Las mejores historias sobre caballos
Por Ricardo Martínez
VV.AA. Las mejores historias sobre caballos
Siruela, Madrid, 2012
Luego de la edición del año 2000, aparece ahora de nuevo la publicación de estas historias de un animal que siempre ha sabido ganarse la condición de noble, y, junto a ello, la de buen amigo (y útil) del hombre.
La literatura ha sido prolífica a la hora de considerar la compañía del animal, aludiendo a ellos de una manera más o menos directa en distintas ocasiones. Nabokov era un entusiasta conocedor de las mariposas, Virginia Woolf nos habló con entrañable intimidad de Flush, su perro, y Ruyard Kipling nos legó toda una lección socio-moral en su Libro de la selva, donde los animales de la selva india, de forma antropomórfica, plantean temas morales. Ello sin ignorar todos los viajes que han sido, donde es raro que el animal no aparezca retratado en una u otra condición.
El caballo, con todo, es cierto, ha gozado de buena fama siempre, y aquí son distintos escritores de distintas épocas los que nos hacen llegar historias que tienen que ver con su actitud, con su servicialidad, con su sacrificio, incluso, hacia el amo, cual es el caso del cuento de Lamartin ‘Un caballo árabe’ donde, para destacar su entrega y ‘comprensión’ de un estado de necesidad de su dueño nos cuenta que, “al llegar, después de depositar a su amo (herido) en la arena, a los pies de su mujer y sus hijos, el caballo expiró de agotamiento”. Lo cual le haría ganar fama para la posteridad, pues “toda la tribu lo lloró, los poetas lo cantaron, y su nombre está constantemente en la boca de los árabes de Jericó”.
Maupassant es más prosaico en su tratamiento del animal, al menos con respecto al hombre que lo monta; valora su carácter, lo que le distingue, y en ello pone en ridículo la presunción de su jinete hasta situaciones poco menos que tragicómicas. Por su parte Musil, tal vez como cabría esperar, es más sutil en su observación: Está convencido, contradiciendo a la ciencia, que el caballo si posee la condición o virtud de la risa, al menos al caballo que conoció a las afueras de Roma y cuál era su reacción cada vez que su cuidador le hacía cosquillas al asearlo.
Un libro muy ameno, avalado por grandes escritores, y prologado por un amante de este animal cual es el caso de Fernando Savater, quien desde hace tiempo no se pierde ninguno de los acontecimientos que tienen lugar en Ascot, el lugar donde el animal pone a prueba su velocidad y elegancia, y la sociedad inglesa las trastiendas de su fru-fru un poco ‘demodé’.