Entrevista con Ana López Segovia
“Las canciones de amor tienen un contenido muy ofensivo para la mujer aún hoy”
No estuvo en Cádiz durante el Carnaval porque tenía que trabajar en la capital. En un extraño burdel ubicado, hasta el 12 de mayo, en el Centro Dramático Nacional. Actrices busconas ligeras de ropa entonan saetas y coplas. Clientes y proxenetas tienen derecho a manosearlas. Pero mejor que tocarles el culo a la Manuela, a la Olvido y a la Sebastiana es escuchar las chirigotas que cantan, escritas por la letrista de La Chirigota de las Niñas, Ana López Segovia, para La copla negra.
”Este año no pudimos sacar las Chirigóticas a la calle, porque estábamos preparando el espectáculo en Madrid y sólo me pude escapar unos días a Cádiz –cuenta con pena la chirigotera–. Pero, a cambio, tuve la suerte de que me eligieran para dar uno de los pregones oficiales del Carnaval.” El que pronuncia el dios Momo antes de que se acabe la fiesta del Pancaque. “El Martes, que, antiguamente, era el día grande.” Porque después, cuando se metía de por medio la Cuaresma, se acababa el cachondeo y la juerga. “Nada de beber, nada de tener sexo y nada de carne.” ¡Suerte del pescaíto frito! “Pero en realidad es mentira, porque el Carnaval sigue hasta el domingo. Y en Canarias y Uruguay, que dura 40 días, ¡ya ni te cuento!” ¡Se quejará ella, que, llevándose sus chirigotas del barrio al teatro, alarga la parranda 365 soleás al año.
“Pero fíjate que no tiene nada que ver… Es verdad que intentamos llevar al escenario la fiesta, lo lúdico y el contacto con el público, pero a veces el teatro tiene una solemnidad que tira p’atrás, y echas de menos la locura de la calle, su espontaneidad… Piensa que, durante el Carnaval, hay gente que se pega hora y media de pie, a veces con frío, con lluvia, a altas horas de la noche, y no necesariamente borrachos –remarca– para oírte cantar algo. ¿Por qué no pasa esto en el teatro? Nuestra pretensión es transmitir ese mismo cachondeo y esa pasión para que el público lo viva con la misma vehemencia, pero no sé si lo conseguimos…” Si la actriz duda es por nuestra culpa, que somos unos saboríos y, en lugar de desternillarnos de forma natural y campechana, sonreímos al vecino como pidiéndole permiso para reírnos. Mientras, apretamos la barriga y aguantamos la respiración, no fuera que lujuriosos efluvios sin razón salieran bochornosamente de nuestro interior.
“Antes, en el Carnaval también se cantaba con más libertad…” Cuando la sección oficial apenas tenía proyección nacional y los letristas escribían sin pensar que su fina escatología debía comprenderse de Andalucía p’arriba. Ahora tendrían que comportarse con algo más de recato, y pintarse meticulosamente el colorete de los mofletes, porque… ¡iban a salir en la tele! “Aun así, en Cádiz siempre queda una esquinita perdida donde puedes decir lo que te dé la gana todavía”.
En una de esas esquinitas se encuentra el club de jazz donde el director Antonio Álamo vio por primera vez a las Niñas actuar. “En el Cambalache, que lo regenta una persona maravillosa, Hassan.” Bar de referencia en la localidad. “Le cantamos unas cuantas chirigotas; pero, le mirábamos a la cara y estaba allí sin reírse ni nada.” Reteniendo gases y risotadas. Fatal para a digestión… “Pero se ve que le gustó.” Esto lo supieron luego, en la trastienda, donde estuvieron hablando entre cajas de cerveza. Improvisado camerino muy parecido a la ingeniosa escenografía con la que Curt Allen Wilmer recrear cinco o seis espacios distintos. Aguda ocurrencia que luego es capaz de empacar en una furgo de cuatro metros cúbicos. Allí cabe de todo: gracia, salero y, también, crítica social, incluyendo un llamamiento a la insumisión fiscal.
