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FALOCRACIA (II)

Por ALFONSO VILA. La fuerza de un reproche se mide no por el dolor que causa escucharlo, sino por lo que cuesta borrarlo de tu memoria.

 

 

Si liberas un caballo salvaje, que no te extrañe que te dé una coz.

 

 

¿El juego de la vida? Cuando encuentro las fichas me desparece el tablero. Cuando encuentro el tablero me desaparecen las fichas. Cuando por fin reúno tablero y fichas, caigo en la cuenta de que no sé las normas. Cuando averiguo las normas descubro que el reloj no ha dejado de contar y que mi tiempo se ha acabado. Y de repente, caigo en la cuenta… ¡Ahí está la gracia! El juego de la vida no se llega a jugar nunca. No es un juego como los otros. No se trata de ver quién llega a la meta, se trata de ver quién consigue ponerse a tiempo en posición de salida.

 

 

La historia de la humanidad es, básicamente, una historia de grandes errores. Cuando se producen grandes aciertos es, generalmente, por casualidad.

 

 

La mejor manera de apagar un incendio es dejar que queme el bosque.

 

 

Todos los fracasados que salen en los libros de fracasados son unos triunfadores. Han logrado lo que busca todo artista: pasar a la posteridad.

 

 

El objetivo de un trabajador debe ser llegar a la ineptitud total.

 

 

Basta que haya un estúpido en un grupo, para que el grupo entero derive hacia la estupidez.

 

 

A los inteligentes hay que explicarles muchas cosas. A los tontos sólo dos: lo que se puede hacer y lo que no.

 

 

No hay que buscar las causas, hay que buscar culpables.

 

 

La respuesta más acertada es siempre el silencio.

 

 

La tarea del profesor no es hacer inteligentes a los alumnos estúpidos, que es imposible, sino hacer estúpidos a los inteligentes, que es mucho más fácil.

 

 

Un compañero es alguien que te puede acuchillar por la espalda pero a quien tú no puedes reprochar nada en público.

 

Piensa lo más estúpido que se te ocurra. Seguro que encuentras una persona dispuesta a hacerlo.

 

 

Los tontos son extremadamente listos a la hora de detectar el desprecio de los inteligentes.

 

 

Lo más obvio es generalmente lo más oscuro.

 

 

La inteligencia es arrogante. La estupidez impertinente.

 

 

Algunos hombres necesitan creer en Dios para poder salir adelante, a

otros les basta con creer en ellos mismos.

 

 

La razón te permite comprender la realidad. La fe, negarla.

 

 

 

La suerte es de los tontos. Los inteligentes sólo cuentan con su esfuerzo.

 

 

Los mayores logros en el progreso de la inteligencia humana se han encaminado siempre hacia la destrucción de la humanidad.

 

 

Fingir inteligencia es relativamente sencillo. Cualquier tonto puede hacerlo. Pero fingir la estupidez es realmente complicado. Para fingir realmente bien la estupidez hay que ser un auténtico estúpido.

 

 

Dios no existe. Lo que existe es la desesperante necesidad de Dios. Del mismo modo, no existe la justicia, existe la absoluta necesidad de justicia. Algunas palabras sirven para tapar huecos y otras para construir muros. Lo que no debería extrañarnos es que luego alguien se caiga por el hueco o que el muro se venga abajo.

 

 

La estupidez siempre acaba triunfando porque es mucho más aplicable a la vida práctica que la inteligencia.

 

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