La renta de F. Scott Fitzgerald
Por Mario S. Arsenal (@Mario_Colleoni).
Nunca es suficiente cuando se habla de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). Nunca. Los elogios pueden ser tan desproporcionados que hasta el más capaz puede perder con facilidad el hilo de su discurso. Algo natural, sin embargo, debido en parte a la pulcritud, la eficiencia y la personalidad de la pluma de este grandísimo escritor, posiblemente el mayor referente para dibujar y recomponer aquella época dorada de los felices años veinte, la edad del jazz y los cabarets, las grandes reuniones donde la aristocracia norteamericana y la incipiente burguesía financiera se daban cita en monstruosos salones para beber, bailar y generar lazos no sólo de amistad, sino de negocios. Supo, ya no sólo participar de esa alegría, sino criticar ferozmente un orden voraz regentado por tiburones y depredadores de todo tipo, y en el que vio con acierto la decadencia del espíritu humano, la falta absoluta de sentido común y, sobre todo, la debilidad del hombre frente al torrente que representa la ambición por el dinero. Lo tuvo muy claro desde el principio, eso es evidente, el arte y la vida están muy lejos de los números. Hoy quizás podríamos resumirlo en una sencilla y anodina pero certera ecuación: más vale calidad que cantidad, que, trasladada a lo literario, da como resultado la obra de este gentleman de la palabra.
El autor de El gran Gatsby (1925), ahora de nuevo en liza gracias al remake cinematográfico protagonizado por DiCaprio, vuelve en lengua española gracias a la edición de “Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año” (Gallo Nero), un pequeño y curioso relato en el que pone de manifiesto, no sin ironía ni agudeza, la aspereza y la desazón del hombre moderno frente a las respuestas que una maltrecha situación económica puede imponerle. El manuscrito fue entregado en forma de artículo el 20 de septiembre de 1924 en la redacción del The Saturday Evening Post siendo parte de una trilogía de relatos que quizás el mismo periódico rechazara por una no menos curiosa falta de gusto. El caso es que Fitzgerald hilvana sus propias experiencias y las anuda en un relato que está, con palabras de la traductora Julia Osuna, “en estado de gracia”. También, y bajo toda sospecha, nos parece una suerte de preludio a Suave es la noche (1934), cumbre literaria del verbo de este escritor, que anticiparía el advenimiento de “la oscuridad más líquida” que ya en ésta última conquistará y hará suya como elemento definitorio de su producción a falta de su última novela, El último magnate (1942), que no vería finalmente publicada en vida.
Le sigue un ensayo titulado La declaración de la renta de F. Scott Fitzgerald. Se trata de un interesante análisis de la declaración fiscal de nuestro protagonista. William J. Quirk se hizo cargo de toda esta masa de información a petición de su amigo Matthew Bruccoli, quien se procuró los documentos debido a su íntima amistad con Scottie, hija del escritor, y por su condición de albacea de uno de los negocios de la familia Fitzgerald. Bruccoli murió en 2008, pero Quirk cumplió su promesa haciendo lo propio en 2009 publicándolo en The American Scholar. El análisis de los ejercicios fiscales de Fitgerald no nos dice mucho sobre su literatura, tan sólo lo ordenadas y calculadoras que eran sus costumbres, la austeridad de sus números no revela absolutamente nada, y lo más interesante –y a la vez más perverso– es notar la inflación económica de esos tiempos y de imaginarnos una vida con semejante renta en la que parece ser que un escritor podía conquistar, haciendo tan solo su trabajo, el estado de bienestar tan anhelado por nosotros hoy día. Bien es cierto que Fitzgerald fue considerado desde el primer momento un escritor de primera fila, pero basten estas palabras: “En caso de dar por válido el multiplicador de veinte, el equivalente actual de los ingresos anuales de Fitzgerald sería, grosso modo, de 500.000 $. Sin embargo, en nuestros días una persona que gana 500.000 $ al año no vive tan bien como vivía Fitzgerald”.
El texto es inédito en castellano, también interesante en ese sentido. Sin embargo, al margen de su posible utilidad, sean ustedes mismos quienes saquen sus propias conclusiones ya que, al fin y al cabo, si decíamos que con Fitzgerald nunca es suficiente, quizás lo que queríamos decir es que suficiente no es bastante.
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Cómo sobrevivir con 36.000 dólares al año (trad. Julia Osuna)
Francis Scott Fitzgerald
Editorial Gallo Nero, Madrid
120 pp., 10 €