Entrevista a Judith Schalansky por "El cuello de la jirafa"

 

Por Benito Garrido.

 

El cuello de la jirafa, de Judith Schalansky.
El cuello de la jirafa, de Judith Schalansky.

En el mundo que nos ha tocado vivir, Judith Schalansky tiene claro que la adaptación lo es todo. Esto lo sabe muy bien Inge Lohnmark, protagonista de su último libro, El cuello de la jirafa, una profesora de biología que lleva más de treinta años dando clases en un colegio alemán de la Pomerania occidental que en poco tiempo verá cerrar sus puertas por falta de alumnos. Con esta premisa, la autora se coloca en la piel de una mujer con una visión profundamente naturalista de la vida, que contempla a las personas como seres evolucionados de un árbol selectivo. Con una voz narrativa inteligente, cruel, dura, pero al mismo tiempo divertida y cáustica, Schalansky adentra al lector en la rutina de una profesora que parece haber renunciado a muchos sueños: su marido se dedica a la cría de avestruces y ya no es más que un mero acompañante; su hija vive en EEUU donde se ha casado sin siquiera invitarla a la boda, y no tiene pensado tener hijos; sus alumnos, la mayoría, son chavales carentes de condiciones sociales útiles y sin ilusión por el aprendizaje. En esta sociedad injusta nadie parece aceptar el principio biológico básico de la selección natural. De manera inesperada, a Inge se le tuercen sus racionales esquemas cuando comienza a sentir algo inequívocamente extraño por una de sus alumnas. Algo diferente al amor, pero también al odio habitual, algo que no puede controlar y que terminará por socavar su indolente existencia.

 

               «Tarde o temprano los menos capacitados se quedarían en el camino. Era recomendable enfrentarles lo más pronto posible a la verdad, en vez de darles una nueva oportunidad después de cada fracaso

 

Schalansky sorprenderá y enganchará al lector ansioso de acertados debates, nuevas perspectivas en la narración y de oportunas críticas. Se estrenó literariamente con la novela Blau steht dir nicht (2008) y con su segundo libro, Atlas der abgelegenen Inseln (2009) fue reconocida con el primer premio de la Fundación de Libros de Arte. Con esta su segunda novela, ha recibido el aplauso de la crítica y del público alemán. El cuello de la jirafa es literatura diferente, original, eficaz, de lenguaje directo y reflexión impactante: la educación como fase imprescindible para el desarrollo personal y como muestra del desgaste del sistema, la vida como una continua evolución, la supervivencia como una clara adaptación al medio y las circunstancias, la competencia y el esfuerzo como claves de la lucha social… La justa naturaleza en cambio permanente. Y sin embargo, «lo que hoy era la excepción, mañana podía ser la regla».

 

P.- La evolución de las especies y la adaptación natural trasladadas a una historia humana, en la que de pronto, toda esa teoría y aplicación científica se cae… No hay teorema que pueda controlar los sentimientos, esos que distinguen al hombre del animal.

De hecho somos ambos, no solo seres humanos sino también animales. Y aunque tenemos instintos y deseos, inventamos la cultura y la civilización para regularlos, para vivir con ellos felizmente. Entiendo entonces a Inge Lohmark cuando está soñando con ser un animal real. Porque los animales como tal no tienen realmente esa opción. Nosotros siempre la tenemos. Esa es la razón por la que Inge Lohmark dice: – Como ser humano que siempre estaba en el trabajo. Y la auto regulación emocional es sin duda una parte concreta de ese trabajo, quizás la más dura.

 

P.- En la naturaleza todo tiene su lugar y cada ser vivo tiene un destino: devorar y ser devorado. Este es uno de los pensamientos clave de Inge. ¿En la vida social que a los seres humanos nos toca vivir no ocurre algo similar (devorar aquí sería un verbo más metafórico)?

Llamémosle mejor poder e inconsciencia, o dominación y pasividad. Naturalmente puedes encontrar los principios evolutivos en cualquier relación, pero curiosamente la lucha evolutiva por la vida inventó algo extraño y ambivalente como son las actividades culturales. Algunas veces es mejor mostrar debilidad y ambigüedad que poder, y otras veces la belleza que derrote a la fuerza. La evolución puede ser ciega, pero también compleja y oscura.

