Elvis Costello & The Imposters, Jazzaldia. Venciendo a los elementos
Por Kepa Arbizu / Fotos: Lore Mentxakatorre.
El nombre de Elvis Costello parece que con el paso del tiempo está quedando ligado al Jazzaldia de Donosti. La actuación que tuvo lugar el jueves, 25 de julio, supuso su tercera aparición en la ciudad vasca (ya había estado en el 2007 y 2010). Un suceso que a nadie debería de extrañar dado el ramillete estilístico tan amplio que a lo largo de su carrera ha manejado el inglés y que le haría encajar casi en cualquier festival.
Esta vez fue el escenario ubicado en plena playa de La Zurriola el que le acogió. Allí, pasada la media noche, se presentó con sus Imposters (los “attractions” Steve Nieve y Pete Thomas más el bajista Davey Faragher). Una banda que sonó especialmente atinada y que demostró el papel esencial que juega a la hora de desarrollar el sonido del intérprete. Un acompañamiento inesperado durante la noche fue el de la lluvia, presente en forma de “sirimiri”, aunque con algunos repuntes puntuales, y que a larga jugó un doble papel, ya que mientras en algunos pasajes (los más lentos) añadió su buena dosis de épica, también es fácil de suponer que su presencia fue uno de los motivos del ambiente algo frío que se vivió.
La actuación comenzó con el acelerador pisado por medio de la animada, y con un deje soul, “I Can’t Stand Up for Falling Down”. Sin solución de continuidad le acompañaron otros trallazos como “High Fidelity”, la mítica “Radio Radio” o “Everyday I Write the Book”, que interpretó desde un punto de vista más funk y en la que jugueteó con el público. A pesar de que el concierto estaba todavía en su primera parte hubo lugar para algunos clásicos más como la bellísima “Alison” o los ritmos reggaes que se esconden en “Watching the Detectives”.
Un punto de inflexión claro llegó a la hora de tocar (sobresaliendo el trabajo en el piano de Steve Nieve) “Shipbuilding”, de la que se sirvió para recordar la reciente tragedia vivida en Santiago de Compostela, ya que rompió el silencio que hasta ahora había mantenido con el público, a pesar de su clara disposición desde el primer momento a entenderse. Pero acometer dicho tema, y posteriormente el archiconocido “She”, trajo consigo también la evidencia de que la voz de Costello no estaba en su mejor día. Sonaba demasiado rota y conseguía a duras penas dotarles de toda la fuerza necesaria a ambas composiciones. Cosa diferente pasó con el clasicismo de “A Slow Drag with Josephine” o con la versión de “Almost Blue”, dedicatoria a su mujer (Diana Krall) incorporada. Ambas fueron resueltas de manera brillante.
Para el tramo final de la jornada volvió a recurrir a la potencia y a algunos de sus grandes clásicos. Así entre la rockera “Stella Hurt” y el “Purple Rain” de Prince, se pasearon en forma de canciones todas las virtudes que jalonan la carrera del músico inglés: las melodías pop de “Oliver’s Army”, que se inició solo con el piano en un tono relajado, o “(The Angels Wanna Wear My) Red Shoes”; su capacidad para incorporar ritmos skataliticos en “(I Don’t Want To Go To) Chelsea” o construir pildorazos como “Pump It Up” o (What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love and Understanding”, que supuso el punto final.
El concierto sirvió en definitiva tanto para mostrar el estado de forma óptimo de una banda excelente como ese artista poliédrico que es Elvis Costello y que consigue un resultado fascinante de prácticamente todas sus caras. A pesar de eso tuvo que lidiar con un ambiente algo frío y con sus problemas de voz, algo que quedó relativamente olvidado observando a todo un genio que tras tantos años en la carretera es capaz de reinventarse a cada nuevo paso pero mostrando siempre su personalidad intacta.