Un día de nieve
Un día de nieve, Ezra Jack Keats. Traducción de Susana Collazo Rodríguez. Editorial Lata de Sal, col. Vintage, 2013. 28×25 cm., 36 pp., 14,90 €.
Por Sara Roma.
Una mañana de invierno Peter se despierta y mira a través de la ventana. Descubre que ha nevado y que hasta donde le alcanza la vista esta lo cubre todo. Este es el primer día que Peter disfrutará de la nieve. Así que decide salir a la calle a jugar con otros niños y observar los surcos que dejan sus pies y lo divertido que resulta hacer ángeles.
Esta es la historia de Un día de nieve de Ezra Jack Keats (1916-1983) uno de los mejores ilustradores del siglo XX y el primero que introdujo la multiculturalidad en la literatura ilustrada con un héroe negro, Peter, el protagonista de este libro.
La inspiración para esta historia la encontró de manera fortuita en la revista Life. Allí aparecía publicada una tira que mostraba a un niño negro que cambiaría su vida. El pequeño escolar, que iba a someterse a un análisis de sangre para descartar malaria, preguntaba a la enfermera si le iba a doler la extracción.
Hasta que no se puso a desarrollar esta historia Ezra Jack Keats no sabía que llegaría a revolucionar el género del libro ilustrado. Un día, el autor fue a una tienda cercana a comprar papel, pero su dueño solo pudo ofrecerle una tela de lienzo belga que acaba de llegar. En ese momento, Ezra se dio cuenta de que era ideal para ilustrar la ropa de cama de Peter, así que dejó desconcertado al vendedor cuando le compró un pequeño trocito de tela alargado. Cuando llegó a su estudio y comprobó el efecto, fue tal su ilusión que comenzó a adquirir telas de diferentes países –cada cual más exótico− y empezó a servirse de elementos cotidianos. Cualquier cosa era inspiradora para su historia, hasta un sencillo cepillo de dientes.
El collage fue importante para sus ilustraciones, pero no es la única técnica que empleó. Por ejemplo, recreó la oscuridad de la noche mojando un cepillo de dientes en tinta china y salpicándolo una y otra vez sobre el papel: un gesto divertido con el que conseguía la finalidad deseada. Para la nieve usó papel rosa y lo pintó de blanco. Mientras que los copos, los diseñó recortando trozos de goma en forma de estrella que después mojaba en pintura y que finalmente estampaba sobre las páginas. El resultado final es un libro fantástico y divertido.
Este cuento editado por Lata de Sal es una caja de sorpresas donde no falta un detalle. La sobrecubierta es una ocurrente propuesta con dibujos para colorear aplicando la técnica del collage o cualquier otro material que sirva para dar color y textura a la ilustración. Precisamente textura es lo único que faltaría a este bello cuento. Ante tanto color y detalle, el lector seguro que echa de menos acariciar la nieve o tocar la sábanas de la cama.
De este libro su autor dijo: “Lo importante es la sinceridad”. Así de sencillo era Ezra Jack Keats quien seguro que ni por asomo sospechaba que cincuenta años después de haberse publicado por primera vez, Un día de nieve iba a seguir siendo un ejemplo de historia para transmitir valores y fomentar la imaginación de los más pequeños de la casa.