Enrique Estrázulas y sus misterios
Por Dinorah Polakof.
Si a la presentación de un libro es dable catalogarla de exitosa, eso es lo que ocurrió con El sueño del ladrón. En el espacio destinado a ella no cabía ni un alfiler. Todos querían saludar a Enrique, acompañarlo, festejarlo.
Incansable viajero y conocedor de “gentes” se impone con su nueva novela en nuestro mercado y en el exterior. Montevideano de nacimiento y actualmente su lugar de residencia, ha publicado cinco libros de poesía, seis novelas, tres libros de relatos, dos ensayos y obras de teatro. Junto a su famosa ficción Pepe Corvina, se han sumado lectores franceses, griegos, alemanes, portugueses, ingleses.
En El sueño del ladrón vibra la palabra. Y su significado. Uno o varios. Imposible no leerlo de un tirón e imposible no volver sobre sus páginas para regodearse en la sensibilidad del poeta.
De personajes encarnados o des-carnados por las pasiones humanas se encuentra repleto el texto. Jazmín, Melchor, el poeta-ladrón-callejero; deambulan sobre escenarios apenas tradicionales y cuando la sagacidad de quien lee se ve casi colmada, una nueva vuelta de tuerca le advierte que está bordeando el precipicio. ¿Son sus personajes de este mundo? Al lector corresponde la respuesta. Él decidirá en qué realidad desea sumergirse.
Por fortuna y por oficio autoral, la estructura de la novela brinda varias voces narradoras, de manera que los capítulos se entretejen con una agilidad asombrosa.
Por otra parte, los paisajes elegidos por Estrázulas mantienen tal variedad que una vez instalados cómodamente en una estancia de campo, el vértigo nos trasladará a la Escuela de Bellas Artes de la calle Martí. De camino al montevideano barrio del Prado un vasto paseo sinfónico con avenidas a lo Beethoven, Mahler, Chopin, pueden conducir al Jardín de Luxemburgo. De Islandia a Pergamino, del Café Tortoni al Museo de Bellas Artes del Parque Rodó.
La evocación de Macedonio (Fernández) a quien Borges dijo imitar, plagiar, transcribir, es apenas una mínima expresión de lo que irradia esta exquisita novela. Además de la filosofía, la metafísica y literatura.
Gratifica la invocación a escritores, pintores y virtuosos del arte, aportando a la nomenclatura de las páginas. El pensamiento alejado de la erudición disimula la picardía de Estrázulas: “Los misterios no son más que libros; libros que se pierden y aparecen”,… (p. 61)
El pretérito, el ahora, el después, juegan sobre un tablero borgiano que demuestra una ineludible predilección por el escritor, así como por lo oculto, lo secreto. Juego de representaciones es asimismo El sueño del ladrón. ¿Acaso Jazmín sea la Reina, la pieza más poderosa del ejército y la única con autorización para moverse de cualquier manera? En el espacio lúdico blanco y negro, el arcano, el poder sobrenatural perturba.
En El sueño del ladrón perturba el esoterismo y el erotismo. Enrique Estrázulas tiene la facultad de hacer milagros con la palabra, acto prodigioso que a todos deja saciados.
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Ficha
El sueño del ladrón.
Enrique Estrázulas.
Uruguay. Sudamericana, 2013.
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Foto vía
www.megustaleer.uy