Así se hizo ALMAS GRISES
Por JUAN LUIS MARÍN. Han pasado 16 años. Un amigo había visto Carretera Perdida. “¿De qué va?”, le pregunté. No recuerdo su respuesta, pero sí que de aquellas palabras y del trailer que vi en televisión de la película de David Lynch… nació ALMAS GRISES. En principio como guión de largometraje. El segundo que escribía. Que, como el primero, me dejó los bolsillos vaciós a golpe de fotocopias y envíos certificados para probar suerte en todas las productoras habidas y por haber. Y también con el mismo resultado: cero patatero.
Mi propósito había sido escribir un thriller policíaco, oscuro, violento… Y sí, por qué no, con algún elemento sobrenatural. No fue hasta terminarlo que me di cuenta de lo que había creado: unos nuevos seres de pesadilla entorno a los cuales podía construir toda una “mitología”. Acababa de abrir una ventana a un nuevo mundo que me pedía a gritos que le diera un historia. Su Historia.
Pasaron los años. Y yo seguía escribiendo. Encontrando una solución a las inevitables y temidas crisis creativas: convertir en guiones mis novelas. Y viceversa. Había escrito esas historias así que, ¿quién mejor que yo para “adaptarlas”? ¿Y qué mejor ejercicio que ése para mantener la vena creativa… viva? Revisité ALMAS GRISES. Y pude darle mayor profundidad como novela. Incluso como serie de televisión (biblia y primer episodio incluidos). Tanto que, cuando repetí el proceso con otro guión en el que no estaban, pude incluirlas… y encajaron a la perfección. Ahora espero el momento para hacer lo mismo con otro largo de aquellos tiempos mozos… y completar mi particular trilogía.
Los caminos se cruzan. Y gracias a ALMAS GRISES todas mis historias tienen lugar en un mismo lugar, La Capital, donde convivieron, conviven o convivirán sus personajes. Con mayor o menor protagonismo. Con lugares comunes. Anécdotas. Y, sobre todo. DOLOR. Mucho DOLOR.
Dolor fruto del ODIO. Que es a quien dedico esta novela. Que ya está a la venta de mano de La Factoría de Ideas. Más de una década después de haber sido escrita. Porque de ese ODIO, fruto de las continuas negativas, de la frustración y los trabajos de supervivencia que se multiplicaban como las setas en otoño, las historias de amor que fracasaban, la pérdida de ilusión y los esfuerzos por recuperarla, de todas las negativas que llevaba puntualmente al día en un documento titulado “La puta lista negra”, de ver cómo mi familia sufría conmigo, de la vorágine autodestructiva que me ha llevado a lugares que nunca hubiera imaginado visitar (y menos en esas condiciones), de alcohol, putas y lo que no es ni una cosa ni otra, de rincones sórdidos, polvos de litrona y cenicero, pérdida de dignidad y sentido de la responsabilidad, de mucho más que deseos de que esto acabara de una vez… De todo eso ha nacido la mayor parte de lo que he escrito. Y os aseguro que me gusta. Me encanta. Pero no quiero volver a sentir tanto ODIO. Aun a riesgo de perder la inspiración. Y no escribir una sola línea que merezca la pena. Mis esfuerzos van ahora en otra dirección. No en escribir mejor. Tener razón. O que la gente piense que soy la hostia en vinagre. Sólo quiero VIVIR. Mientras pueda. Lo que dure. Y que tanta tontería haya servido de algo. Ahora ya no depende de mí. Sino de vosotros. Los lectores.
Lo hice lo mejor que pude. Creo que a día de hoy es de las pocas cosas de las que estoy cien por cien seguro.
Si os gusta y hay una segunda…
Cojonudo.
Y si no…
Que me quiten lo bailao.