“Entre Óxido”
Por Barbara Bacconi.
Calle Sevilla, 5 bajo, Valencia
Hasta el día 28 de junio
Casi toda la calle Sevilla de Valencia está ocluida por las obras desde meses, pero no importa cruzarla entre el polvo, las grúas y las barreras que cierran el camino porque, la cita que nos espera, es en el Sporting Club Russafa y la exposición es «Entre Óxido » del artista argentino Néstor López afincado en tierra española desde hace 30 años.
Me comenta Néstor: “En el Sporting Club, me siento muy cómodo conozco este espacio alternativo desde sus comienzos y siempre me he sentido como en mi casa, me veo arropado de amigos, con buena gente”. Así es, en el Sporting nos sentimos verdaderamente como en casa, entre amigos; un lugar con un camino histórico bien definido y rico en experiencias.
Desde luego vale la pena entrelazar estas dos historias, la de la exposición y la del Sporting Club, fragua de todas aquellas actividades artísticas que va desde el arte plástico a la escénica, pasando por todas las variedades de estas como performances, arte en vivo, música, teatro, etc.
Entramos en el Sporting Cluba Russafa a través de un pasillo ancho y largo, donde ya encontramos los 16 trabajos de Néstor López. Las pinturas, la mayoría de ellas de gran tamaño, nos invitan a observarlas como también a tocarlas, considerando la técnica utilizada por el autor. “Entre Óxido”, que es una serie en la que ha estado trabajando López dos años, y que cuenta con la colaboración, en unas piezas, de Mariona Brines, nos conecta directamente y de manera muy precisa a la técnica utilizada y que hace hincapié en la viva textura.
Es un viaje por la materia, entre los colores como marrón, naranja, rojo sombrío, colores de la arcilla, tal vez los de la misma tierra argentina; también podemos observar el viola, el celeste, algún verde: el autor ha creado una gran miscelánea donde sólo la textura juega el papel principal.
En nuestro camino nos acompaña una curiosa música de los años 30/40, que muy poco se adapta a las obras expuestas pero sí que se adecúa bien con la atmosfera del “tiempo sin tiempo” que se respira en el Sporting, sólo hace falta dejarse llevar por ella y llegamos allí, lo que yo llamo el corazón de esta inmensa nave en que no nos sentimos perdidos, todo lo contrario: cada rincón se transforma en un baricentro en donde cada uno se siente el protagonista.
Allí se encuentran los amigos “de toda la vida”, como Cristian Parra Duhalde, Daniel Urta, Horacio Silva, Rafa De Corral, Miguel Ángel Aranda, Elena Martí Manzanares, Curro Canavese, el cual forma parte de los 25 socios del Sporting Club, un local que, durante los años 50, era un club de boxeo donde se realizaban veladas.
En 2003 se hace cargo del espacio un primer grupo de 15 personas y, en el mismo año, se iniciaron las obras de remodelación; además fue fundada la asociación cultural Sporting Club Russafa a la que, en 2012, se añadirá el nombre de Carlos Moreno Mínguez, fallecido ese año y ex presidente del Club.
Totalmente inmersos en este espacio, tratando de recrear esa atmósfera del “once upon a time…”, siempre acompañados por la música y las charlas de los amigos y nuevos visitantes, curioseamos entre los cinco talleres de los siete artistas que trabajan aquí abriéndonos, por lo tanto, también a otras realidades artísticas.
Y, como sucede a menudo, espero aquel tiempo necesario para sumergirme de nuevo en la exposición y robar, por unos segundos y en la medida posible, algunas informaciones a Néstor López el que se caracteriza, sobre todo, por una genuina franqueza. López es un artista que ha tenido mucho que ver con Valencia y sus entornos, lleva 14 años de exposiciones y muchas investigaciones que, por cierto, lo han ayudado a encontrar aquel elemento que iba buscando para que lo identificara y, a la vez, pudiera unir lo que quería mostrar. De hecho el autor, observando las diferentes matices que ofrecía el óxido de hierro, vio que eso reflejaba muy bien “el paso del tiempo”, como comenta él mismo. Un material, el óxido, que se entremezcla con diferentes técnicas en cada obra, aunque en esta exposición haya varios cuadros en donde interviene sólo el óxido para crear aquel mundo y aquel lenguaje típicamente abstracto que le pertenece y donde se encuentra libre sin ataduras formales.