Entrevista a Rebeca García Nieto por "Historia de una mirada"
Por Benito Garrido.
Rebeca García Nieto (Medina del Campo, 1977) es una escritora perspicaz, efectiva, de ideas claras y profundas reflexiones, muestra de la imperativa lucidez que debe tener un creador para ponerse en la piel de sus personajes, y revelar las diferentes miradas con que cada uno enfrenta la vida. Doctora en Psicología y especialista en Psicología Clínica, es redactora jefe de la Sección Internacional de la revista Culturamas y colaboradora de otros medios como Revista de Letras, Granite & Rainbow y SigueLeyendo. Historia de una mirada es su primera novela, y con ella quedó finalista del 58º Premio Ateneo Ciudad de Valladolid (2011). Con su segunda novela, Eric, una vida in absentia, quedó finalista en el Premio Azorín de Novela 2012. Como ensayista, sus artículos sobre Joyce, Woolf, Jelinek, Faulkner o Rulfo han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Uno de sus ensayos (Hugo von Hofmannsthal y Stefan George: el remitente y el destinatario) forma parte del libro colectivo Galería de los invisibles (Editorial Xorki, 2012).
Historia de una mirada. Rebeca García Nieto. Editorial Eutelequia, 2012. 328 páginas. 17,50€
Historia de una mirada es la crónica que la abuela Nieves habría escrito de no haber sido analfabeta. La mirada a la que alude el título abarca casi todo el siglo XX y contiene los acontecimientos que marcaron la vida de los Montaraz, una familia castellana acomodada. Años después de la primera comunión de su nieta, Sara, iba a ser ésta quien retomara el testigo de la vida que le fue negada a la abuela. Movida por su deseo de ver mundo y hacerse un hueco en el mundillo del arte, Sara huye de su opresiva familia para acabar cumpliendo el deseo de su abuela, ser bailarina. Aunque lo hará de una forma muy diferente a como ésta había soñado… Tras un largo periplo por Europa en busca de un sitio que no termina de encontrar, Sara acaba en el Barrio Rojo de Ámsterdam trabajando como stripper.
El amor de una madre no suele tener carácter epidérmica, suele estar guardado en estratos mucho más profundos. Ambientada en la Castilla rural de Delibes, y con ciertos ecos de Rulfo o Faulkner, Historia de una mirada supone una vuelta de tuerca a la novela de saga familiar tradicional. Sin duda, hay miradas que se las arreglan para ver más que lo visible.
La presentación del libro de Rebeca García Nieto tendrá lugar este jueves 14 de marzo a las 19:00 horas en Fnac Castellana (Paseo de la Castellana, nº 79, Madrid). Además de la autora participarán el editor de Eutelequia, Miguel Ángel Moreno, y el escritor Alberto Olmos.
Aprender a vivir es una cuestión de iluminación: a lo largo de la vida, los ojos se van adaptando gradualmente a la penumbra. Aprender a morir también lo es.
Entrevista:
P.- Novela intimista, reflexiva, muy arraigada en la identidad, en las raíces. ¿Cómo se cimentó la idea que dio origen al libro?
Empecé a escribir esta novela hace cuatro años, cuando me fui a vivir a Nueva York. De hecho, me fui allí para escribir una novela. La sorpresa vino cuando me senté a escribir y me encontré escribiendo una novela sobre Castilla, la tierra que había dejado atrás. Supongo que sería por la nostalgia, o por el hecho de vivir en una ciudad como Nueva York, donde pasan muchas cosas y todo es provisional y transitorio. Creo que en circunstancias así, uno siente la necesidad de aferrarse a algo estable, como son las raíces.
P.- Ambientada en la Castilla rural, en ella los personajes viven lastrados por una serie de prejuicios que se ven forzados a enfrentar. ¿Están preparados para ello? ¿Crees que los nuevos tiempos y las mentes más abiertas limitan la creación de prejuicios?
Creo que, aunque nadie se declare abiertamente racista, homófobo o machista, todos tenemos prejuicios hasta cierto punto. Nos guste o no, todos tenemos ideas preconcebidas sobre los demás, sólo que no siempre somos conscientes de ello. En ese sentido, los personajes de mi novela están tan poco preparados para enfrentarse a sus prejuicios como nosotros. En el caso de mi novela, los Montaraz se llevan las manos a la cabeza cuando se enteran de que su hija ha acabado trabajando como stripper en el Barrio Rojo de Ámsterdam y cuando están allí, dicen que no existe ese tipo de sitios en Castilla. Por alguna razón, parecen haber olvidado que las carreteras castellanas, como las de todo el país, están llenas de puticlubs…
P.- Nieves, la abuela que le tocó vivir otra época más marcada por los convencionalismos. ¿Si hubiese vivido la generación de su nieta crees que podría haber seguido sus pasos?
