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DEl VINO Y DE LAS LEYES (I)

Garrafón-300x300Por OSCAR M. PRIETO. La memoria no se diferencia mucho de una de estas cajas nuestras. En ella guardamos los recuerdos de los años sin orden ni concierto alguno. Sin criterio aparente, sin motivo cierto, unos momentos se salvarán en ella, otros naufragarán para siempre en el olvido. Uno de estos recuerdos de mi infancia -que sin llegar todavía al sepia, ya es memoria de colores desleídos, de brillos a destiempo-, reúne en cuatro o cinco imágenes, aquellos partidos de fútbol del Torneo Garrafón. Tardes de fútbol, de pantalones cortos, de siempre riendo y corriendo a todos lados. El tal torneo se jugaba en el Prao Palacio –así se llama el campo de fútbol de mi pueblo, nombre evocador y sintético donde los haya- y los equipos principales –algo así como el Madrid y el Barsa de Benavides- eran la Peña El Moco y Los Ocho Caños. Yo animaba a la Peña El Moco, porque en ella jugaba mi tío Javier.

El trofeo, como seguramente habréis imaginado, era un garrafón de vino. Garrafón que presidía todos los partidos y que desencadenaba el júbilo y la euforia en el equipo ganador hasta el punto de que, francamente, no creo que ganar la Champion provoque tanta alegría como la que concitaba aquel garrafón paseado en alto en vuelta de honor, como la mejor de todas las copas.

Hoy en día un torneo así sería inconcebible. Se echarían encima de organizadores, jugadores y aficiones todas la “autoridades” que uno pueda imaginar, comenzando por las sanitarias –sí, esas que nos advierte…- y terminando por esos que se colocan en algunos cruces para hacernos soplar.

Nuestros políticos son tan malos que lo único que saben hacer es legislar. Un gobierno se felicita por el número de leyes aprobadas, como si aprobar leyes fuera todo un logro. Cuando, en realidad, cada ley que se aprueba supone un fracaso de la civilización y de la convivencia. Se legisla mucho y se legisla mal. Se legisla mal, en primer lugar porque estos mequetrefes ni siquiera saben redactar las leyes. Os propongo que comparéis la claridad expositiva y sistemática, incluso elegante, de nuestro Código Civil –heredado de Napoleón- con el barrullo y confusión gramatical y mental de las leyes o cualquier otro tipo de normas con las que nuestros políticos nos condenan cada día.

Un exceso de legislación puede ser uno de los mayores enemigos de la democracia y de la libertad. Un exceso de legislación acaba convirtiendo un régimen de libertades en una democracia totalitaria. Totalitaria en el sentido de que se entromete y regula todos los ámbitos del individuo, violentando incluso sus creencias y sus hábitos cotidianos y privados.

Es algo terrible, la voracidad con la que se inmiscuyen en nuestras vidas, no les basta con meterse en nuestros bolsillos.

Ayer mismo, regresando en coche, escuché un anuncio de la DGT en el que se nos recomienda caminar. Pero bueno, qué se han creído estos tíos. Ya no se cortan, han perdido toda noción de límite. Me temo que acabaremos como en “Amanece que no es poco” –película genial entre las geniales-, en esa escena en que la pareja de la Guardia Civil va a buscar al monte a Engué –que está haciendo sus estampas con las cabras-. De camino se encuentran con dos novios, que se disponen a la coyunda y son interrumpidos por los guardias civiles, con este diálogo:

-¡Pero no ves que así la chica no va a disfrutar…hay que prepararlo un poco…unas caricias, unos besos aquí y allá, no sé coño, lo que se dice una preparación!!!

¡Venga, venga, acaríciala, y a ver si haces las cosas como Dios manda!!!  ¡Pero pijo!!!

 

-¿Te está acariciando??

-Sí –responde ella.

-¿Y a que es mejor?

-Mucho mejor, donde va a parar…

 

En la película se trata de una exaltación de lo absurdo, pero me temo que no tardaremos mucho en comprobar en nuestra propias carnes –y  nunca mejor dicho- escenas como esta.

Cuidado con el exceso de legislaciones. Podemos pasar del imperio de la ley –sagrado principio- a la tiranía de las leyes.

Comenzamos aquí una serie de Cajas sobre nuestra cosa pública. Pero antes, por supuesto, beberemos vino, para pasar el mal trago. El próximo martes.

Salud

 

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