Óptica CLTR+: ‘El Principi d'Arquimedes’ no abandona los escenarios barceloneses

Por Judit Rodríguez

Podemos ver hasta el próximo 5 de mayo en La Villarroel la reposición de la obra revelación de la pasada edición del Festival Grec 2012, El Principi d’Arquimedes. Drama escrito y dirigido por Josep María Miró i Coromina, que nos sumerge en una densa atmósfera de intriga y sospecha que mantiene al público en vilo a la vez que debatiéndose entre la moralidad y la paranoia extrema. Mediante una admirable puesta en escena, el autor consigue que el público experimente las complejidades del texto original. Pese a tener como punto de partida un acontecimiento aislado de simplicidad aparente nos hace ver que las verdades absolutas e incuestionables pueden tomar otra dimensión dependiendo desde el ángulo en que se miren.

La historia transcurre en tiempo real, pero el autor se sirve de pequeñas repeticiones desde diferentes ángulos y una segunda perspectiva que invitan al cambio de punto de vista. Usa el espacio escénico como herramienta para crear una distorsión de las escenas, dotando a la obra de una ambigüedad que hace al público cuestionarse su propia integridad. El tiempo corre lineal en algunas escenas y retrocede algunos instantes en otras, para exponer lo que sucedió en los minutos previos. No se trata de un simple mecanismo para incrementar el interés, sino que tiene una intención moral que nos hace replantearnos las opiniones y juicios que a priori nos hemos formado. Hace que veamos la escena entera con sus pertinentes matices y revisemos el hábito de juzgar apresuradamente y reflexionar sobre los miedos contemporáneos, las relaciones humanas, los prejuicios y la confianza.

 

Sembrando la duda en la mente del espectador, el autor hace que el público se posicione en un momento en el lugar del calumniado y al momento siguiente en el del padre indignado. Cuestionándose al instante si su juicio es certero y pensando si las palabras en las que había oído y creído en la escena anterior han tomado otro matiz e implican ahora justamente lo contrario.

 

La escenografía ideada por Enric Planas , que parece girar sobre si misma, plasma con genialidad el constante cambio de enfoque que la obra plantea. Ambos laterales están duplicados y se ocultan o muestran, dependiendo de la escena, a través de un sistema de paneles deslizantes. La construcción del espacio y el dominio magistral del tiempo crean un clima turbador, trágico y sobrecogedor.

 

Miró nos plantea situaciones éticas y morales que nos invitan a la reflexión y nos guían hacia el autoconocimiento, planteándonos la complejidad de la mente humana. El maravilloso reparto llena de veracidad esta enfermiza psicosis social que nos intranquiliza por momentos.

 

El Principi d’Arquimedes es una obra que abre interrogantes sobre los miedos contemporáneos e invita a que el público se replantee en que bases nos apoyamos a la hora de juzgar a los demás.