Desmitificando el cine: Celda 211, de Daniel Monzón
Por César Bakken Tristán
Celda 211 (Daniel Monzón, 2009) Un futuro funcionario de prisiones (Alberto Ammann) se ve inmerso en un motín penitenciario liderado por Malamadre (Luis Tosar) y tendrá que infiltrarse entre los presos para sobrevivir. A las pocas horas será el líder del motín, y le llamarán “Calzones”. Tras salvar la vida a tres etarras y matar al policía asesino de su mujer embarazada, será asesinado por un preso mexicano (Carlos Bardem).
Esta es la sinopsis… una gran promesa de comedia. Pero no. No, no, no. Resulta que la plantean como un drama realista de acción (todavía si fuera naturalista, pero no, realista…).
La película comienza con una secuencia de una exquisita fotografía mostrando el suicidio de un preso, cortándose las venas, y regocijándose en ello. Sutileza cero, carnaza cien. Eso sí, la secuencia siguiente nos enseña a un preso desnudo tapándose los genitales con la mano. Claro, donde esté una muerte dura y macabra que se quite un pene flácido.
Nos plantean una trama anti-sistema penitenciario español y pro-presos. Bien. Como dicen los presos de la magistral Cadena perpetua: “soy inocente, mi abogado la cagó”. Este posicionamiento del director es exactamente igual de sutil que la primera secuencia. Los funcionarios de prisiones son unos hijos de puta o unos necios, los maderos pegan sin motivo, los GEOS son de Benny Hill, el protagonista se pasa de bando y los presos son todos unos cachondos mentales que se matan entre ellos, pero buena gente. El más malo (Tosar) se hace amigo del prota enseguida, sin conocerlo de nada, y el único que sospecha de él es Bardem porque se habrá leído el guión… El mejor personaje secundario –un yonqui tarado– lleva siempre una gorra de la bandera, y con la palabra, de España. El motín es en contra de la existencia de presos FIES y meten en medio (como un elefante en una cacharrería) a ETA: delirante.
A nivel de guión es un buen ejemplo de película en la que el protagonista no es parte de la trama, sino la trama parte de él. Nos presentan a un tipo que llega, sin tener que llegar, a una cárcel justo en el momento en el que comienza un motín. Es herido en la cabeza, por ciencia infusa o la caída de un meteorito, y los funcionarios que lo acompañan le meten en una celda en lugar de llevarle a la enfermería y le dejan ahí tirado… ¡y encima luego dicen que “eso fue un error”! Al segundo la cárcel está tomada por los presos, sin que nos expliquen por qué. Así se fuerza una trama sin calzador ni nada, a pelo. Total, ¿qué respeto merece el espectador si Tele 5 es quien patrocina la película?
Lógicamente, el guionista no sabe cómo salir de este planteamiento de inicio, así que decide centrarse en Ammann y su relación con Tosar y Marta Etura (su mujer embarazada). Hasta el minuto 19, en el que aparece Bardem, la película se olvida del motín y es una comedia romántica venida a menos.
Los personajes están no mal, sino fatal construidos. Primero por la elección de los actores: Resines, que sólo sabe hacer de Resines, interpreta a un madero malo malísimo que hasta es capaz de vestirse de antidisturbios para matar a la mujer del protagonista… y de afeitarse en la cárcel para ahorrarse diez euros y decir por descuido que van a trasladar a los presos de ETA, que es el detonante del motín, pues es lo que Malamadre y cía usan como moneda de cambio para sus demandas. Ammann, como buen hispano-argentino, habla a veces en español y otras en argentino… tremendo. Y sin dicción alguna. La secuencia de su arenga a los presos es sonrojante para cualquier buen actor. Bardem haciendo de mexicano al más puro estilo Cantinflas, pero sin gracia. Tosar haciendo de chungo chunguísimo pero súper gracioso y noble. Los extras a cada cual menos actor. Qué diferencia con la mítica película carcelaria Bad boys donde hasta el extra que sale de espaldas es un actor de escuela… ¡uff! ¿para qué seguir?
Ammann es el amo de la narración. Todo gira en torno a él. Su relación sentimental está siempre presente con flash back sensibleros. Pura telenovela. Se hace el amo del motín –de manera inverosímil– para sobrevivir a él y luego se hace su líder real tras el asesinato de su mujer (que le enseñan en una grabación de móvil… para la cual Resines tiene la deferencia de levantarse la visera del casco y mostrarnos que han sido él y su mala hostia, por ese orden).
Lo mejor de la película: Hilario Pino en la tv. de la cárcel (que debe de tener los cables de antena y el de toma de corriente más grandes del mundo) y la rotura de la pantalla con su jeta en plano medio. Lo segundo mejor: ver a Piqueras también el la tv. Lo tercero mejor: los constantes chascarrillos de Tosar y su voz forzadísima de cazallero.
Lo que más me irrita de Celda 211 no es todo lo anterior, sino que la secuencia de la muerte del protagonista sea un “homenaje” a la muerte de Robert de Niro en la mítica La misión.
Bueno, hay algo que me irrita más: Resines delata al prota… y hostia cómo reacciona, como el mayor asesino de la cárcel… al segundo flash back de amor. Viejo truco para impresionar: violencia extrema junto a ternura extrema…. luego intenta ahorcarse y lloros.
Re-bueno, lo que más me irrita es el plano final grabado en la pared de la celda: “Aquí murió calzones”. Lo dicho, qué gran comedia podría haberse hecho con este argumento. Lástima.
Igual alguien hace un remake satírico. A huevo lo tiene.
Coincido, con lo que dices. El guión bebe de una novela y quizás ahí vienen los problemas. Por muy guapa que sea Marta Etura se me hizo incomprensible su Goya. También me pareció exagerada la candidatura de Resines, del que discrepo que haga el papel de siempre. Éste es el caso pero me quedo con el talento que exhibe en «La buena estrella». A él le pasa lo de Landa, que crearon un personaje.
José Luis, hay grandes películas que beben de novelas, no creo que esto sirva de excusa. Igual la novela es también mala, no la conozco.
Darle un Goya a Etura por este papel es delirante. Además, yo la conozco en persona y de guapa no tiene tanto: mide metro 50 y no es, ni mucho menos, lo que aparenta en la pantalla.
A mí Resines no me gusta, salvo en alguna comedia puntual.Y siempre hace de él y cuando no lo hace la caga, para mi gusto. Landa era un enorme actor, con multitud de registros más allá del «Landismo». Para muestra: Los santos inocentes, El bosque animado, La vaquilla, El puente o El Crack, por ejemplo. Imagínate a resines haciendo esos personajes…
Saludos!
Que alguien vea muchas películas no le hace entender de cine, y no sé porqué, usted me parece el claro ejemplo.
No suelo dejar comentario en ninguna página, pero una crítica tan mala lo merecía.
Bájese los egos Don César
Ohhh! ¡¡¡¡Qué picor de pinga!!!!