DESCARTES (II): MUJER DE FUEGO
Por JUAN CARLOS VICENTE. Se levantó y encendió su ordenador portátil. Escuchó el leve zumbido de la tecnología, entrelazó los dedos de ambas manos y los hizo crujir. El destello de la pantalla variaba de intensidad y de color hasta quedar fijado en la emulsión anaranjada de una instantánea de Mujer de Fuego I que hacía de salva pantallas. La imagen era explícita y a la vez un misterio: la figura ensombrecida de una mujer en un incendio brutal, momentos antes de arrodillarse y alzar sus brazos como las alas negras de un ave. La figura parecía llevar una túnica, quizá con capucha. No se distinguía si avanzaba hacia el incendio o surgía de él, solo en el siguiente fotograma se podía intuir, por la posición de sus dedos pulgares, que abandonaba el fuego.