Club Culturamas

Semana Negra: ¡más sidra, güey!

9-300x300Por PACO G. ESCRIBANO. Ahora sí, cuando llega el sábado, víspera del cierre de la Semana Negra, ya se vislumbra el final de todo, pero esto es como San Fermín, el lunes ya estamos contando los días que faltan hasta la próxima. No obstante, el día es largo, y nos disponemos a disfrutarlo.

Ayer ya les conté lo de los premios. Después vinieron las felicitaciones y los «…pues yo creí que iba a ganar este o aquel…». En cualquier caso, la cosa siguió, porque la Semana Negra no para ni cuando se dan los premios. Los vermús del Don Manuel son imprescindibles. Alguien dijo de ir a comer al italiano, así que allá que nos fuimos nos cuantos: Gonzalo Garrido («Las flores de Baudelaire»), Gori e Ilya (Alrevés), Julia y Javi Márquez. Allí estaba la mesa de los argentinos comandada por Carlos Salem, y allí se quedaron cuando nos fuimos, ya sabemos que los argentinos en cuestión de darle a la lengua nos ganan por goleada. Ayer no hizo falta engañar a nadie para hacer escala en el Don Manuel a lo de los chupitos, después del primer día se ha convertido en tradición antes de echar la siesta.

Por la tarde presentaron novela Mariano Sánchez Soler, Juan Eslava Galán, el gran Rafael Marín y César Mallorquí entre otros. Antes de ir al recinto tuve que buscarme la vida para meter unos poemas en un pen, imprimirlos y demás, ya que el Carlos Salem me lió para leer algo en la jam session. La amabilidad de los del Donma solucionó el problema. No solo me los imprimieron, sino que además me dieron la fundita de plástico y me regalaron sonrisas.

Lo de la cena fue surrealista, pero bonito. Nos juntamos Gori, Ilya, Julia, el Riber, el mejicano Pedro Salmerón y una pareja cuyos nombres no recuerdo (sorry). Fuimos a la sidrería el Planeta. Gori e Ilya no quisieron dejar solo a Gonzalo Garrido (flamante finalista del Silverio Cañada), a pesar que unos quince o veinte amigos habían venido a verle desde Bilbao y cenaban en una mesa súper larga (el año pasado fueron los cuñados de Abasolo y este han sido los amigos de Gonzalo, no somos na…). Ocupamos la mesa anexa y Gori nos avisa del que menú son treinta euros. Pues venga, que un día es un día y tal y tal.

Nos sirven sidra y a los diez minutos ya tenía yo dolor de brazo, ya que los mejicanos brindaban a cada culín servido al grito de ¡viva Méjico, viva España, carajo!¡Más sidra güey, más sidra! Pedro Salmerón se cambió de mesa, que «los mejicanos somos muy machos» y en la otra había abundancia de mujeres. Y por la nuestra empezaron a desfilar zamburiñas, boquerones y calamares. Bocado, trago y ¡viva Méjico, viva España, carajo! Un calor que ni os cuento. Vamos que lo de bajar a la calle a echar un truja era obligado para que te diera el fresco. Una de las bazas que regreso ya habían puesto dos bandejas de bonito a la plancha que te pasas. Una lástima que no me pillara en Madrid y con hambre, que a estas alturas ya me pilla bastante hinchado de todo.

¡Viva Méjico, viva España, carajo! !¡Más sidra güey, más sidra! Simpatiquísimos los mejicanos. La señora me comenta que no somos dueños de nuestra vida y que a veces tiene que ser lo que Dios quiera y no lo que nosotros queramos, que hay que ser buenos. Yo le dije que sí, que «no somos na…». Lo extraño es que llegado un momento me dijo que yo iba a procrear. «¿Lo qué, cuálo…?» -respondo-. En fin, que yo creo que fue la sidra porque lo de procrear yo ya…

Después de treinta euracos por barba, viento en popa a toda vela en un taxi a lo de los poemas de Carlos Salem con los mejicanos ya descolgados. Y allí estaba a la una de la mañana el tío en la carpa de «A quemarropa» totalmente repleta, con la gente hasta por fuera escuchando a nuestro amigo leer sus poemas. Público mayoritariamente adolescente y después jam session. Lo de este tío es la puta caña. Iniciamos la jam el colega Luis Artigue, Javi Márquez y yo, y menos mal, porque Laura Muñoz ya tenía apuntados en la lista a más de veinte personas. Mientras tanto, fuera, había cola de niños y…, sobre todo de niñas, para hacerse fotos con el Carlos Salem y pedirle que firmara sus poemarios. Era para verlo. Me vinieron a la mente las palabras dichas por Jerónimo Tristante (dichas en tono jocoso, se sobreentiende): «Ten una hija, dale un educación, págale clases de inglés y demás, para que luego se tatúe por el cuerpo versos del Salem». Y es que Salem es novelista, poeta, dramaturgo y un montón de cosas más, pero es un personaje que rebasa (o no) en importancia a su propia obra. Un buen tipo el Carlitos.

A la vuelta (allí quedó todavía hasta alta horas el Salem y sus admiradoras), volvimos andando hasta el Donma, que había que bajar la cena. Y la tertulia se prolongó hasta altas horas con el gran Sergio Vera contándonos sus aventuras amorosas. Créanme, Salem llegó tarde, muy tarde, y aunque yo ya me hubiese ido, hubo tertulia de fútbol, que uno tiene sus informantes, entre él, Marcelo Luján y otros cuantos. Porque sí, aquí también se puede ver a argentinos hablando de fútbol, y Carlos es del Real Madrid (¿se puede ser de otro equipo?¿A que no?)

Les dejo, que se me va a hacer tarde para el vermú del Don Manuel. Es que la cerveza a estas alturas ya no me hace na

No somos na

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *