La sobrecogedora Novena de Beethoven en el Teatro Real
Por Eloy V. Palazón
Era, tal vez, junto con el Così fan tutte de Haneke, lo más esperado de la temporada: la novena sinfonía de Beethoven por la Filarmónica de Berlín dirigida por Sir Simon Rattle. En un principio iba a ser La flauta mágica con dirección escénica de Peter Sellars; pero, por falta de presupuesto en el Teatro Real, la Filarmónica de Berlín tuvo que cambiar el programa y Rattle y Gerard Mortier se pusieron de acuerdo en ofrecer al público madrileño un programa único con esta sinfonía, utilizando el coro y algunos de los solistas que participaban en la ópera de Mozart.
Se esperaba con ansias y no defraudó, al menos en parte. En parte pues la sección vocal no estuvo, en ningún momento, a la altura de la parte orquestal, pero aún así tuvimos una velada sobresaliente en todos los aspectos.
Del coro del teatro Real, Rattle dijo que tenía la calidad de un coro profesional y el entusiasmo de uno amateur; sin embargo, aunque correcta, no fue una actuación redonda. Los solistas tampoco estuvieron para tirar cohetes: Camilla Tilling, que nos regaló las más maravillosas desafinaciones (ironía) en el San Francisco de Asís de Messiaen hace unas temporadas, esta vez afinó, pero tampoco brilló y, si llegaba a los agudos, era casi de milagro. Al menos esa era la sensación… Nathalie Stutzmann estuvo correcta (sin más), y las voces masculinas, Joseph Kaiser y Dimitry Ivashchenko, cumplieron su papel, de alguna forma.
La dirección de Rattle fue extraordinaria, resaltando a veces ciertos planos sonoros que resultaban ser toda una novedad para el oyente, jugando con los pianos más sobrecogedores y los fortes más impactantes.
El sábado y el domingo, la Filarmónica tocará en el Auditorio Nacional con dos programas diferentes, en los que interpretarán sinfonías de Schumann, el Réquiem de Fauré con el Orfeón Donostiarra, el Concierto para violín de Alban Berg y la obertura de La flauta mágica.
Excelente obra maestra de Beethoven, la sinfonía coral.
Para reflexión del lector:
El suegro de Robert Schumann dijo de ella que era un “indigerible caos” y que “ simplemente es desagradable y así debe seguir siendo”. Y Wagner dijo que la obra era un “error histórico necesario de trágicas dimensiones”.