Manuel Flores: «Llama la atención que consiga unos retratos tan fieles de los personajes»
Por Sara Roma, http://literariacomunicacion.wordpress.com/
La literatura existe gracias los escritores pero también es necesaria la presencia de otros profesionales como los editores, correctores de estilo, maquetadores, etc. En este sentido, la ilustración es otra de las facetas editoriales que cada vez está cobrando más importancia, sobre todo gracias a los libros ilustrados. Manuel Flores es uno de los nombres que forman parte de la nómina de dibujantes en estos momentos. Un cuento putrefacto, de Pepín Bello (Sd.edicions, 2010),El paseo de Buster Keaton (Media Vaca, 2008), de Federico García Lorca o La nube en pantalones, de Vladimir Maiakovskiï (Sd.edicions) conforman una buena muestra de su trabajo. Con él hablamos en esta entrevista de esta pasión.
P. ¿Cómo se inició en la ilustración de libros? ¿Recuerda cómo fue y cuál fue su primer encargo bibliográfico?
R. Sí, eso es fácil porque de pintar pasas a hacer serigrafía y, de ahí, a los libros, que son una obra múltiple y lo más asequible para todo el mundo. Ese era un camino que estaba recorriendo y lo hice completo al margen de mi admiración por una determinada época de libros ilustrados, como los comienzos del siglo XX en Rusia.
P. Como ilustrador, ¿propone libros o proyectos a las editoriales o suele aceptar encargos ya establecidos?
R. Hasta la fecha siempre he propuesto los proyectos. Por ejemplo, El paseo de Buster Keaton, que siempre ha sido una debilidad o esa pequeña joya que es el cuento de Pepín Bello. Así que los ilustro, los propongo y hasta ahora he tenido la suerte de publicarlos, que no es poco.
P. ¿Cómo es el trabajo de un ilustrador de libros? ¿Cuál es el proceso que sigue desde que le encargan un proyecto hasta que lo entrega a la editorial?
R. La primera parte (asumir el texto que tienes que ilustrar), me la ahorro. Ese paso lo tengo dado en el sentido de que parto de textos que ya me gustan. Y, a partir de ahí, vas dando tumbos… (risas). Aunque depende también del libro. Hay libros para los que yo me he querido documentar −sobre la vida, el entorno, la obra, el trabajo del autor, etc.− y, a veces, después de tomar centenares de notas, eso se queda en nada cuando dibujas. Al final, lo que surge es mucho más espontáneo que las notas. En otras ocasiones, el trabajo es más pesado y no sale tan fluido.
P. Su obra se caracteriza por cierto gusto o afinidad con las vanguardias y el surrealismo. Hay quien define sus dibujos de “Busterkeatonianos”. Otros aseguran que hay referencias al constructivismo y a El Lissitzky. ¿Cómo definiría su estilo? ¿Cuáles son sus señas de identidad artísticas?
R. Lo de Busterkeatonianos lo dijo Vicente Ferrer [editor de Media Vaca] y fue con muy buen criterio y mejor tino de lo que pueda parecer aparentemente. Digamos que ese estilo, que ahora se identifica con mi manera de hacer y de ilustrar, donde cuaja es precisamente en El paseo de Buster Keaton. Vicente no lo sabe, pero yo más de una vez he imaginado esas imágenes como un dibujo animado moviéndose a la manera asincopada en que uno puede ver aquellas escenas del cine mudo en blanco y negro. Y todo eso forma parte de un conjunto porque cuando se habla de Buster Keaton nos referimos a una época, la misma a la que pertenece El Lissitzky… Estamos hablando del constructivismo y es verdad que a mí me gusta mucho esa época: los comienzos del cine, los libros educativos que se publicaron en Rusia posteriores a la Revolución y que son modélicos en cuanto al diseño y la ilustración… Y todo esto forma un compendio que acaba notándose en mi estilo ilustrativo.
P. Vemos que su propuesta plástica es muy singular: marcada por líneas rectas, vivos colores para desarrollar unos personajes que nos recuerdan a las marionetas y los fantoches, incluso en algún sitio leí que utiliza el PowerPoint. ¿Es eso cierto?
