Cincuenta y dos
Por MIGUEL ÁNGEL MONTANARO. Él era un señorón de Logroño, roñoso y huraño. Un tipo cañí de los de antaño. De la época de Maricastaña, vamos. Ya en el otoño de sus años viajó a Peñíscola; y allí, esa mañana, la divisó entre los bañistas de la playa, como a una muñeca olvidada en la arena.
La cató con la mirada y se encoñó con la nena. La joven era montañosa de pecho y con dos pestañas como dos puñales.
Menudo caliqueño tiene la caribeña. A esta le voy a meter un gol que ni los de Butragueño, pensaba, cuando ella guiñándole un ojo, le mando una seña.
–Orduño Muñíz –se presentó risueño.
–Begoña Cañadas –correspondió educada.
–¿Qué haces por aquí? Tú debes ser brasileña…
–Me baño y soy panameña. ¿Y tú? –mintió cegándole con la blancura de su dentadura marfileña.
–De relax. No va a ser todo trabajar.
–Pareces un hombre de mundo. ¿Eres rico? –preguntó la belleza trigueña.
–No me va mal. Tengo viñedos en Cariñena y en Valdepeñas.
–¡Uy mi amol! ¿Y no serás mañoso con la fontanería? Necesito que en casa me desatasquen una cañería… –dejó caer la muy arpía.
Cinco minutos más tarde entraban en su apartamento…
–Voy a ponerme cómoda. ¿Me esperas un momento? –dijo ella quitándose el sujetador para ponérsela de cemento.
Cuando ella se perdió por la puerta de adentro, del otro cuarto salió un moreno cachas gritando como un poseso y al riojano, se le bajo eso.
–¿Quién eres tú? ¿Vienes a preñarme a mi mujel? ¿Qué haces en mi cabaña mi helmano? –dijo el que parecía congoleño y resultó ser cubano.
–Yo no quiero problemas eh… –dijo con un hilo de voz buscando la salida.
–Vosotros los españoles pensáis que el mundo es vuestro. Escucha lo que te digo Cristóbal Colón, o me compensas por este asunto turbio o te reparto hasta volverte rubio –amenazó bloqueando la puerta con su espalda de albañil.
No hubo riña. El donjuán frustrado se chupó la primera piña de mil. Y cuando el chulo de la morena le sacó brillo al puño, al otro le castañetearon las muelas como unas castañuelas.
–¡No me pegues que ya pago! –suplicó vaciando la billetera antes de salir a la carrera.
Muy cara me ha salido esta jinetera. No era normal tanta carantoña. He olido pelo de coño y he picado como un bisoño, se maldijo el amante canijo. Al menos he sacado una enseñanza…
Si peinas canas, de hembra joven no tengas añoranza,
que para ciertas hazañas, en vez de Don Quijote…
es mejor ser Sancho Panza.
Nota del autor
Apreciados lectores,
En el texto que acaban de leer, cincuenta y dos palabras contienen la letra eñe. Letra ésta, propia del idioma español. Y es posible que muchos de ustedes no hayan descubierto la intención de tanta eñe en el escrito. No se culpen, la eñe es una letra de nuestro alfabeto que nos pasa desapercibida, pero es singularmente española. Es nuestra. Sin ella, este relato, que no es sino una guasa sin más pretensión que la de pintar una sonrisa en tanto rostro preocupado, no hubiera podido escribirse; y no he tecleado estas cincuenta y dos palabras al azar. Reflejan el número de las cincuenta provincias y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla que conforman nuestra nación.
En estos tiempos de crisis económica, (de las otras crisis ya hablaremos) donde se necesita más que nunca el que se consuman productos nacionales, les animo a que lean obras de autores españoles y a que disfruten del teatro y del cine de factura española. La cultura no es solo lo más valioso –el corazón de un pueblo; es también, una industria tan importante como cualquier otra y emplea a miles de ciudadanos.
No es nacionalismo español, es sentido común.
No quisiera que el manipulador de guardia malinterpretase mis palabras. Por supuesto que en otros países se hace una literatura magnífica, entre otras disciplinas artísticas; pero también se encuentran buenas obras aquí y sin embargo, compramos las de los extranjeros por un atávico complejo de inferioridad que nadie sabe quién inauguró y según el cual, lo de fuera siempre es mejor, o más moderno e interesante. Y esto es falso. Vamos a ver si entre todos damos un empujón al país y esto echa a andar. Después ya veremos.
Por la parte que me toca, les animo a que descubran a nuestras editoriales y a nuestros autores, tienen mucho que decir. Y ustedes, mucho y bueno para leer.
PD Ya verán como viene ahora el tiquismiquis de turno a contar las palabras para ver si están las cincuenta y dos…