La fiesta, de Luis Gutiérrez Maluenda
Por PACO GÓMEZ ESCRIBANO. Cuando un autor te inspira confianza, procuras hacerte con todo lo que publica, independientemente de tramas, personajes o de tu predisposición a comprar libros. “La fiesta” (Editorial Alrevés) es la última novela de Luis Gutiérrez Maluenda. Y si bien todas sus novelas publicadas por la editorial hasta ahora correspondían a la serie del detective Atila, en esta, el autor nos ofrece una historia diferente, pero una historia de género negro al más puro estilo Maluenda.
Los protagonistas principales son Susana, Marta, Salvio y Raúl. Acuden a una fiesta en la que Susana descubre a una chica degollada en la bañera. La fiesta la organiza Pablo, que es el jefe de Marta. Marta y Raúl están casados, pero en proceso de separación. Salvio es el amante de Marta y la ha acompañado a la fiesta. Y Raúl, que es médico, es el encargado de atender el shock de Susana. La investigación corre a cargo del inspector Colomer, un policía incisivo con un ojo que va a su bola y emite destellos intimidatorios, cuyo principal pasatiempo es desmantelar refranes. A lo largo de la investigación, el obstinado inspector se empeña en tratar a los cuatro personajes como una unidad y estos se organizan para seguir una estrategia común, a pesar del odio existente entre Marta y Raúl, los constantes enfrentamientos de Susana y Marta y el escepticismo de Salvio.
La novela está narrada en primera persona, pero de una forma muy especial, ya que son los cuatro protagonistas quienes nos cuentan la historia alternativamente, lo que propicia una riqueza de perspectivas. El lector debe hacerse una idea de lo que sucede a través de testimonios que muchas veces son contradictorios y que están marcados por las propias relaciones de los personajes, que destilan cinismo, envidia, celos… Y todo ello aderezado por unos secundarios cuyas peculiaridades especiales hacen de la historia una delicia. Para los lectores antiguos, hay un guiño del autor, ya que introduce como secundario a un personaje entrañable que ha protagonizado muchas de sus novelas, y hasta aquí puedo decir.
El desenlace es totalmente inesperado, ya que uno de los personajes no ha dicho toda la verdad y la cuenta al final. Pero la forma en que Maluenda nos conduce hasta él, podríamos decir que es bastante heterodoxa, ya que nos hace pasar por un epílogo del autor en el que es él el que de repente nos habla en primera persona . Después, los personajes se le rebelan. En definitiva, un final espectacular en cuanto a la resolución de la trama y en cuanto a la forma.
Una novela totalmente recomendable plagada de sentido del humor y llena de fuerza. Desde mi punto de vista, una virguería narrativa del autor que profundiza en los sentimientos humanos, poniéndose en la piel de mujeres y de hombres, diferenciando lo masculino y lo femenino y sus intereses encontrados, resolviendo todas las situaciones con éxito.
Valga una muestra del buen humor que destila esta novela:
Frente a la ventana de mi dormitorio hay un solar vallado en el que un día u otro construirán pisos o cualquier otra cosa. Una de las vallas que lo cercan es una superficie lisa y blanca, en ella se entretienen los poetas urbanos, los Van Gogh del espray y os que no tienen otra cosa que hacer que expresar allí sus enloquecidas ideas, debido a que en otro lugar los echarían a patadas. Hay un pequeño espacio que por alguna razón que desconozco parece reservado a mensajes que inciten a la meditación. Cada dos o tres días cambia el mensaje, alguien borra cuidadosamente el antiguo y al poco aparece uno nuevo. Me he acostumbrado a leerlos, en ocasiones tienen mérito. El de aquel sábado decía: “Para vivir fuera de la ley hay que ser honrado. Bob Dylan”.
Debajo estaba la respuesta de alguien que pensaba que él también tenía derecho para emborronar la valla; decía: “Y para ser un psicópata hay que lavarse el pelo tres veces por semana”. Firmaba: “El estilista de Bob Dylan, probablemente tan borracho como él mismo”.
Era posible que Dylan fuera el autor de la primera frase, de lo que no me cabía duda era de que Dylan no tenía estilista.
Se hubiese suicidado.
Al estilista, me refiero.
El autor nos ha hecho descansar de Atila, pero nos ha regalado a ese personaje tan peculiar, el inspector Colomer, que estoy seguro de que volverá a aparecer en alguna de sus futuras novelas. Porque de Luis Gutiérrez Maluenda, siempre queremos más.
(Biografía obtenida de Al revés editorial)
El autor: Después de dedicarse buena parte de su vida a ejercer de ejecutivo informático, decide abandonar para escribir novelas de género negro. Su primera novela, Putas, Diamantes y Cante Jondo, fue finalista del premio Mejor Primera Novela de 2005 otorgado por la Asociación de Novela Negra y Policíaca Brigada 21. Otras de sus novelas son 806 Solo para adultos, finalista del premio Yoescribo.com, Música para los muertos (2007) y Una Anciana Obesa Tranquila (2009). Ha publicado también ensayos y cuentos en diferentes medios culturales, como las revistas El coloquio de los perros y Prótesis o el fanzine LH’ Confidential; su cuento «Harlem» figura en la antología La Lista Negra que reúne a los nuevos valores de la novela policíaca española. Asimismo, su conferencia sobre la importancia del jazz y el blues en la novela negra, se incluye en el libro Geografías en Negro. Complementa su tiempo asistiendo como invitado a conferencias y mesas redondas en torno a su tema preferido, novela negra, jazz y blues.
Novelas:
La fiesta, (2013)
Ruido de cañerías, (2012)
Un buen lugar para reposar, (2012)
Un caniche blanco muerto, (2012)
Los muertos no tienen amigos, (2011)
Mala hostia, (2011)
El árbol bajo el que siempre llueve, (2011)
Un origen salvaje, (2011)
Una anciana obesa y tranquila, (2009)
Música para los muertos, (2007)
Putas, diamantes y cante jondo, (2005)