“… de crisis, de economía y de otras tantas tonterías como las primas de riesgo, que yo voy a cobrá en negro y a mangá tó lo que puedo, y si me ven, que me vean, yo sigo mi tarea. Chichivoyvoyvoy, chichivoyvoyvoy…”
“¿Cómo íbamos a dar la espalda a lo que está pasando? Cádiz es una ciudad que está en crisis desde hace décadas, desde que empezaron las primeras reformas de astilleros en los setenta. Es una ciudad que no tiene infraestructuras para crear industria, porque es prácticamente una isla. Y la poca industria que quedaba está cerrando. Se intenta atraer a un cierto tipo de turismo; pero hay un 40% de paro ahora mismo, ¡una bestialidad!” Y mientras, en el gobierno… “hay una lucha terrible entre la Junta socialista y el Ayuntamiento popular. En vez de pensar en el progreso de la ciudad, piensan en cómo se pueden putear, que es en realidad lo que está sucediendo en el resto de España. Nadie se quiere poner de acuerdo porque priman más los intereses del partido que los del pueblo.” Véanse las medidas antidesahucios como ejemplo de desacuerdo… “¡Mucho han tardado también estos! ¡Vergüenza que no lo hayan hecho antes, cuando estaban en el gobierno nacional! Es su deber, no algo que les tengamos que agradecer.”
Y aquí es cuando cogemos una botella y empezamos a beber. Una de Terry está bien… “Terry… Terry…, Terry pa no llorar”, como apunta una de las casquivanas de la casa de citas aflamencada. “Este es el espíritu de Cádiz: incluso en las situaciones más desesperadas, uno siempre busca el lado positivo de las cosas para reírse. Es una forma de distanciarse del problema y comprender que aquí estamos de paso y no hay que tomarse todo tan en serio… Si no, es cuando caemos en un pozo de depresión”. Por eso, aunque a Manuela le haya abandonado su pareja después de la siembra, canta risueña:
“Yo estaba en la inocencia de los 30, con una vida pura y sin pasiones, y fui a liarme la manta a la cabeza, con el único que no usaba condones.”
“Escuchando nuevamente coplas antiguas, tan admiradas y cantadas como el ‘Y sin embargo te quiero’, te das cuenta de lo tremendo de esas letras que nos hablan del abuso del hombre sobre la mujer.” Ana López Segovia creció tarareándolas. “Forman parte de la educación sentimental de todas las mujeres de este país… Decía el otro día Loquillo que el tema este de ‘La mataré’ ya no lo puede cantar, y recuerdo que hace unos años a mí me encantaba, ¡era la primera que flipaba con esa canción! Y joder lo que dice la canción…” Algo así como que el Loco sólo quiere matarla a punta de navaja… ¡casi nada! “Los temas de amor siguen teniendo un contenido muy ofensivo para la mujer aún hoy –he aquí el reaggeton–; pero, muchas veces, a las mujeres les va la marcha, y de eso hablamos en el espectáculo, diluyendo la frontera entre el verdugo y la víctima.”
Además de zapatear el miserable polvo de La copla negra con poco más que unas ligas y un sostén, las Chirigóticas interpretan también al proxeneta y a los clientes del burdel. “Es la parte que más hemos disfrutado las tres… Hay una ternura hacia esos personajes… Son un poco lo payasos que salen de vez en cuando para aliviar la dureza del espectáculo. Y, aunque son unos machistas y unas buenas prendas, ¡son para comérselos!”
Y sin embargo… ¡te quiero!
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La copla negra
Texto y dirección: Antonio Álamo
Compañía: Chirigóticas
Letras: Ana López Segovia
Reparto: Alejandra López (José Luis, Olvido), Ana López Segovia (Sebastiana, Gallego), Teresa Quintero (Mari Carmen, Manuela, Lolo)
Escenografía: Curt Allen Wilmer
Música: Mariano Marín
Vestuario: Eunice García
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Coreografía: Paloma Díaz
Dirección de voz: Julia Oliva
Lugar: Teatro Valle-Inclán
Fechas: De 12 de abril al 12 de mayo de 2013
Horario: De martes a sábado, a las 19.00h; domingos, a las 18.00h
Duración: 1 hora 35 minutos
Precio: 20 euros