Constructores de monstruos
Constructores de monstruos, Javier Tomeo, Ilustraciones del propio autor, Editorial Alpha Decay, 2013, 120 pp., 14,90 €.
Por Ana Blé
Los constructores de monstruos son Raimonius von Bernstein, sietemesino, barón de Cucurstein y sobrino del markgrave de Ulmdg, y su ayudante Tadeusz von Rippstein, zurdo, hijo de un relojero y plebeyo. Ambos son huérfanos y médicos, aunque el primero cursó estudios en una universidad de élite y posee una cabeza muy grande, y el segundo hizo la carrera en una universidad de provincias y tiene el cráneo pequeño. Recluidos en un castillo y atendidos por un tétrico sirviente, se proponen abordar la tarea de construir un engendro a partir de carne muerta, y será Raimonius, a través de su diario, quien nos irá relatando los avances que se vayan produciendo en la consecución del trabajo que le ha encomendado su tío.
Dispondrán de un laboratorio equipado con los artilugios más modernos, aunque antes de empezar a descuartizar el primer cadáver, deberán planificar cómo irán ensamblando los distintos órganos en su monstruo de encargo, sirviéndose para ello “de la última edición del Manual de construcción de monstruos, del maestro Gropius, publicado hace unos cuantos años en la ciudad de Korontus pero que, en su última revisión, recoge los más recientes descubrimientos y adelanta incluso algunos hallazgos científicos que todavía no han sido encontrados, aunque a primera vista parezca un contrasentido.” Durante el trascurso de unos días, repasarán conceptos tales como aminoácido o neuropéptido, y discutirán sus opiniones acerca de la criatura a la que darán vida, como por ejemplo, si deberían insertarle varios cerebros o si sería apropiado colocarle una ristra de ojos en forma de diadema; pero también tendrán tiempo para conversar sobre perfumes o sobre cuestiones de familia.
Así, entre las charlas de la pareja de constructores y las reflexiones íntimas del propio Raimonius, vamos deslizándonos graciosamente de un tema a otro: de los monómeros a las calabazas, de la fidelidad de los cuervos a la saliva anestésica, de las expresiones faciales a las verdades de la ciencia, ¿debería el engendro llevar pantalones con bragueta?, ¿se alimentan los peces payaso de sueños?, ¿no hay ya suficientes monstruos en este mundo? Y a medida que avanza la lectura, va creciendo en nosotros un sentimiento de ternura hacia los personajes, un desconcierto generalizado, y una gran curiosidad acerca de cómo terminará la historia.
Esta pequeña novela es un cóctel de cuento gótico, filme surrealista, teatro del absurdo, canción melódica, chiste macabro y tratado filosófico. Una versión de Frankenstein donde los protagonistas comen judías con chorizo y después se echan la siesta. Una metáfora sobre el proceso creativo. Pero sobre todo, es una fascinante puerta de entrada al universo particular y único de Javier Tomeo, aragonés de 79 años que ha escrito de más de 42 libros, ha sido traducido a más de 14 idiomas, y además es constructor de monstruos.
De sus ilustraciones, a la vez simpáticas y siniestras, el autor explica en el prólogo: “Se trata obviamente de simples caricaturas, dibujadas al desgaire, sin la menor pretensión de hacer algo bien hecho. Al fin y al cabo, mis personajes son criaturas desmadradas, esperpénticas, hipertrofiadas, y es precisamente la caricatura el retrato que más les corresponde.”