Lo novela de mi vida: Andrea Jeftanovic
Agua viva, de Clarice Lispector
Por Andrea Jeftanovic*
Corro el riesgo de ser majadera, siempre o casi siempre digo lo mismo: Agua Viva de Clarice Lispector es uno de esos libros que marcan un antes y un después en mi biografía como lectora. Confieso que yo tuve un amor fortuito y a primera vista con este libro. Por azar visitaba una librería en Barcelona en 1997 junto a una amiga brasilera, pasamos por una mesa y ahí estaban sus libros traducidos al español por editorial Siruela. “Creo que te va a gustar esa autora”. Leí Agua viva como si me cayese una tormenta arriba de la cabeza. Me decía para mis adentros “escribe eso que es tan difícil de verbalizar: el miedo al otro, el miedo a la soledad, las epifanías en nuestra rutina cotidiana, el espanto de la vida, la curiosidad y el miedo a la muerte, el hechizo contemplativo del lenguaje, el vértigo del presente. ¿De qué trata esa ambigua novela-ensayo-registro? De instantes”.
“Pero aquello que capto en mí tiene, ahora que está siendo transpuesto a la escritura, la desesperación de que las palabras ocupen más instantes que la mirada. Más que un instante quiero su fluencia”.
Fui siguiendo otros libros de esta autora brasilera que se declaraba dueña de casa, la que escribía con la máquina de escribir sobre su falda mientras supervisaba a sus hijos. Esa mujer con pocas o nulas pretensiones intelectuales escribió novelas y cuentos de profundos alcances filosóficos y existencialistas, en especial destaco, esta novela- flujo que narra un entramado de pulsiones vitales que son ráfagas de sensaciones, imágenes, de gran densidad psicológica y fuerza poética. El texto se estructura en torno a vastos monólogos internos que funcionan como una búsqueda introspectiva donde la conciencia individual fluye en oscilaciones del tiempo. No interesa contar sólo hechos, sino explorar la repercusión de estos en los individuos, en un trabajo donde el lenguaje es materia moldeable en la experiencia del despliegue del “yo”. ¿Qué buscaba Lispector? En varios escritos lo verbalizó: “Pegar a coisa” (tomar la cosa). Un deseo vehemente de alcanzar el núcleo de las cosas, captar el “it”. Una constante reflexión sobre el lenguaje, ella misma lo dijo así: “La palabra tiene su terrible límite. Más allá de ese límite está el caos orgánico. Después del final de la palabra empieza el gran alarido eterno.”
Novela –límite.
Novela-grito.
Novela-flujo.
Caos.
*Andrea Jeftanovic. Es narradora, ensayista y docente. Su último libro, de cuentos, se titula No aceptes caramelos de extraños y recibió el Premio del Círculo de Críticos de Chile en 2012.