Frank Zappa, el último intelectual del rock
Por Jon C. Alonso.
Tendría 14 años y mi mundo se enredaba entre el punk-rock, el psychobilly y la New Wave. No tenía ni idea de quién era el ínclito Frank Zappa. Estaba en casa de un compañero de instituto y de repente pasé por el dormitorio de su hermano. Era un tienda de discos alucinante; llena de posters, entradas e iconos del Rock&Roll. Explorando aquel Minerva choqué con un estante prodigioso: la letra F. ¿podéis o pueden imaginarse la cantidad de buena música que empieza por la letra F? Bien, escudriñé todos los álbumes que pude. Aún tengo grabado el olor de aquellos guardavinilos de plástico trasparente. Qué gozada, cuando me doy de bruces con “Freak Out”(1966), el primer álbum que me atreví a sisar inocentemente, pues tan solo me lo llevé hasta la habitación de mi compañero de clase y lo pusimos en el plato Bettor Dual, le dimos volumen al ampli Vieta y las cajas acústicas llenaron aquella habitación de magia. Estaba totalmente out. No cabía en mi semejante asombro. Instrumentación y temas larguísimos. Me dio la risa floja pensando en el personaje de la portada y acordándome de unos de mis héroes preferidos del comic; los geniales Freak Brothers de Shelton.
Cómo los personajes outsiders de Shelton, creo que fue de lo más hermoso publicado en 1966, junto a los álbumes de Hendrix, The Beatles, The Who o los Stones. A toro pasado, comprobamos la transcendencia de la añada en la historia del rock contemporáneo. Uno, que también nacía aquel año, por suerte, no en una furgoneta VW descacharrada. Aquellos tiempos en los que tan solo era un montón de pañales envueltos en Nenuco y chupete incorporado, mientras el genial Zappa estaba de lecturas en los circuitos universitarios con obras como; “Cerdos, caballos y rock and roll” o soplando un manillar de bicicleta: creando una leyenda, él. Nacido en un día cercano a la navidad de 1940 en Baltimore (Maryland, USA) La ciudad de “The Wire”. Su padre, era un científico que trabajaba para el Gobierno y guitarrista vocacional en sus días de asueto. La familia se desplazo del frió Este Atlántico a la calurosa y divertida California del Pacífico, cuando Frank era un pequeño chavalín. Entre sus primeras aficiones destacan la avidez por el coleccionismo de discos de rock cosecha años 50 y R&B. Lo curioso de esta afición era su adicción por otra música clásica, más purista y selecta como Stravinski y Edgard Varèse, a la postre una de sus grandes influencias.
Zappa era único, pues, ya apuntaba heterodoxias no muy lejanas. La grabación de una cinta con apenas 20 años le trajo el primer lío con el sistema. Fue condenado a 10 días de cárcel y tres años de libertad condicional por un video en la que ridiculizaba sexualmente a la policía. Se encaró al hipismo; la cultura del LSD. Algo que pudo resultar chocante en aquellos años. Ya que mostrarse en contra del consumo de drogas en aquel momento. Zappa dejó caer, “que en lugar de estimular la creatividad, las drogas idiotizan, la industria musical y la política, la misma basura”. Fue un alarde de valentía o nihilismo particular soltar semejante frase, sabiendo que los Angeles, cuna del movimiento no iba a generar simpatías. Es más, el mismo Zappa confesó, en cierta ocasión que llegó a componer música bajo los efectos de sustancias psicotrópicas. Pero no le gustó el resultado y se dio cuenta de que el alto nivel de exigencia de su música (tanto de escritura como de ejecución) requería estar lo más despierto posible.
Siguió con su discurso: “desde el mismo instante en que introducen el elemento de la droga, contribuyen a sostener ese mismo sistema, ya que un individuo drogado no puede responder, pues es un inútil”. La visión de Zappa sobre las drogas resulta insólita en el mundo del rock. Entre sus ideas revolucionarias, destacan la producción de un concierto con música de Varese y la grabación de un disco de música barroca del siglo XVIII, y, aunque esto sería discutible, se plantó en el siglo XXI con su estilo—muy personal— de tocar la guitarra de rock and roll en discos como “Shut up & Player guitar”. La pregunta del millón era: ¿Es mortal a corto plazo? O tan sólo, poner en evidencia a los Beatles con We’re only in it for the money (Sólo lo hacemos por dinero), una parodia del Sgt. Pepper, de riesgo, de incomprensión, de música para adictos. Satirizaba con furia la América establecida, alteraba las cintas de grabación, jugaba con el ruido, recitaba, utilizaba a Varèse, componía para orquesta y recordaba al rock de los cincuenta. De los happening con jirafa eyaculadora de nata sobre el publico y marines masacrando muñecos de trapo, mientras sonaba el God bless America. FZ y su obsesión por el pensamiento. Algo extraño en el R&Roll. La época en la que pedía una nación sin gobierno, en la que afirmaba que harían falta 500 años para que la gente estuviese madura para ello. «Que sean 500.000 años», declaró en 1992. «En Washington están los peores payasos que el dinero puede comprar. Odio todas las corrientes políticas».
Un legado de 1966 a 1972, con los albunes imprescindibles desde mi amado “Freak Out!, pasando por “Absolutely Free”, “Lumpy Gravy”, “We’re Only In It for the Money”, “Cruising With Ruben & the Jets”, “Uncle Meat”, “Hot Rats”, “Burnt Weeny Sandwich”, “Weasels Ripped My Flesh”, “Chunga’s Revenge”, “Fillmore East, June 1971” y “Just Another Band From L.A”. No queda más que seguir deleitándonos con el recuerdo de obra de un provocador, de un genio, como pocos ha conocido la historia de la música reciente. A modo de sentencia final, me quedo con su opinión sobre el rock: «El rock and roll se ha convertido en un gran negocio. Ya no está sujeto a la música o a la estética; sólo tiene que cuadrar con la identidad corporativa de las compañías de discos. El rock es un gran fraude». Podríamos seguir escribiendo hojas y páginas Word, pero se me acaba el espacio y el intelectual fue Frank y como aquel monólogo de “200 Motels”; el compromiso político funciona como eje articulador y destrozador de las ilusiones de los ciudadanos. En 1993 fallecía con 52 años en su casa rodeado de su familia y seres más queridos.
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Por favor, revisar la sintaxis.
Un gran título para una bestia del rock. ¡Me ha encantado el artículo!
Un abrazo, Anna Genovés
Hola, soy María Moliner. Acabo de leer este artículo y me ha encantado. Voy a recomendarlo a los Mariano de Cavia…¡Ah!, qué no me acordaba. Con tanto calimocho me he dejado la boina de Hemingway…Y con estos calores…
Me ha gustado tu entrada Jon. Zappa era uno de los grandes del rock. Luna
buen rock de lo mejor tambien puedes escuchar musica gratis aqui
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Excelente análisis, me encantó! Muchas felicidades! Aprendí más de Frank Zappa gracias a ti 🙂 Saludos desde México!