiempo, muy estimulante: nunca se han tenido tantas herramientas para ejercer la profesión, nunca se han tenido tantos lectores conectados. Lo que está en crisis no es el periodismo (aunque cada vez le exijamos más, como debe de ser), sino el modelo de negocio de los medios, que son cosas distintas. En cuanto a los poderes, creo que, poco a poco, los ciudadanos nos vamos dando cuenta de que el auténtico cuarto poder somos nosotros y a la sociedad se debe también el periodista en busca de respuestas.
P.- ¿Cuáles han sido tus referentes literarios a la hora de escribir este libro?
Leo mucho, siempre he querido que me pagaran sólo por leer porque es lo que mejor se me da; pero cuando escribo dejo de leer y procuro ser honesta, ser yo. Lo que sí es verdad es que cuando empecé y vi que el libro se me iba por lo laboral saqué de la librería las dos novelas que para mí mejor retratan ese mundo: “Estupor y temblores”, de Amélie Nothomb; y “Los imperfeccionistas”, de Tom Rachman. No las releí, ni siquiera las abrí, pero me estuvieron vigilando para que contara la verdad y dejara el miedo a un lado.
Por Benito Garrido.