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Entre el ruido y la vida

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Entre el ruido y la vida

Alejandro Palomas

 

Por Care Santos

 

Baile del Sol, Tenerife, 2013. 52 páginas. 10 €

 

Alejandro Palomas tiene una consolidada trayectoria como novelista, con títulos como Tanta vida, El secreto de los Hoffman (Finalista del Premio Ciudad de Torrevieja) o El alma del mundo (Finalista del Primavera de Novela). Sus novelas ahondan en las relaciones humanas, un terreno en el que el autor se maneja como pez en el agua, así como en el de la creación psicológica de personajes de gran calado. En ocasiones se adivina que tras el Palomas novelista se esconden otros autores: acaso un dramaturgo, acaso un poeta… autores que precisan la desnudez de otros géneros para expresarse en libertad absoluta, sin la máscara o el escudo que siempre supone para el escritor la ficción novelística.

            Lo confiesa el propio autor: en su poesía se muestra del modo en que le conocen sus íntimos, con luces y sombras. También es en su poesía donde Palomas parece tomarse un respiro del ritmo del mundo y detenerse a reflexionar. «Reflexionario», dice él mismo que quisiera bautizar a sus poemarios.

            Entre el ruido y la vida es, claramente, una pausa para la reflexión de corte profundamente metafísico, tal vez un ejercicio al que el autor llega a través de la experiencia o de los años transcurridos. Estructurado como un viaje, el recorrido toma como punto de partida la duda, los interrogantes, la inquietud del joven ingenuo que aún lo cree todo posible y mantiene la esperanza. El error como principio de la sabiduría. Las voces como símbolo de este mundo complejo, ruidoso, confuso en el que nos ha tocado vivir. «La vida, hermosa. / El mundo / mucho menos», se dice. Luego llega la confianza, la etapa de crecimiento («la vida resolverá —se decía. / Abandónate al ruido —se decía. / Ten fe —se decía.) y como resultado, la codiciada madurez que al fin no valía tanto. Una madurez que no colma, que no sacia, que no significa ninguna conquista: «Y la madurez fue solo eso: / más años. / Más ruido. / Más preguntas. / Menos vida.»

            Y es que el desencanto o, mejor, la resignación, forman parte de los mimbres con que se arman estos versos. El camino de la vida es un juego que no conviene tomar en serio, como parece susurrar la cita con que se abre el libro, de Jeanett Winterson: «Se juega, se gana. Se juega, se pierde. Se juega.» Un juego sin demasiado sentido en el que como mucho aprendemos a alejarnos de nosotros mismos, a vernos con sentido del humor, a jugarnos la piel sin que nos importe.

principal-alejandro-palomas_grande            Tras la madurez, llega el amor. Un largo y magnífico poema —acaso el mejor del conjunto— desvela el camino hasta ese «silencio nuevo», una nueva sorpresa, una nueva etapa. En la última parte del recorrido cobra una fundamental importancia el personaje de una serpiente que, a modo de curioso guardián de un anti-edén, hace retumbar los ecos de una simbología clásica, muy bien aprendida por generaciones. Es un eficaz vehículo para la ironía y la reflexión finales, para las conclusiones metafísicas y, al cabo, para el escepticismo. El poemario deja un poso de preguntas sin fácil respuesta y la sensación de que por este camino, Alejandro Palomas tiene muchas sorpresas que darnos aún.

 

@CareSantos

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