El café más amargo de La Abadía

Por Meritxell Álvarez Mongay

Les habían retirado la subvención con que contaban, Die krise acechaba y el Teatro de La Abadía ya no tenía dinero ni para El café de Rainer Werner Fassbinder ni para el de máquina. El ciclo dedicado al director alemán peligraba. Era inevitable, la obra se iba a caer y los madrileños se iban a quedar sin ver la pieza dirigida por Dan Jemmett, a no ser que…

… A no ser que José Luis Gómez invirtiera sus ahorros en un tragaperras de Las Vegas. Pero era caro el viaje en avión. Para que fuera viable esta solución, habría que esperar a que Mr. Adelson se instalara en Alcorcón. Nombrar a Luis Bárcenas tesorero de la Fundación hubiera sido otra opción. Con el capital en manos de este crack, muy pronto todo el teatro estaría fardando de amasar millones y millones de cequíes en un banco. Está claro que esta posibilidad se vino abajo cuando la Fiscalía Anticorrupción prohibió viajar a Suiza al exsenador. El Patronato de La Abadía descartó  desde un primer momento estas medidas por amorales y subrepticias. Die krise había ganado la partida. Ahora sí, era irremediable: el proyecto Fassbinder se cancelaría… A no ser que…

El café, Fassbinder. Teatro La Abadía.
Ros Ribas.

… A no ser que al elenco de El café –formado por José Luis Alcobendas, Jesús Barranco, Miguel Cubero, Lino Ferreira, Daniel Moreno, Lidia Otón, María Pastor y Lucía Quintana– se le ocurriera una alternativa dentro de la legalidad para hacer frente a su difícil situación económica, artística y profesional.

“Los actores planteamos al teatro una propuesta de viabilidad que consiste en arriesgar nuestro sueldo haciéndolo depender de los ingresos de taquilla”, informaba en un comunicado la compañía. “Una iniciativa actoral que supone una especial relación de producción sólo ante esta situación excepcional.” Y el director, Dan Jemmett, se sumó al plan con una reducción salarial. “No nos gustaría que esta iniciativa se sistematizara y pasase a ser la norma, sobre todo en los teatros de financiación pública –subrayaba ante los medios Daniel Moreno–. Debe haber ayudas públicas a la cultura, porque el beneficio de una subvención no es para artistas vagos que viven de mamandurrias, sino para el espectador.”

De lo contrario, estos chicos acabarán trabajando al más puro estilo antiteater –con minúscula y sin hache–, grupo teatral con el que Fassbinder ensayaba en un sótano, en un pub, en una cocina o en una sala de estar: en cualquier lugar donde, a cambio, no tuvieran que pagar un solo marco alemán. Hasta 1970, cuando se estrenó El café en el Municipal de Bremen, el anarquista romántico nunca había pisado un escenario tan bien equipado. De hecho, esta era la primera vez que no tendrían que improvisar un tablado. Cuando llegaron, el espacio escénico ya estaba montado, y la sala, confortablemente acondicionado para que la burguesía germana –a la que el cineasta tanto despreciaba– empezara a retorcerse en la felpa de sus butacas. Nadie les avisó de que el café en Das Kaffeehaus se sirve a secas, de que no hay leche en la despensa. De los azucarillos con los que Goldoni endulzó su comedia, dos siglos después y rescrita por Fassbinder, nada queda. Tampoco se molesten en pedir sacarina ni Estevia.

Ludópatas, estafadores, chulos, prostitutas y oportunistas son los clientes de esta cafetería, situada estratégicamente entre un casino y una mancebía. En las calles de Venecia –que es donde, trivialmente, el texto sitúa la pieza– ya no queda un ápice de decencia. Los especuladores se sacuden la entrepierna; los empresarios tienen orgasmos con las máquinas tragaperras. Son adictos al dólar; están enganchados a las libras esterlinas, son su morfina; con los billetes del BCE, sus neuronas se paralizan. Sólo un personaje no parece lisiado por el capital: el adinerado camarero del bar. Tráppolo constituye el único atisbo de generosidad entre tanta corrupción social; pero, con Fassbinder, el cowboy necesitará algo más que una gramola y té con Chivas para no pudrirse con los demás.

Amargo final. Actores sin teatro; la cultura, sin respaldo. Colas en el paro, o suicidios o desahucios. Triplete de bananas para Adelson y para Bárcenas. Die krise gana…

… A no ser que…

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Ciclo Fassbinder

  • La representación de El café, que tendrá lugar en el Teatro de La Abadía del 27 de febrero al 31 de marzo, se complementa con las siguientes actividades, organizadas conjuntamente con el Círculo de Bellas Artes y el Instituto Goethe:
  • Conferencia de Bernhard Chappuzeau, autor del libro Transgresión y trauma en Pedro Almodóvar y Rainer Werner Fassbinder. Teatro de La Abadía, 28 de febrero.
  • Retrospectiva del cine de FassbinderCírculo de Bellas Artes, del 14 de marzo al 14 de abril, de jueves a domingo.
  • Taller sobre la utilización de cámara y proyección en el teatro, impartido por Jan Speckenbach a partir de escenas de la obra teatral Anarquía en Baviera de Fassbinder. Teatro de La Abadía, del 11 al 21 de marzo
  • Discoteca con los DJs alemanes T.Raumschmiere y Pollyester. Teatro de La Abadía, los viernes 1 y 22 de marzo.

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