A los que aman los libros…
“El ángel desconsolado hoy parece sonreír de gozo. «La verdad renacerá.»”Habent sua fata libelli.
Los libros tienen su destino.
Libros, librerías de viejo con cientos de aventuras en sus estantes y en la trastienda, bibliófilos y bibliógrafos se dan cita en El aire que respiras.“Al empujar la puerta, el alborotado campanilleo de otros tiempos. Toque de cliente. Olor a naturaleza en descomposición, a objeto quenos aguarda.” Aire denso, cargado de historia.
“Últimamente a mi padre le interesaban más los papeles que los libros…. Decía que los
papeles le contaban historias. Ahora tengo un montón de documentos que no entiendo
y que mi padre veneraba. No quiero tirarlos, pero tampoco sé qué hacer con ellos. Y
aquí es donde entras tú.”
La trama central de la novela surge cuando Virginia Rogés acaba de heredar el negocio familiar: la librería Palinuro. Entre el montón de ejemplares, polvo y papeles que su
padre acumuló, pronto aparece la historia de Carlota Guillot y la búsqueda de un libro,
escurridizo y caprichoso, que formó parte de una de las bibliotecas particulares más
sibaritas de la Barcelona napoleónica. La joven cuenta con su amiga escritora –
trasunto de la propia Care Santos– para que continúe con la investigación que su
difunto padre comenzó. El desarrollo de la narración del libro surge a raíz de las
pesquisas que esta escritora realiza para localizar trece libros prohibidos que conforman
la biblioteca privada más deseada de todos los tiempos.
La autora realiza una minuciosa labor de documentación; una inteligente y atractiva mezcla de tiempos narrativos; las aventuras y desventuras de unos libros perdidos; la transformación del corazón de Barcelona, desde la primera mitad del siglo XIX y de sus moradores; los secretos y pasiones de una familia de la alta burguesía y todo un siglo de apasionantes acontecimientos sociales.
Virginia tiene 25 años y acaba de perder a su padre, “el último miembro de una
especie de dinosaurios”. El legado que Antoni Rogés deja a su hija es la Palinuro, una
librería de viejo en pleno corazón de Barcelona cargada de “libros leídos, ni viejos ni
usados”, además de un montón de papeles fruto de la investigación que el fallecido
estaba llevando a cabo. Aún no lo sabe, pero Virginia tiene en sus manos más de 200
años de historia y la semilla de El aire que respiras.