De rerum natura
De rerum natura, Lucrecio, Eduard Valentí Fiol, Ed. Acantilado, Barcelona, 2013, 608 pp., 33 €
Por Ricardo Martínez
No era en vano el subtítulo que acompañaba al libro ‘El Giro’ del profesor de Harvard Stephen Greemblatt. El texto reza así: ‘De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno’ Pues bien, el manuscrito al que el profesor se refiere mientras narra en su documentado libro las andanzas culturales de Poggio Bracciolini es precisamente el que ahora nos ocupa. Y lo que pudiera parecer una exageración acerca del significado cultural del documento acaso no lo sea tanto teniendo en cuenta la influencia que tuvo en la formación filosófica de occidente, lo que derivó en una forma de pensar, de comportamiento, que a buen seguro ha llegado hasta el día de hoy, y se prolongará aún por lo que tiene de invitación a la libertad intelectual, a la capacidad crítica respecto de algunos dogmas establecidos.
Lo curioso es que su autor, Lucrecio (Tito Lucrecio Caro), el poeta romano que vivió hacia el 50 a.C., no hace sino recoger en su libro ‘Acerca de la naturaleza de las cosas’, que tal sería la transcripción del título latino, los fundamentos filosóficos establecidos con anterioridad por el filósofo griego Epicúreo, cuya vida transcurrió en el siglo III a.C., fundador de la escuela ateniense denominada ‘El jardín’ y cuya defensa del placer como aspiración de comportamiento en el hombre ha tenido interpretaciones muchas veces tergiversadas hacia, por ejemplo, una defensa del hedonismo que, en puridad, no debe atribuírsele al filósofo que pensó el placer como la ausencia de dolor, y que tenía como sustento agua para beber y queso para comer. Así se deduce de alguno de sus escritos, recogido por Diógenes Laercio en su ‘Vida de los filósofos griegos’ de la que hay magnífica traducción al castellano del profesor García Gual
En efecto, leyendo a Lucrecio se advierte una versión no muy alejada de, digamos, su original griego, eso sí, vertida al latín en lo que ha venido considerándose un texto poético de una belleza estilística inusitada, si bien el trasfondo ético-didáctico es lo que viene a resaltar de su contenido. Contenido revolucionario en buena medida por cuanto no solo desmonta las enseñanzas de una iglesia católica renegadora del conocimiento científico en la época (recuérdese a Copérnico, por ejemplo), sino, lo que es peor, condenadora, en el fondo, de una curiosidad especulativa que, a la postre, ha sido el motor del progreso en el devenir humano.
Resulta sorprendente leer, por ejemplo, en el texto que nos ocupa: “a la generación de cada cosa le ha sido asignada una materia precisa, y está determinado lo que de ella puede surgir. Reconozcamos, pues, que de la nada nada puede crearse, ya que todo ser necesita semilla para ser engendrado y poder salir al aura tierna del aire” Y añade: “Todos los seres van creciendo poco a poco, como es natural, por la agregación de átomos determinados, y crecen fieles a su especie”. La idea del átomo como parte integradora-generadora del ser vivo es una idea esencial.
Queda dicho la deuda que el autor asume respecto de Epicuro, y así lo expresa: “Tú, padre, eres el descubridor de la verdad, tú nos das preceptos paternales (…) pues en cuanto tu doctrina, producto de una mente divina, empieza a proclamar la esencia de las cosas, disípanse los terrores del espíritu, las murallas del mundo se abren y veo, a través del inmenso vacío, producirse las cosas”.
Sí, entonces, a partir de aquí, a la vida después de la vida gracias a una nueva asociación aleatoria de los átomos constitutivos; no al contenido irracional de tantos preceptos religiosos; no hay ángeles, ni demonios, ni fantasmas; la sociedad humana no comenzó en una edad de oro de calma y plenitud, sino en una lucha primigenia por la supervivencia… Entienda, en fin, el lector en esto una invitación a la racionalidad, a la crítica constructiva, al apartamiento de los miedos institucionalizados que, como instrumento de poder, merman el goce de la vida.
Una lectura, pues, a todas luces actual, didáctica, nutritiva.