 

               «Que sus clases deberían estar más cerca de la realidad, le recomendaron luego. ¡Vaya estupidez! De todos modos, la biología está cerca de la realidad. La doctrina de la vida, de sus leyes y manifestaciones, de su expansión en el tiempo y el espacio. Una ciencia de la observación, que hablaba a todos los sentidos. Pero eso también era típico: ¡primero prohibían que matasen animales para la clase de disección y luego exigían más cercanía a la realidad!»

 

Judith Schalansky. Foto © Susanne Schleyer.
Judith Schalansky. Foto © Susanne Schleyer.

P.- Como profesora de biología, Inge Lohmark es una mujer cruel y mordaz, al mismo tiempo que indulgente, una estricta vigilante del pasado. Pero el odio se le convierte en amor… ¿La ilusión y esperanza contra la lógica pirámide de edad?

Creo que todos podemos conocer una mujer así, una profesora para la que su profesión es tan importante que uno mismo puede tener problemas incluso a la hora de confiarle su nombre. Su apellido no es casualidad que recuerde al del naturalista francés Lamarck. A pesar de que ella predica el Darwinismo en su peor forma, es decir, la supervivencia del más fuerte, en el fondo de su corazón está siendo una Lamarckista, como lo somos todos. Todos nosotros tenemos la esperanza de poder transmitir a nuestros hijos aquellas cualidades adquiridas en el transcurso de nuestra vida. Pero Inge además actúa como si se tratase de una especie de guerrillero. Aunque en su día a día predica las leyes de la naturaleza, cuando cae enamorada reacciona a nivel personal como lo haría un niño: irreflexivamente, inconsciente, pero fuerte.

 

P.- Tu libro es también una aguda reflexión sobre la situación educativa en Alemania, y por tanto, en Europa. ¿Sirve realmente la escuela como camino de preparación a la vida para el joven alumno?

Esa es una maravilla que solo la escuela puede permitir. La escuela termina construyendo y configurando una copia de la mayoría del mundo, de la sociedad; y allí, el hecho de tener que aprender a vivir en grupos es tan importante como las materias que se imparten.

 

P.- Te vales de una prosa lúcida plagada de frases cortas y potentes para contarnos la historia de Inge. ¿Buscando quizás un efectivo paralelismo literario a la decisiva visión del mundo de la protagonista?

Buscaba un lenguaje como el usado en los libros de texto, lleno de teorías y de explicaciones, donde hay una respuesta para cada cuestión. Ciencia es literatura, no debemos olvidarlo. Inge Lohmark enfatiza que “cultura viene del verbo cultivar”, pero al final, la ciencia también es un logro cultural conseguido por el hombre, y solo de un modo aparentemente objetivo. Me encanta la antigua literatura de investigación, acerca de todo. Aquella que muestra sus conclusiones obsoletas, las cuales ponen finalmente en evidencia que los escritores fueron los propios autores.

 

               «Su campo visual se reducía hasta donde llegaba su chorro de orina. El pene le colgaba libremente, un primacía de los primates. Ya era impresionante ver con qué concentrada impasibilidad se satisfacía esa necesidad. Un evidencia indecorosa. Libre como un animal. Un sexo más grande como compensación por la cola perdida. Seguro que los hombres se entristecían por no poder lamerse el sexo como los perros. Pero a cambio podían aferrarse a él con ambas manos. Una vida entera a dos. La desigualdad de los sexos. Ahí faltaba precisamente el segundo cromosoma X. No había forma de compensarlo

 

244_0000930589.jpgP.- Libro ilustrado por ti misma, ¿es importante hoy día que el libro sea atractivo en todos los sentidos: bien escrito y bien ilustrado? ¿Hablamos quizás de nuevas opciones de diseño que reivindiquen el libro tradicional sobre el libro electrónico?

