PensamientoReseñas

El Diario de H.D. Thoreau

Por Layla Martínez.

El DiarioThoreauA lo largo de su vida, Henry David Thoreau escribió más de siete mil páginas de su diario. Más de una decena de cuadernos en los que cada noche anotaba lo que le había sucedido durante la jornada. Algunas entradas ocupaban sólo unas pocas líneas, otras se extendían durante diez o doce páginas. Cuando empezó a escribir, tenía veinte años, estaba recién licenciado en Harvard y acababa de volver a Concord, la pequeña ciudad de Massachussets donde había nacido. Desde entonces no dejaría de escribir hasta que una bronquitis empeorase su tuberculosis crónica y falleciese con sólo cuarenta y cuatro años. Entre estas dos fechas, una vida marcada por fuertes convicciones ideológicas, que le harían pasar a la Historia como el teórico de la desobediencia civil gracias a su influyente ensayo Civil Disobedience. Estas convicciones aparecen a lo largo de todo el diario, empapando de frustración y amargura algunas entradas. Sin embargo, Thoreau no fue sólo un teórico. A lo largo de toda su vida, mantuvo una intensa militancia antiesclavista que aparece documentada en su diario, en el que relata cómo ayudaba a esclavos huidos a salir de Estados Unidos: Acabo de poner a un esclavo fugitivo –quien había tomado el nombre de Henry Williams- en uno de los trenes que van a Canadá. Se había escapado el pasado octubre del condado de Stafford, en Virginia, con dirección a Boston. Esa militancia se intensificará aún más con la aprobación de la Fugitive Slave Act, que establecía que todos los esclavos huidos serían devueltos a sus amos una vez capturados, lo que equivalía a legalizar las persecuciones con perros para darles caza. Esta ley hará que Thoreau se comprometa aún más en su militancia y se involucre con más fuerza en el Underground Railroad, una red de rutas secretas y casas seguras que usaban los esclavos para huir a Canadá o a alguno de los estados que habían prohibido la esclavitud.

Sin embargo, la faceta política de su vida no es lo que prevalece en el diario de Thoreau. La mayoría de las reflexiones que contiene se refieren a cuestiones más cotidianas pero también más íntimas, como la observación de la naturaleza en sus largos paseos o los cambios que va dejando el paso de las estaciones. En esos pasajes es donde aparece el Thoreau más cercano, el que es capaz de emocionarse al ver los dibujos que hace la escarcha en la hierba o al observar a las ardillas recoger frutos secos para el invierno. Es en esos fragmentos donde tenemos la sensación casi obscena de estar leyendo un diario personal, algo que no fue escrito para ser visto por nosotros. Pero también son esos pasajes los que matizan la extendida idea del difícil carácter del escritor norteamericano. Thoreau odiaba acudir a fiestas y le aburría la mayoría de la gente, pero eso no significa que no le importase lo que sucedía a su alrededor, sino todo lo contrario: le importaba tanto como para jugarse años de cárcel por un esclavo huido, como para lamentarse frecuentemente del trato que habían recibido los pueblos nativos, como para sentarse a hablar durante horas con los marginados a los que Concord despreciaba.

henry_david_thoreau_1_grandePero en el diario de Thoreau no es solo importante lo que está, sino también lo que falta. Prácticamente ninguna referencia a la convivencia con su familia y ni una sola amante conocida a lo largo de su vida, ni un solo comentario que mostrase deseo o amor por alguien. Quizá su mundo interior era demasiado profundo para que nadie entrase en él. Quizá simplemente no lo escribió porque sus anotaciones como naturalista ocupaban todo su tiempo libre, el que le dejaba el trabajo de agrimensor que tuvo que aceptar para pagar las deudas de su primera publicación.

Esta cuidada edición de Capitán Swing, que recoge una selección de las entradas del diario hasta 1854, le gustará sobre todo a los que disfrutasen con Walden, el libro en el que relataba su estancia durante dos años en una cabaña construida en el bosque por él mismo. La misma pasión por aprender de lo que le rodea, el mismo tono poético pero ágil y sencillo que hace tan reconocible la prosa de Thoureau. Más que su faceta política, lo que hay en sus ensayos es la cara más íntima, la que habríamos conocido si nos hubiese dejado acompañarse en sus largos paseos. Y esa intimidad es lo que le da tanto valor a la obra de Thoreau, lo que hace de su diario una de las grandes joyas de la literatura americana del siglo XIX.

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                                                                      –El Diario (1837-1861)-

H.D Thoreau

Capitán Swing, 2013

372 pp, 20€

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