Club Culturamas

¿Hay una primera vez para TODO?

193701Por JUAN LUIS MARÍN. «Era verano. Se llamaba Pampita y la recogí en la zona de General Aranguren. Una esbelta mulata de ojos verdes, con una espectacular melena negra y un buen par de tetas. Tacones altos, medias con liguero y un ajustado corpiño a juego.

No tardamos en llegar a un edificio de apartamentos de lujo, muy cerca de donde hace la calle. El portero me mira de reojo, con una mezcla de compasión y curiosidad, seguramente preguntándose qué hace un tío como yo con alguien como ella. Bajo la cabeza avergonzado y la sigo en dirección al ascensor, observando cómo menea el trasero y clava con decisión los tacones de aguja en el suelo recién encerado.

Una vez en el apartamento me dice que me ponga cómodo y entra en el baño. Supongo que para lavarse. Me desnudo y me siento en el sofá. Comienzo a tiritar. Pero no hace frío. Joder, estamos en pleno mes de agosto. Son los nervios. La inseguridad. Quizá el miedo. Entonces ella sale del baño. Se ha quitado las medias y el corpiño.

– ¿Te passa algo?- pregunta mientras saca una china de costo, tabaco y papel de liar de un cofrecillo de madera.

– Tengo frío. ¿Está puesto el aire acondicionado?

Pero no se refiere a eso. Sino a mi lamentable desnudo. Mis costillas, los palillos, mi esternón… La “medusa con patas”.

– No estarás enfermito, ¿verdade?

– Qué va- respondo, negando con la cabeza -. Solo en los huesos.

Asiente con condescendencia, se pasa la lengua por los labios y termina de hacerse el porro mientras avanza hacia mí. Sus pechos son portentosos. Turgentes. Rocosos. Me mira. Sonríe viciosamente. Enciende el canuto, echa la cabeza atrás y da una calada. No sé qué hacer. Tengo las manos sobre las rodillas desnudas. Me sudan. Y sigo tiritando. Da un paso al frente y me pasa el peta. La boquilla está caliente. Húmeda. Con restos de carmín. Doy una calada con los ojos cerrados. Y cuando vuelvo a abrirlos tengo sus bragas a dos centímetros de mi cara. Ella me acaricia el pelo. Suspira…

– ¿Qué queres fazer?- pregunta.

– ¿Tú qué crees?

Entonces se baja las bragas.

– Mira o que tenho para ti- dice, cogiendo algo con la mano.

Y mete su polla en mi boca.

Me costó Dios y ayuda hacerle entender que no era aquél el orificio destinado a ser rellenado por su tranca. Para entonces, pasada media hora, dos porros y un par de copas, por fin había dejado de tiritar.

– ¿Vamos?- y me puse en pie.

Parpadeé mareado. Pampita giraba a mi alrededor, como si yo fuera el centro de un tiovivo enloquecido y todas mis inhibiciones salieran disparadas hacia ella… Hasta que entramos en el dormitorio.

Entonces me puso a cuatro patas sobre la cama y me untó el culo con vaselina. Después se montó a horcajadas sobre mí…

Y me penetró.

Estrujé la almohada con todas mis fuerzas, apreté los dientes y cerré los ojos. Sentía que me estuvieran partiendo en dos.

– Para, para…- susurré.

– Calmo, meu amor, que vai a gustar…

Y continuó.

– Para, por favor…

– Se te abre o culito, cariño, ya está…

Me estaba taladrando.

– Por favor…

– Toda para ti…

Podría haberme ido. Lo sé. Pero aquello se me antojaba aún más humillante. ¿Qué sentido tenía huir de la trinchera que yo mismo había cavado? Así que apreté los dientes y asfixié la almohada como si fuera mi propia garganta. En silencio. Aguantando la respiración. Sintiendo sus manos juguetear con mi polla flácida y enana, como un cacahuete de goma.

Es lo más cerca que he estado de una violación. Y pagué por ella. Acabó corriéndose es mi espalda. Un par de chorros tibios y espesos con sus jadeos de fondo.

Conduje de vuelta a casa con la ventanilla bajada, escupiendo cada vez que me detenía en un semáforo y buscando una posición cómoda en la que permanecer sentado. Lo que se había abierto en mi culo era el puto Cañón del Colorado. Y en él serpenteaba un abundante caudal.

No me di cuenta hasta que llegué a casa y me quité la ropa.

Los calzoncillos albergaban sangre y mierda a partes iguales.

Acababa de cagar mi propia alma.

“Debe ser que me la he comido”, pensé.

Aún hoy, sigo sin recordar su sabor».

(Fragmento de CERO, una novela del menda lerenda. ¡No te pierdas el book trailer!)

 

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