El diseño es demasiado a menudo un añadido de último momento – el esclavo al servicio y satisfacción del maestro. Pero desde mi punto de vista, el diseño del libro puede mostrar lo mejor del arte aplicado, belleza y funcionalidad. El diseño trata de encontrar un lenguaje o un sistema que combine adecuadamente forma y contenido, y elimine de hecho la ridícula separación entre los dos conceptos. El diseño como simple embellecimiento no me interesa. El libro tendrá un futuro maravilloso cuando cada uno de los que se imprima llegue a ser consecuente con su soporte, en el cual forma y contenido no puede tratarse de forma separada. Los libros son un soporte profundamente conservador en un doble sentido: al mismo tiempo están pasados de moda pero también se conservan. En términos de durabilidad, el papel es solo superado por el pergamino y la piedra. Pero lo especial de este soporte es que forma y contenido se encuentran cara a cara. Esa es la razón por la que creo que los ebooks no son verdaderamente libros. Son como paquetes de datos que han perdido sus cuerpos, que no tienen ninguna relación con su armazón físico. Por supuesto que los ebooks pueden ser muy prácticos, pero una biblioteca no puede ser reemplazada tan fácilmente como una colección de CD. El libro pierde algo ciertamente fundamental, su formato, su tamaño. Todavía ese formato es la primera decisión a tomar cuando se ha de diseñar un libro. Todo se convierte en un mismo formato cuando se trata de un dispositivo de lectura electrónica – acercar el zoom, y alejarlo.

 

               «¿Qué era el tiempo? La peste, la guerra de los Treinta Años, la evolución humana. La primera fogata en las cavernas de los homínidos. Todo eso estaba solo a un pestañeo hacia atrás. El hombre era un fugaz incidente sobre base proteínica. Un animal realmente asombroso, de acuerdo, que se había instalado por poco tiempo en este planeta y que al final, como otros seres maravillosos, desaparecería. Descompuesto por gusanos, hongos y microbios, o bien enterrado baja una gruesa capa de sedimentos. Un fósil divertido

 

P.- Tus cromosomas, medusas, el manatí, la ameba… ¿Estos dibujos aportan belleza o sirven de contrapeso gráfico a la obsesión científica de la protagonista?

Para mí, las imágenes y los textos van de la mano. Comentan cosas entre sí. Se trata de una interacción para la cual el libro es un perfecto soporte. Me inicié volcándome en la biología y realizando una gran cantidad de ilustraciones, de las que hago uso en mis escritos una y otra vez. Entre ellas pueden encontrarse iconos manifiestos de la biología como el paramecio, el arqueoptérix, o el árbol genealógico. En alemán la palabra “educación (bildung)” no viene derivada por casualidad de la palabra “imagen (bild)”. La escuela en ese sentido es viveza, imaginación. La novela en este caso puede leerse como un libro de biología.

 

P.- El desfase entre el mundo animal y humano que aprecia la protagonista se hace patente en la visión que tiene de los comportamientos de los personajes. ¿Imagen de la crisis ideológica, social o económica que nos rige actualmente?

Crisis es justamente otra palabra a cambiar. Siempre pensamos: cambio significa desarrollo, y desarrollo significa progreso. Pero la evolución no es más que el cambio, y por supuesto todas esas cosas que están cambiando constantemente. Cualquier crisis es el mejor punto de partida para el arranque de algo nuevo.

 

               «-Como ustedes saben, las jirafas viven en el interior de África, en las sabanas, donde hay breves periodos de lluvia y largos periodos de sequía. El suelo se vuelve entonces yermo y pobre. Y solo dan hojas los árboles que tienen raíces profundas. A menudo son el único alimento de las jirafas. Con el cuello estirado, los animales alcanzan una altura de unos seis metros. Las patas anteriores son más largas que las posteriores, el cuello es muy largo, la cabeza alargada y también la lengua es muy larga. Se han especializado en grado sumo, todo su cuerpo está hecho para que puedan comer las hojas de las ramas más altas.»

 

El cuello de la jirafa.  Judith Schalansky.  Editorial Mondadori, 2013.  208 páginas.  17,90 €

 

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