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El ¿arte? de falsificar: el "Barón" Elmyr de Hory

Por María Fraile Yunta.

 

Círculo de Bellas Artes

Elmyr de Hory. Proyecto Fake

Hasta el 12 de Mayo

   

“Sus cabellos estaban teñidos de un negro por el que aparentemente no habían pasado los años, llevaba un monóculo pendiente de una cadena de oro, sus jerséis siempre eran de cachemira, lucía un reloj de pulsera de Cartier y se sentaba al volante de una descapotable Corvette Sting Ray de color rojo”, decía de él Clifford Irving en ¡Fraude!… Pero no, esto no era lo único: comía con cubertería de plata y de porcelana auténtica de Meissen, hablaba cinco idiomas… ¡Qué decir de Elmyr de Hory! ¿O de Elmyr von Houry? No, de L. E. Raynal. O quizá de Louis Nassau…: Sí, del hijo de dos ricos aristócratas judíos que perdieron la vida en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial; diplomático y terrateniente el padre, descendiente de una familia de banqueros con tierras y viñedos en la región central de Hungría la madre…

 

¡Qué decir, o qué no decir de ese “apuesto, epicúreo y ocioso” caballero húngaro expatriado que llegó al París de Picasso, Derain, Matisse…! ¡Qué no decir que sea mentira, o qué decir que sea verdad! Pues nada de lo referido hasta el momento en gran parte lo es. “Damas y caballeros, como introducción les diré que esta película trata sobre la trampa, el fraude, las mentiras; las contadas en el hogar, en el mercado o en el cine. Casi todas las historias poseen algo de mentira, pero esta vez no. Se lo prometo (…)”, decía Orson Welles en torno a F for Fake -la película que realizó en 1973 sobre las estafas de Elmyr de Hory (Budapest, 1906- Ibiza, 1976) y de sus dos marchantes-.

 

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Retrato de Elmyr de Hory

 

Pero, ¿quién era este apuesto estafador que decía tener el talento, “quizá un poco diabólico”, de poder entrar en el alma de Picasso, Matisse o Modigliani? “Es una cosa extraña, misteriosa, que quizás los demás no poseen -decía-. Porque yo no copio, sólo trato de introducirme en el espíritu de artistas que admiro y de expresarme según sus propias maneras (…)». A la manera de… Sí, a la maniera de un estafador al que en Alemania la Gestapo sometió a un duro interrogatorio del que salió hacia un hospital para sanar una pierna rota; de un individuo que se marchó a París para ganarse la vida como pintor de paisajes y retratista hasta que “desvió del camino”, pues, tal y como decía Orson Welles: “esta es la historia de un talento que se rió de los que le rechazaron y que convirtió su decepción en un enorme chiste”…

 

«En el arte no existe nada aislado, nadie ha inventado por completo nada. A mí me gustan mucho Modigliani y Picasso, sobre todo sus dibujos del período clásico, pero este período picassiano no se puede explicar sin la existencia previa de los vasos griegos, ni a Modigliani sin los prerrenacentistas, ¿entiende? Cuando Cezanne murió, toda la Escuela de París pintó a lo Cezanne. Y lo mismo pasó con Rembrandt, y con Rafael y con Caravaggio (…) Hoy no sabemos cuáles son los verdaderos Caravaggio y cuáles no, qué cuadros pintaron realmente Rafael o Rembrandt… Lo que importa es que sean buenos, que respondan al prestigio de su autor y no el que sean auténticos…” -decía-…

 

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Elmyr de Hory, A la manera de Monet

 

 Y es que una tarde, la esposa de un rico caballero inglés le hizo una visita a su estudio y, percatándose de un dibujo prendido en la pared, le dijo: “Esto es un Picasso, ¿verdad?”. No lo era, era un pequeño dibujo de la cabeza de una mujer joven realizado por él, pero él sonrió y le preguntó: “¿Cómo sabes que es un Picasso?” “Bueno. Algo conozco de Picasso -le respondió ella- (…) Es un dibujo muy bueno, dime, ¿te gustaría venderlo?” “Claro, ¿por qué no?”…: Y ahí empezó todo… Ahí comenzó la historia de uno de los mayores falsificadores de obras de arte que probablemente hayan existido y al que el Círculo de Bellas Artes dedica ahora una exposición en la que podemos ver “Picassos”, “Braques”, “Matisses”, “Modiglianis”, «Monets», «Degas», «Renoirs» (entre otros)…, que, aunque lo pretendan, en realidad no lo son…

 

Porque Elmyr tenía la habilidad de «colar» en museos y galerías del mundo entero dibujos, acuarelas, gouaches y óleos de grandes artistas realizados por él, pero no de hacer que el engaño perdurase por mucho tiempo… «Y un día de 1967 estalló la bomba…, salió en la prensa que un multimillonario del negocio petrolífero llamado Meadows había adquirido más de cuarenta obras falsas de maestros franceses impresionistas, posimpresionistas y fauvistas por un millón y medio de dólares…». Y otro día, Elmyr era perseguido por el FBI, y otro, investigado por el tribunal español de Vagos y Maleantes hasta ir a la cárcel… -apunta Dolores Durán-. Pues, como decía un amigo suyo ibicenco, «De Hory era un histrión perfecto, un gran comediante para quien el mundo era su teatro»: «Si se colgaran mis cuadros en un museo de pintura el tiempo suficiente, se volverían auténticos…, “lo primero que se debe distinguir para hablar de la calidad de un cuadro no es si este cuadro es auténtico o falso, sino si es una buena o mala falsificación”…, “los mentirosos profesionales esperan ofrecer la verdad: y su nombre es el arte”…

 

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Elmyr de Hory, A la manera de Picasso

 

Y es que, como también él mismo decía: «¿dónde empieza lo falso? Muchos pintores han pintado a lo Rembrandt simplemente porque se sentían atraídos por él. ¿Sabe usted que recientemente se ha encontrado la firma de Goya en un cuadro de Rembrandt? ¿Y cuál es la parte de Rubens o de Corot en la obra de Rubens y de Corot? Kisling hacía Modigliani, Vertés hacía Toulouse Lautrec, y hasta Léger ha hecho Corot, lo que resulta extraordinario (…)». Pero, ¿qué ha de opinarse en torno a las consideraciones de alguien que incluso de su propia estancia en la carcel siguió haciendo una comedia? «Todo llegó con puntualidad. Montaron la cama en su celda y la tumbona en el patio de la prisión. En una semana Elmyr había contratado a otro preso como su ayudante personal. El hombre limpiaba su celda, lavaba sus platos y los útiles de cocina y montaba la tumbona en el patio al sol o a la sombra según el deseo del momento, para que, cada día, Elmyr esperara comodamente a que le bajaran con una cuerda una cesta con su comida…

 

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