Seducidos por el arte
Por Mario S. Arsenal.
Twitter: @Mario_Colleoni
Seducidos por el arte. Pasado y presente de la Fotografía
CaixaForum Madrid – Paseo del Prado, 36, 28014 (Madrid)
Del 19 de junio al 15 de septiembre de 2013
Info y venta de entradas aquí.
La Obra Social “la Caixa” nos ofrece en Seducidos por el arte. Pasado y presente de la fotografía un espacio donde reflexionar sobre la relación entre el arte clásico y la fotografía. Un lugar de encuentro, siempre con ese afán tan meritorio de pedagogía y cercanía con el gran público, estrechando así los lazos sociales que se pueden crear a través del arte. Muestra muy sugestiva para la que han colaborado instituciones de primer nivel; dejando la National Gallery de Londres aparte, tenemos préstamos del Louvre, MNAC, Thyssen, Museo del Prado o el Victoria & Albert, sin contar con la cantidad de piezas salidas de colecciones privadas o instituciones como la Wilson Centre for Photography, de donde proviene la co-comisaria de la exposición, Hope Kingsley, conservadora de Educación y Colecciones de dicho centro. El otro comisario es Christopher Riopelle, conservador de la National Gallery de Obras Posteriores a 1800.
Juntos han compuesto este recorrido dividido en siete bloques. “La puesta en escena” se engalana con el boceto preparatorio de La muerte de Sardanápalo firmado por Delacroix que, a su vez, no sabemos si muy pertinentemente, dialoga con obras de Sarah Jones y Jeff Wall. Más interesantes son, pese a quien pese, las fotografías que la pieza del maestro francés. Luego tenemos una sucesión compuesta por fotografías de distinto formato en la que podemos comprobar el impacto en la composición, incluso en el espacio pictórico, como si de verdad el diálogo se escondiera en el concepto y no en la ejecución. Sugerente, muy sugerente este punto. Destacan 3 de mayo, de José Manuel Ballester (2008), Luc Delahaye con su Bombardeo estadounidense contra posiciones talibanas (2001) y Jorma Puranem con Sombras y reflejos (2011), un retrato del duque de Wellington goyesco e intervenido muy acertadamente para poder hallar la comunicación fluida entre pintura tradicional y fotografía contemporánea.
En el “Retrato”, uno de los apartados más estimulantes y reflexivos, se combinan piezas de Jan Lievens, Anton van Dyck o Velázquez con daguerrotipos del XIX, fotografías de Thomas Struth y un collage de Helen Chadwick realmente maravilloso donde el feminismo se deja notar de manera poderosa. Tomando la tradicional composición del retablo gótico, sitúa a una madre (ya no virgen) junto a su retoño, pero, impregnando de intencionalidad la obra, el habitual Niño Jesús se ve sustituido por una niña para la cual su madre se cerciora y nos avisa de su condición al señalar directamente a su sexo para no albergar duda alguna Magnífica. También dignas de mención son las obras de Tina Barney, en éstas se retrata a la aristocracia europea y la costa Este norteamericana. “A los ingleses les encanta este juego de distinción de clases”, nos confesaba Hope Kingsley en la visita que ofreció a los medios de prensa. No diré que no me parece algo perverso dados los tiempos que corren, pero no deja de tener cierta gracia. Luego está el soberbio retrato de Ingres de La señora Moitessier (1856) o un modesto doble retrato de Gainsborough que actúan de interlocutores para obras de Richard Learoyd o Martin Parr.
La sección dedicada al “Cuerpo” es de las más atractivas desde todos los puntos de vista dado que es donde mejor vemos la herencia de la pintura en la fotografía. Era evidente que el desnudo coparía este tramo de la exposición. Y lo cierto es que no deja de estar bien representado incluso con una referencia tan clásica como una Venus púdica traída del Museo del Prado.
El recorrido se completa con dos secciones, una dedicada al paisaje y otra al bodegón. En la primera destacan las obras de Jem Southam, El estanque del pintor (2002-2004), y El maizal de Constable que conversa con una fotografía de Richard Billingham y un oscuro Jacob van Ruisdael contrapuesto perfectamente con dos obras de Beate Gütschow. Para el bodegón, uno de los géneros más fotográficos en la actualidad por la riqueza de su diversidad, han recopilado una serie de obras donde se pone de manifiesto la incidencia del concepto compositivo de uno de los géneros más denostados por la historia del arte y que ahora cobra protagonismo en todos los ámbitos del arte erigiéndose como un recurso cargado de una formidable expresividad. Así, encontramos un Luis Meléndez o un Fantin-Latour de auténtico infarto junto a obras actuales como las del fantástico Ori Gersht, Evelyn Hofer o Nan Goldin. Quizás el ejercicio más sugestivo de toda la exposición.
En definitiva, una muestra agradable de ver, muy complaciente y que nos provocará buenas digestiones. Aunque falte, eso sí, el elemento dislocador necesario en toda gran exposición, sólo por ver Big Bang 2 de Ori Gersht la visita está justificada. Con toda probabilidad la edición de la National Gallery ofrecía, además de la primera muestra fotográfica en la sede londinense, un recorrido dialéctico con sus colecciones que ni por asomo puede compararse con la iniciativa madrileña. Pero salvando todos los obstáculos connaturales, la exposición del CaixaForum Madrid se presenta como un buen reclamo estival para refrescar el panorama abrasador que nos espera en la capital. No falten.