The Spinal Tap: F for Fake
Por Ramón Roy Bean Fernández
“Los niños nacidos en Woodstock se preparan para el baile de graduación pero el Heavy está aquí para quedarse” –Anónimo
Spinal Tap es una mala banda de rock, es una banda patética, para que vamos a engañarnos, tan mala como otras bandas similares… pero sin éxito. En This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984) se muestra la agonía, por medio de la sátira profunda, de este grupo de rock “británico” , venido a menos, pero que en su momento llenó grandes auditorios.
El grupo nace en los sesenta, pero tras varias transformaciones estilísticas acaba por rodearse de lo comercial, de lo que triunfa, del momento, del heavy y toda la parafernalia que lo rodea: Cráneos, Satanismo y Punk.
De nuevo en ruta, hacen una gira de promoción de su último trabajo “Smell the glove” por los Estados Unidos. Hace años que no visitan el país, pero tiempo atrás abundaban los fans. Uno de ellos, precisamente, Marti di Bergi (Rob Reiner), un director de cine, acompañará al grupo para conocer todos los entresijos de la que era una de sus bandas favoritas, sin ser consciente de que lo que va a presenciar y a grabar es el desvanecimiento, que no la muerte, del grupo.
Alternando entrevistas con actuaciones, vemos cómo el grupo, con ambiciones renovadas, se presenta en L.A. el día elegido por la discográfica para promocionar la gira; ahí empieza a torcerse todo, la discográfica no está dispuesta a editar el LP “Smell the glove” con ese «cover» que lleva implícita una amenaza de explotación sexual. A todo esto se suma el desinterés de sus viejos fans, y las fechas de los conciertos programados se evaporan por una u otra razón.
This is Spinal Tap continua narrando las “complejas” interacciones entre los miembros del grupo, las peleas con su manager, los evocadores recuerdos de sus pasados estilísticos, o la llegada de la novia de un componente para acabar ya y rematar la situación; y sí, finalmente llegamos a conocer muy bien a los Spinal Tap, esa pseudofilosofía profundamente absurda que suele acompañar a este tipo de grupos, sus peleas entre bastidores… También llegamos a conocer los históricos problemas con sus «baterías»: todos se van muriendo en extrañas circunstancias, desde el ahogamiento por el vomito de otra persona, como el caso del primer batería, hasta la combustión espontánea del último; o cómo han conseguido amplificadores Marshall escalados de 0 a 11, para dar un «plus» de potencia, y continuas situaciones paradójicas, como el ridículo escenario de cartón piedra que tras una confusión en las medidas aparece mientras interpretan el tema Stonehenge, o las parodias sobre las reencarnaciones en sus estilos anteriores. Todo el metraje está envuelto en continuos chistes visuales y bastantes divertidos. Además aparecen numerosas caras conocidas del rock, jóvenes por aquellos años. Una locura a la que le pesa algo el tiempo, pero que aún deja verse muy bien, sobre todo si nunca la has visto.
Se atribuye a Reiner la creación del término «mockumentary», precisamente con este trabajo; sin embargo otras fuentes señalan a un viejo programa de TV británico como el primero en acuñar el nombre para designar a este tipo de divertidas parodias o falsos documentales. Welles ralizó algo parecido con su “F for Fake”. Todo es verdad… todo es mentira. Lo curioso del caso es que años más tarde, debido a que la película se convirtió en un film de culto, el “grupo” volvió a reunirse para un concierto de aniversario… ¿será cierto? Eso pone en las escrituras.
Vídeo con un momento esperpéntico de los Spinal Tap.