3096 DÍAS
Por JUAN LUIS MARÍN. 8 años secuestrada. En un zulo de 5 metros cuadrados. Donde fue violada y “educada”. Castigada y agasajada por quien le decía “soy tu padre y tu madre, tu hermano, tu abuelo…”. Ella, Natascha Kampusch. Él, Wolfgang Priklopil. El mismo día que Natascha logró escapar, Wolfgang se suicidó arrojándose a las vías del tren. Hay quien dice en Austria, donde ocurrió todo, que pudo haber huido antes. Él la llevó a centros comerciales, a esquiar… incluso cruzaron juntos un control policial. También dudan de que algunas de las relaciones sexuales que mantuvo con su captor no fueran consentidas. Como si eso fuera importante en la mente de una niña que entre los 10 y los 18 años no tuvo otro contacto humano. Como si el Síndrome de Estocolmo fuera una fantasía que justifica comportamientos que no aceptamos… porque nos coloca frente a un espejo para decirnos que a nosotros nos hubiera ocurrido lo mismo. Quizá ahora logren entenderlo con la película que se ha estrenado y narra ese infierno de 3096 días paso a paso, con la propia Natascha supervisando el guión. Ella, con 25 años, continúa con su vida como puede. Como Sabine Dardenne, secuestrada el 28 de Mayo de 1996 por Marc Dutroux. Como otras niñas y adolescentes de entre 9 y 19 años, fue torturada y violada. Pero tuvo suerte. Y logró escapar de ese infierno que ella misma describió en Yo tenía doce años, cogí mi bici y me fui al colegio. Elizabeth Fritzl también sobrevivió a un cautiverio, en el que la mantuvo durante 24 años su propio padre Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten. Capaz de hacerle 7 hijos a su propia hija…
Hoy, Dutroux está en una celda donde una luz se enciende cada 7 minutos. Y Josef Fritzl cumple cadena perpetua.
Pero hay y hubo más infiernos… y ni están ni estaban tan lejos. Convertidos es una especie de burla por el circo que se construyó a su alrededor. Lo único que la gente recuerda de ellos. Libros de investigación que arrojaban algo de luz sobre una mierda tan grande que salpicaba a todo Cristo, “secuestrados”. Uno en concreto, por un juzgado de Madrid.
De JFK a En el nombre del padre, pasando por El crimen de Cuenca, Contra el muro, Pena de muerte, Sunday Bloody Sunday, Salvador y un largo etcétera, el cine me ha descrito realidades que desconocía… o cambiado por completo mi visión de otras que creía conocer. Una colección de bofetadas. Para despertar. Y no creerme una mierda. De nada. Ni nadie. Incluso con La Pasión de Mel Gibson fui testigo del infierno que, en caso de haber existido, un señor llamado Jesús sufrió hace siglos. El de Miriam, Toñi y Desireé duró apenas unas horas. Un solo minuto me haría perder el conocimiento y mearme en los pantalones. Pero nadie se acuerda de ellas. Sino de Nieves Herrero y Esta noche cruzamos el Mississippi. Y mientras tanto ¿Qué pasó en Alcácer?, el libro que escribió Juan Ignacio Blanco, continúa secuestrado. Y Antonio Anglés, presunto autor de los hechos, en paradero desconocido.
Tuve la suerte de leer ese libro hace años. Y aún hoy me produce escalofríos. Los informes forenses, las fotografías… Hacen que no olvide. Porque Anglés no es el único presunto culpable. Estuvo atrapado en un arrozal. Rodeado por la Guardia Civil. Que, cuando se disponía a estrechar el cerco para capturarlo, recibió órdenes de largarse. Así de simple. Retorcido. Y vergonzoso. Los testimonios de los agentes que recibieron y obedecieron esa orden están en el libro de Juan Ignacio Blanco. Lo podéis encontrar en internet. Y leerlo. O quizá… alguien le eche huevos y haga una película. Para que, cuando oigáis Alcácer, no volváis a recordar a Nieves Herrero o Esta noche cruzamos el Mississippi. Imaginéis el infierno. Y penséis en los otros implicados en semejante barbarie. Libres. Capaces de más. Mucho más. Quizá dormiréis menos tranquilos. Y esos hijos de la gran puta…
También.