R. Sí, eso es rigurosamente cierto. Yo pintaba en un estudio en un corral de vecinos que se inundó y todo lo que tenía hecho en papel se fue todo al traste. Entonces, alguien me recomendó que trabajase en el ordenador, algo que jamás se me había ocurrido. La primera herramienta que encontré fue el PowerPoint y vi que nos adaptábamos perfectamente. Todos mis dibujos están construidos con cuadrados, redondeles, triángulos… No hay otra cosa. Ahora, eso sí, es una tarea paciente y puede llamar la atención que consiga unos retratos tan fieles de los personajes.
P. De los libros que ha ilustrado destacan El paseo de Buster Keaton, de Lorca; Un cuento putrefacto, de Pepín Bello y La nube en pantalones, de Maiakovskiï. En ellos aparecen iconos culturales como Picasso, Lorca, Mickey Mouse, Ramón Gómez de la Serna, Dalí, etc. ¿Podríamos decir que este es su fantástico imaginario?
R. Sí, a mí toda esa época me ha interesado mucho y es de ahí de donde he arrancado. Además, de aquel tiempo me interesan los pintores, los escritores, los movimientos; me llama mucho la atención el surrealismo, me interesan personajes como Dalí (aunque quizás su pintura no me guste mucho), que fue un grandísimo escritor y de quien he leído mucho… Y todo ese imaginario ha estado ahí al comienzo de mi trabajo, por lo que me temo que en el futuro más inmediato me voy a centrar en otros personajes, aunque quiero retomarlos en algún momento.
P. Supongo que, como todo trabajo, el del ilustrador entraña una serie de retos… ¿Cuál ha sido su mayor desafío como ilustrador?
R. Yo creo que el reto en cualquier profesión es siempre el mismo: hacer un trabajo bien hecho. Independientemente de que el trabajo sea fácilmente comestible y que sea redondo, al mismo tiempo algo que me obsesiona y sigo buscando es que las imágenes sean lo más sencillas, lo más fáciles de ver, y que al mismo tiempo tengan cierto contenido, que sean capaz de contar algo. En ese sentido, me interesan que, independientemente del texto, si los dibujos los ve un niño, a este les guste. Afortunadamente, he hecho la prueba en alguna ocasión y les ha gustado.
P. ¿Cree que el trabajo de ilustrador está últimamente más reconocido, que ha vuelto a valorarse y es un aliciente para las editoriales? ¿Destacaría el trabajo de algún ilustrador? Por ejemplo, en Culturamashay una sección dedicada al libro ilustrado.
R. Sí, ahora mismo se edita mucho libro ilustrado, con excelentes obras. Me parece una idea espléndida que en los textos la imagen haya encontrado también un camino y se recupere esta herramienta que es muy accesible porque teniendo en cuenta el precio de las pinturas, por 15 o 20 euros te puedes llevar un libro muy bien editado y con imágenes que muchas veces son enormemente atractivas y que están muy bien hechas.
P. Para finalizar, ¿cuáles son sus proyectos más inminentes?
R. Bueno, me gustaría puntualizar que los libros de los que hemos hablado se han publicado cinco o siete años después de haberse realizado, lo que significa que ahora entre mis próximos proyectos se encuentran algunos libros que están en editoriales pendientes de publicación. Por ejemplo, Una letra Cloe, que es una letra estándar del jazz que he ilustrado con protagonistas de este estilo musical, en tonos grises, negros y blancos con una sola nota de color. Otro libro que está en proceso es uno sobre la figura de Manuel Azaña con noventa imágenes. Y, finalmente, una obra pequeñita de Valle-Inclán. Sin embargo, mi más sentido fracaso es no haber conseguido editor para una obra de Ramón Gómez de la Serna. Para el futuro, como dije anteriormente, abandono ese imaginario y doy un salto atrás, a los siglos XVII y XVIII, para abordar la ópera, la Comedia del arte y las figuras de guiñol.