Creo que Nieves es más sensata que su nieta. Pese a ser analfabeta, es el personaje más lúcido de todos, quizá porque antes se vivía de una forma más sencilla. No sé si, de haber vivido en nuestra época, hubiera seguido los pasos de su nieta. Me cuesta trabajo imaginarme a la abuela trabajando como stripper, la verdad. Creo que, de haber tenido las oportunidades que tenemos hoy, habría estudiado una carrera. Puede que tener una licenciatura, o incluso un doctorado, no valga gran cosa hoy en día, pero la abuela es lo suficientemente lista como para intuir que la ignorancia hace que las personas sean fácilmente manipulables.
P.- Y está Sara, que buscando mundo terminó algo perdida. ¿Son las decisiones tomadas y asumidas, aunque puedan ser erróneas, las que obligan a asumir el presente, o es el orgullo de no admitirlas?
Una mezcla de las dos cosas, supongo. Al final somos siempre víctimas de nosotros mismos. Unas veces por orgullo, otras por vergüenza, el caso es que nos cuesta asumir el pasado. Uno nunca puede huir de sí mismo, por eso los personajes de mi novela, vayan donde vayan, arrastran su pasado consigo.
P.- Tu novela también es un grito a favor de la valentía de aquellos que fueron capaces de superar una guerra y las consecuencias posteriores. Algo que no puede llegar nunca a enseñarse a no ser que se viva, ¿no crees?
Mi novela es en parte un homenaje a la sabiduría popular y a la generación de mis abuelos. Puede que muy listos no fueran, pero lo hicieron lo suficientemente bien como para sacar a sus familias adelante. Es cierto que, a no ser que nos toque vivirlo, nunca sabremos qué es pasar hambre o tener tanto miedo, por eso precisamente creo que es importante escuchar a estas personas que, a priori, no tienen nada interesante que contar.
De todas formas, aprovecho para decir que mi novela no trata de la Guerra Civil, ni de la memoria histórica, aunque sea un tema que se toque de refilón. Más bien muestra que la Historia, muy a nuestro pesar, se repite. En la novela se alude a la desaparición de Riaño, un pueblo de León que fue anegado a finales de los 80, cuando ya había acabado la Dictadura, para construir una central hidroeléctrica. Quería escribir sobre ello porque me parecía un hecho metafórico en sí mismo. En 1966, Franco firmó el decreto para construir dicha central, pero no fue hasta 1987, bajo un gobierno socialista, cuando ese decreto se ejecutó. Muchas personas perdieron sus casas, otros se suicidaron… Sea en una dictadura o en plena democracia, parece que los políticos miran más por intereses que se nos escapan que por el beneficio de los ciudadanos de a pie. Un tema muy actual, si lo piensas bien…
P.- ¿Qué queda hoy en día de esa Castilla rural y profunda?
Bastante, la verdad. Conozco a mucha gente como la que aparece retratada en mi novela. No creas que he tenido que inventar gran cosa.
P.- Historia de una mirada y de una saga familiar, los Montaraz. ¿Con cual de ellos te identificas más? ¿Cuál sería la mirada más cercana al autor?
Como autora, intento dar voz a todo tipo de personajes, aunque sus ideas no coincidan o incluso sean opuestas a las mías. Trato de mantener la neutralidad y representar todas las posiciones. No obstante, personalmente me siento más cerca de la abuela Nieves y de Gonzalo, el tío de Sara, partidario de recordar y hablar abiertamente de lo sucedido en el pasado, tanto familiar como del país.
P.- Rebeca, después de leer tu libro… ¿Cualquier tiempo pasado fue peor?
No necesariamente. Como decía antes, la Historia se repite. En un punto de la novela, uno de los personajes dice: “A medida que las civilizaciones avanzan, las formas de servidumbre que las personas eligen para someterse las unas a las otras son cada vez más refinadas”. Quizá el deseo de someter y explotar a los demás va en la naturaleza humana.
P.- ¿Cuáles son las fuentes literarias de las que has bebido a la hora de escribir esta gran novela?
La novela está dedicada a Ada y Van, protagonistas de Ada o el ardor, de Nabokov, así que con eso ya estoy dando una pista. Creo que el erotismo de la segunda parte de la novela, que transcurre en el Barrio Rojo de Ámsterdam, le debe mucho al gran Nabokov. Por otra parte, también hay algo de Faulkner en Historia de una mirada, especialmente en la parte final de la misma, un monólogo interior. Además, algunos personajes, como el abuelo, elipsis en torno a la cual gravita parte de la trama, aunque pertenecen a esa Castilla rural de la que hablábamos, parecen salidos del viejo Sur de las novelas de William Faulkner.
P.- ¿Nuevos proyectos literarios?
Acabo de terminar una novela corta y he empezado otra novela, aunque todavía está en fases iniciales. La tengo ya escrita en mi cabeza, eso sí.