Ordet, La palabra y el mundo
ORDET
Pilar Martín Gila
Edita: Amargord Ediciones
Por Ana March @vidadeletras
Sabemos que percibir y pensar son las actividades mediante las cuales estructuramos y cubrimos de significado al mundo. El pensamiento es la figura lógica de los hechos. Así, la lógica del lenguaje y la lógica del mundo se corresponden, delimitándose mutuamente en proposiciones y hechos, según señalaron ya Wittgenstein o Leibnitz. Entonces, qué pasa cuando la palabra tiene la capacidad de atravesar lo aparente, ir más allá de lo real, y reclama para sí el territorio onírico y místico. La lógica queda entonces subordinada a la correspondencia entre dos estratos, el empírico y el ideal, especula los hechos desde otras proporciones, creando una metáfora esencial del sujeto que las asume. Todo este razonamiento bien podría servir simplemente para conjeturar la poesía en sí misma, pero también interesa para aproximarnos al espacio que transita la poesía de Pilar Martín Gila en su libro Ordet, recientemente editado por Amargord. En él, la poeta inquiere al mundo e inquiere a la palabra, indaga en la lucha entre sus impulsos, creando para ello un microcosmos onírico, tramado sin ley, preñado de viento, ecos, niebla, murmullos, tintineos, con el que nos aproxima a sus percepciones:
Ella tiene la sombra
de las ventanas
y devana un ovillo
entre el futuro y lo cierto,
una soledad que no conoce
y una promesa
que se cumplirá hecha añicos,
porque el viejo Borgen se acurruca
sobre el suelo de las pocilgas
entre los animales
sin esperanza, el peso de la piedra,
el declive que guarda en un bolsillo
y consulta a solas.
Ordet, el nombre que da título al poemario de Pilar Martín Gila, se corresponde con el título de la obra teatral de Kaj Munk, adaptada al cine en el año 1955 por el extraordinario director danés, Carl Theodor Dreyer, a cuya versión española se agregó el subtitulo, “La Palabra”. Pilar precisa que aunque existe una clara pero no rigurosa referencia, el poemario no se halla subordinado a la película, y así es, aunque constatamos que la fragilidad del individuo ante los caprichos de la fe y la razón, son las costuras que traspasan a una y otra obra, por lo que el esqueleto del conjunto poético bien podría sostenerse, si no en la figura, sí en el fondo del film, y nos sirve ahora para aproximarnos a su idea. En los poemas predomina la fragilidad del individuo, “la triste figura de las batallas”, se esbozan trampas de la razón y esclavitudes del espíritu, proyectadas entre sutiles líneas, ecos y reverberaciones, desenmascarando el carnaval de amos y esclavos. Pilar Martín Gila va en busca del mundo, convirtiendo lo ordinario en símbolo, lo exhorta a mirar a través de sus ojos, o lo que es lo mismo, lo hace desfilar a través de sus palabras. Una tarea que no es meramente descriptiva sino que busca transformar (“despertar”), sino la cabeza, la voluntad, el talante, el <<gusto>> por las cosas “Peter, el sastre, nos condena. Ebrios devotos de los pantanos”. Práxis intelectual o espiritual, según quiera verse, que no se estanca en la perplejidad, funda, explica y concluye, busca intrínsecamente solucionar el despiste inveterado, el fracaso:
Pero sube a trompicones
por las dunas
tras el reverso de sus deseos
y reclama una gran decepción
que nadie aplaque
y el mar devuelva una y otra vez
y las gaviotas desechen
y los demás ignoren o desconfíen.
Una gran decepción inconfesable.
Cómo sabes lo que se ha puesto en marcha
al dragar el pantano. Se oyen las herraduras
de otra yegua inquieta. Hará frío
durante el día. En los pajares,
guarda caliente la esperanza
de su fracaso
como si alguien pudiera extinguirla
con un suspiro de complacencia.
Pilar Martín Gila ha concebido un poemario al que debe uno aproximarse con la piel dispuesta a las sensaciones, un libro muy visual, inquietante, profundo. Un todo poético indisoluble en sus partes, una unidad que juega entre la ilusión y el concepto, entre la proposición y los hechos, referenciando el vacío y el pasmo espiritual con voz profética, “la melancolía les ha hecho impenetrables y se han quedado solos sobre sus rodillas. La decepción los levanta contra sus sueños”. Transitando el solipsismo, fundando su identidad esencial entre el lenguaje y el mundo, marca una vuelta, pero ¿de qué a qué vuelve? Vuelve del estrato entre lo empírico y lo ideal, en nombre del desasosiego de los fantasmas, de los síntomas de la enfermedad, de sentir al mundo enfermo por estar entre el vacío y la locura de ninguna parte –dormido-. Lo hace sin paliativos funcionales. “La locura es el extremo de una palabra pactada”, dice, “Escuchad. Es la guadaña. Está sesgando a la contra”. O como ella misma escribe: “Viene enumerando las lluvias, los castigos, los prodigios en los sueños, la muerte que fue o que será ante la puerta. ¿Qué ha querido decir? Viene hablando solo, en su nombre. La palabra irrefutable es un rey ciego ante el acantilado, hundida sus naves/ a la caída del sol/viene y va/ entre las líneas del mundo”.
La autora: Pilar Martín Gila estudió Filosofía en la UCM, y Filología en la UNED. Además de los poemarios, Para no morir ahora (2º Premio Vicente Aleixandre), Demonios, y Ordet, otros escritos suyos, tanto de narrativa como de poesía, aparecen en diversas publicaciones periódicas y recopilatorios. También ha colaborado como escritora en diversos medios. Actualmente es presidenta y responsable del área de creación de IFIDMA, y parte de su trabajo se desarrolla entre la relación de la poesía y la música, colaborando con diversas obras poéticas, entre otros, con el compositor Sergio Brandony.