LA ERA ESTÁ PARIENDO UN CORAZÓN

21-La-Era-está-pariendo-un-corazón-300x300Por JUAN CARLOS VICENTE. Regresé a la hondonada tras haberse marchado las máquinas. Las construcciones habían desaparecido y con ellas el tacto del hambre, del aislamiento. La herrumbre.

Habían pasado casi treinta años.

Cogí del suelo un guijarro y sentí el tacto de la roca, el pasado reducido a piedra y la infancia demolida. Pensé en que ni mi ex mujer ni yo, habríamos cambiado nuestras canciones. Un edificio deshabitado, un cuerpo vacío que permanece erguido convertido en intemperie.

El hombre siempre es envejecimiento: el hueso gastado, la carne, la oquedad, el fulgor, finalmente. En muchos casos la rendición. Hemos construido con las manos, despellejado la Constitución, dado muerte a nuestros enemigos hasta quedar ante la imagen. La hondonada era una playa vacía de mar.

Descendí al epicentro del solar y dejé mi huella de polvo suspendida detrás de la sombra, posándose sobre la masa negra que me perseguía como la Historia persigue a los fracasos. Vi a los obreros alejarse bajo el sol y observé las mismas piedras arrojadas, la experiencia latiendo violentamente en mi pecho, allí: fotografiado, filmado, clasificado, codificado, orgánico y binario. El cielo abierto de un tajo, destripado como una lluvia de verano.

La esperanza edificada con barro, cubierta de lodo mientras celebramos la civilización y el aquelarre.

Podía sentir la piedra en mi mano, su solidez, el futuro astillado, modificable, el rumor, Rattenkönig sobrevolando la tierra como una lágrima derramada desde el Cosmos.

No puede más, se muere de dolor.

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