Entrevista a Emilia Landaluce por "Jacobo Alba", la vida de novela del padre de la duquesa de Alba
¿Quién fue uno de los personajes más singulares de la nobleza española, sobrino de Eugenia de Montijo, íntimo amigo de Alfonso XIII y secreto enamorado de la reina Victoria Eugenia? Ese hombre, descendiente de un noble linaje y dueño de un extraordinario patrimonio fue Jacobo Fitz-James Stuart (1878-1953), XVII duque de Alba, siempre fiel, como sus antepasados, a los reyes de España, a los que trató con familiaridad y no abandonó ni cuando partieron al exilio. Un ciudadano, monárquico de corazón y político por vocación; un diplomático que, tras la muerte de su joven esposa por tuberculosis, fue nombrado por Franco embajador en Londres; un padre cuya verdadera pasión fue su única hija, Cayetana, una niña con la que compartió algunos de los momentos más vibrantes de esta novela. Jacobo Alba es la primera incursión en la novela histórica de la periodista y escritora, Emilia Landaluce.
Jacobo Alba. Emilia Landaluce. Editorial La Esfera de los libros, 2013. 448 páginas. 21,90 €
Emilia Landaluce (Madrid, 1981), periodista por descarte y accidente, es columnista de El Mundo y redactora en La Otra Crónica, de cuyo equipo fundacional formó parte. Asimismo, colabora en otras publicaciones de Unidad Editorial como Crónica, La Aventura de la Historia, Metrópoli y Magazine. Su blog, «Paso Revista» es uno de los más seguidos en www.elmundo.es. Y desde hace dos años, participa en EsLamañana de Federico Jiménez Losantos. A los veintiséis años publicó su primer libro Las dietas y la libertad. En 2011, colaboró con Francisco Franco Martínez-Bordiú en La naturaleza de Franco. Cuando mi abuelo era persona.
Entrevista:
P.- ¿Cómo surgió la idea de hacer esta recreación de la vida de Jacobo Alba?
Precisamente porque no había nada escrito sobre el XVII duque de Alba y me pareció que era un personaje digno de novela. Viajero incansable, ministro, íntimo amigo del rey… Casi se le podría haber dedicado una saga.
P.- Biografía novelada, novela histórica… En estos días en los que todo debe catalogarse, ¿cómo definirías tu libro?
Me gusta el término biografía novelada por lo denostado del término novela histórica. Pero se trata de un libro bastante documentado en sus posibilidades sin dejar de ser dinámico.
P.- ¿Cuánto de ficción y cuanto de realidad tiene la novela? ¿Dónde se encuentra esa fina línea que las separa?
Digamos que el 90% es realidad. Pero claro, ¿cuánta ficción hay en la Historia, en general? Si la contabilidad se falsea, también se miente en los diarios, en los dietarios e incluso en las fechas. La fina línea está en los hechos objetivos y las fechas. A partir de ahí, comienza la novela que cada uno escribe de su vida.
P.- ¿Qué te atrajo más el personaje como tal, Jacobo Alba, o la intensa vida que como hombre adinerado y culto llevó durante años?
Su vida. Los ambientes que frecuentó. Desde Howard Carter o Cole Porter hasta los reyes de casi toda Europa. Pero lo que más me fascinó del personaje fue la labor cultural que hizo en la España de entonces como su faceta de aventurero y viajero. También su decepción por el devenir de España, aunque no siempre estuviera de acuerdo con sus puntos de vista.
P.- Entonces, ¿qué factores destacas más del personaje: el humano, el político, el aristocrático y social…?
Está todo unido. Sin el humano o el aristócrata, nunca hubiera logrado esa red de contactos que posteriormente le ayudarían en su desempeño como político y embajador.
P.- ¿Cuál ha sido el hecho más destacable de Jacobo Alba en la reciente historia de España?
Pues ayudar a evitar que Francia e Inglaterra entraran activamente en la Guerra Civil Española, la ampliación del Museo del Prado y por supuesto, la reconstrucción del Palacio de Liria. También jugó un papel muy importante, junto a José María Sert, en el salvamento de obras de artes durante la guerra.
P.- ¿Cómo fue su relación con el régimen y con Franco en concreto, como persona?
En principio fue buena. El duque de Alba estaba de acuerdo con los principios del alzamiento y no habría que olvidar que su hermano Hernando murió en Paracuellos. El desencuentro vino más tarde, cuando se dio cuenta que Franco no restauraría la monarquía.
P.- Defensor a ultranza de la monarquía, ¿qué papel jugó en la lucha por su recuperación?
Él murió en 1953 por lo que nunca pudo ver la Monarquía, en la que tanto creyó, restaurada. Sin embargo, sacrificó su relación con el régimen de Franco por don Juan y siempre estuvo para lo que necesitase la familia real en el exilio.
P.- ¿Qué ha heredado Cayetana de Alba de su padre? De entre los hijos de ésta ¿cual crees que es el más afín a la figura del abuelo?
Su compromiso con la historia familiar y la conservación del patrimonio. Y ser monárquico, que en el caso de los Alba parece algo casi venéreo. Respecto a los hijos, me parece que Carlos, el duque de Huéscar, está haciendo una gran labor para proteger el patrimonio de la fundación Casa de Alba. En otros aspectos, creo que su hijo Jacobo es el más parecido a su abuelo.
P.- ¿Es cierto que estuvo enamorado de la reina Victoria Eugenia?
Se habló mucho de su relación. Incluso la infanta Eulalia, hija de Isabel II especuló con un posible matrimonio. Pero no puedo decir hasta qué punto estuvo enamorado. Sí que hubo fascinación.
P.- ¿Los aristócratas de hoy en día son como Jacobo Alba? ¿Qué queda de su época dorada?
Yo creo que los aristócratas de hoy tienen poco de Jacobo Alba. De esa época, quedan las memorias y los recuerdos. Pereció con la llegada de la república en 1931.
P.- Imagino un exhaustivo trabajo de documentación. ¿Cómo ha sido el proceso? ¿Es necesario mantener el rigor histórico en un trabajo como este?
Pues he estado alrededor de dos años investigando y leyendo. Visitando los diferentes archivos y entrevistando a varias personas, muy añosas, que le llegaron a tratar. El rigor es imprescindible pero no se debe sacrificar el estilo fluido que ha de acompañar a una obra como esta.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos literarios entre manos de los que nos puedas hablar?
Estoy barajando varios proyectos. Me decidiré durante el verano al que pienso dedicar a leer cualquier cosa no relativa a la restauración y/o Guerra Civil, Franco…
Por Benito Garrido.