Juan Carlos Medina: “En ‘Insensibles’ he intentado colocar al espectador en la cabeza de un niño”
Por Julio Vallejo
El director Juan Carlos Medina se adentra con su ópera prima, Insensibles, en el espinoso pasado reciente de España. Usa elementos del fantástico y el terror para hablar de esa memoria histórica que sigue causando discusiones entre personas de un mismo país. Con la ayuda del guionista Luiso Berdejo, el cineasta hispanofrancés sigue los pasos de un médico que descubre que padece una terrible enfermedad después de un accidente de tráfico. La necesidad urgente de un trasplante le llevará a pedir ayuda a los que creía sus padres. Ellos le desvelarán que no es su hijo biológico. Sus investigaciones para descubrir a sus verdaderos progenitores le conducirán a un viejo sanatorio que albergó a unos niños insensibles al dolor en los años treinta del siglo XX.
En la siguiente entrevista, Juan Carlos Medina nos desvela algunas de las claves de este interesante filme que ya ha conseguido el premio Méliès de Plata en el Festival de Estrasburgo y el de Mejor Banda Sonora en Nocturna.
Insensibles entronca con un subgénero de películas que han abordado la historia de España desde el terror o el género fantástico, como El espíritu de la Colmena, El laberinto del Fauno, El espinazo del diablo o El Bosc. ¿De qué manera encaja tu largometraje con esa tradición?
Mi película está más cercana a la visión de las obras de Guillermo del Toro. Para mí es un gran halago que se la compare con los filmes que hizo cuando vino a España. El espinazo del diablo y El laberinto del fauno fueron grandes fuentes de inspiración. Creo que él se adaptó muy bien a esa tradición que tenía como antecedentes a Víctor Erice o Chicho Ibáñez Serrador, que utilizaban la fantasía para burlar la censura o contar lo indecible.
En El espíritu de la Colmena, por ejemplo, Erice nos muestra la sensibilidad de un niño para contarnos una serie de cosas. Es lo que he intentado en Insensibles: colocar a la gente en la cabeza de un niño. Eso hace que la película sea más impactante, porque los niños viven las cosas de una manera muy intensa.
¿Por qué crees que el género fantástico está siendo utilizado en los últimos años para hablar de nuestro pasado?
Mi teoría personal sobre las razones de ese tratamiento fantástico está relacionada con la idea del tabú o de lo indecible, el unspeakable de las novelas de Lovecraft. Es lo que hacía el escritor norteamericano: sugerirte unos cuantos detalles; ver la cola del monstruo para que tu imaginación se vuelva loca.
¿Por qué elegiste a Àlex Brendemühl, un actor que tiende a expresar mucho con pocos gestos, para el papel de ese médico que descubre su pasado después de un accidente?
Era el único actor en España que tiene esa mirada fría que no te cansas de observar para intentar desvelar su misterio. Además, es uno de los actores más sobrios y minimalistas que tenemos. Me gustaba trabajar desde esa frialdad e ir llevándola hacia la emoción, a unos territorios de expresividad en los que Àlex no había trabajado antes. Creo que es precisamente lo que a él le interesó: utilizar partes de su registro que se han visto poco en el cine.
¿Por qué elegiste a Tómas Lemarquis, el actor islandés que encarna a Berkano, ese psicópata que fue un niño insensible?
Necesitaba un físico que no tuviera rasgos étnicos o de pertenencia a una cultura determinada. Tenía que ser un personaje monstruoso y que estuviera fuera de la humanidad. Conseguir que una persona te pudiera dar eso físicamente es difícil. Cuando vi a Tómas en la película Nói Albinói, me llamó mucho la atención. Fue entonces cuando le hice unas pruebas y vi que era perfecto para la versión adulta de Berkano, una vez que se ha volcado en la monstruosidad. Lo difícil fue encontrar a los niños que encarnaran al personaje en su infancia. Busqué actores que nos sacasen de los rasgos típicamente españoles. Encontré a unos chicos australianos educados en Barcelona que hablaban castellano y catalán perfectamente. Me interesó su físico, su increíble mirada y la manera en la que creía que podrían reflejar la evolución del personaje.
Como padre del personaje de Àlex Brendemühl escogiste a Juan Diego, un actor muy explosivo que contrasta con la sobriedad del intérprete catalán.
No siempre está tan explosivo. Si le ves en películas como Dragón rapide o La noche oscura, también comprobamos que puede hacer trabajos más interiorizados.
Le has asignado un personaje de antiguo torturador un tanto peculiar
Es un personaje torturado que sabe perfectamente cuál es su bagaje de maldad y crímenes. Eso es lo que retuerce su conciencia. No creo en la gente esencialmente malvada; creo que muchos hacen cosas malas porque las circunstancias les llevan a ello.
Insensibles habla de nuestro pasado reciente y de las heridas todavía abiertas. ¿No tenías miedo de reacciones en contra de algunos espectadores?
He intentado situar siempre al espectador en el terreno de la subjetividad de los niños. Desde ahí muestro las atrocidades de la guerra sin tomar partido por un bando o por otro, sino mostrando el horror de la situación en general. He intentado plasmar la brutalidad del fanatismo y la estupidez de la guerra desde la inocencia. No creo que nadie se pueda sentir incómodo viéndola. Solamente trata de mostrar ciertas cosas que han ocurrido de una manera metafórica.