María Isabel Grañén Porrúa: “…tener la posibilidad de hojearlos es una experiencia que sólo las bibliotecas regalan, no las pantallas virtuales”.
María Isabel Grañén Porrúa: “…tener la posibilidad de hojearlos es una experiencia que sólo las bibliotecas regalan, no las pantallas virtuales”.
Mauricio A. Rodríguez Hernández
Sus apellidos es sinónimo de conocimiento, éxito y arte oaxaqueño, un puñado de virtudes se complementan en una de las exponentes mas representativas del arte popular, cultura del estado de Oaxaca y defensa de la historia escrita.
Estudió Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana y desde 1990 es la Directora de la Fundación Alfredo Harp Helú en Oaxaca. Además, esta a cargo de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa.
La actual esposa del empresario Alfredo Harp Helú, comparte sus proyectos actuales a cargo de la Biblioteca, su pasión por la identidad artística nacional, su amor por los libros, su participación en el rescate y restauración de documentos antiguos documentales en Oaxaca, sus recuerdos sobre su abuelo, la llamada del pintor Francisco Toledo que cambiaria el rumbo de su vida, la restauración de una de las Bibliotecas de Oaxaca, el momento en el que conoció al empresario Alfredo Harp Helú, su relación con el mundo cultural mexicano, su visión de un buen promotor cultural, entre otros temas.
Es editora de varios libros bajo la firma Grañen Porrúa, misma que cuenta con una librería en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca.
Ha participado en la coautoría de 6 títulos entre los que destacan La espina y el fruto: Plantas del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, Las joyas bibliográficas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca: la Biblioteca Francisco de Burgoa, entre otras.
Es autora de diversos títulos: El mago Lerner, 2008; Las vacaciones más tristes en Líbano, escrito en 2006, y su más grande obra e investigación, parte de su tesis doctoral, Los grabados en la obra de Juan pablos, escrito en 2011.
Mauricio A. Rodríguez Hernández: ¿Cómo fue su infancia? ¿Alguien en su familia, además de su abuelo, estuvo involucrado al mundo cultural?
María Isabel Grañén Porrúa: Viví mi niñez rodeada de libros. Mis parientes son libreros editores, ellos han aportado una importante aportación a la cultura de México a través de la editorial Porrúa que lleva más de cien años en actividad. Mi abuelo tenía una hermosa librería en el centro histórico de la ciudad de México y mi padre otra de libros de arte, en la Zona Rosa. Esos dos sitios marcaron los años de mi niñez, donde pasé largas horas entre inmensas paredes de libros.
MRH: ¿Podría compartir alguna anécdota familiar en relación a su abuelo, Manuel Porrúa?
MIGP: Mi abuelo fue un hombre muy trabajador que amaba a su familia. Lo recuerdo rodeado de libros, sus hijos y nietos. A él le gustaba estar en el mostrador, atender a la gente y luego se subía a su despacho para revisar cuestiones administrativas. Mis hermanos y yo solíamos ir los sábados y también en vacaciones, y a mi abuelo le encantaba que le ayudáramos a trabajar.
En temporada de compra de libros escolares, la librería se llenaba a tope, los clientes hacían filas que salían a la calle y, cuando lograban llegar al mostrador, los padres de familia estiraban la mano con su lista de pedidos. Mi abuelo y sus empleados sabían perfectamente dónde se encontraba cada uno de los títulos dentro de aquél laberinto de largos pasillos con enormes libreros; era como entrar a un grabado de Piranessi.
Una vez localizados, quién buscaba el título retornaba al mostrador cargando una pila de libros de texto y se hacía una nota del costo de la mercancía. A algunos clientes no les alcanzaba para pagar y entonces le pedían a mi abuelo que quitaran aquellos ejemplares que salían del monto que traían en mano. Recuerdo que muchas veces él les decía: “Mire, se lleva su pedido completo y cuando pueda, regresa y me paga lo que ahora falta”. Esa persona se volvía un cliente seguro y agradecido, y numerosas veces fui testigo de cómo las personas regresaban a pagarle directamente a mi abuelo.
MRH: ¿Cómo se involucró en el mundo cultural y en particular cómo llega a la Fundación Alfredo Harp Helú?
MIGP: De pequeña, iba con mi abuela todos los fines de semana a ver exposiciones en diversos museos y después al teatro. También viajé mucho con ella. Pronto encontré mi vocación: estudié la licenciatura en Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana y después me fui a Sevilla, donde estudié el doctorado. Seguí acudiendo a los museos y frecuentaba bibliotecas públicas. Tuve la fortuna de tener amigos que amaban la lectura y la música; desde pequeña me fui rodeando de un ámbito cultural que me ha cobijado hasta la fecha.
Cuando regresé de Sevilla, me hice el propósito de terminar mi tesis doctoral y, estando en plena investigación, recibí una llamada del pintor Francisco Toledo para organizar una exposición de libros antiguos en Oaxaca. Jamás imaginé que aquella invitación cambiaría mi vida para siempre.
Llegué a Oaxaca y me encontré con una de las bibliotecas más importantes de México que estaba abandonada, en completo desorden. Comencé a seleccionar los libros para la exposición que se llevó a cabo en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca en 1993. Fue una muestra hermosa. El día de la inauguración, Toledo y el entonces rector me propusieron organizar la biblioteca y como yo era una joven llena de ilusiones, accedí a pesar de que eran más de 27,000 volúmenes. Solicité asesoría a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y, afortunadamente, su directora, la Dra. Stella María González Cicero me brindó su apoyo para poder rescatar el acervo.
Comenzamos por fumigar el lugar, después limpiamos libro por libro, cada uno fue acariciado y cuidado. Paralelamente, iniciamos el inventario con la ayuda de un grupo de jóvenes egresados de la facultad de Letras Clásicas de la UNAM. Así, localizamos 13 incunables y grandes joyas que pertenecieron a las bibliotecas conventuales novohispanas.
Con semejantes tesoros, queríamos que la biblioteca estuviera en un lugar digno y adecuado para su conservación. Y justamente se restauraba el ex convento de Santo Domingo, una de las obras más importantes de restauración de América. Y fue así como solicitamos un sitio para la biblioteca. El INAH aprobó la propuesta y acudimos a Banamex para que nos financiara los libreros de cedro rojo. Después de unos días, me avisaron que un señor Alfredo Harp Helú había aprobado el proyecto. ¡Quién me iba a decir que un año después sería el amor de mi vida y que impulsaríamos juntos proyectos para México!
MRH: ¿Cuál ha sido el mayor reto como presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú desde sus comienzos? ¿Cuál ha sido la decisión más difícil como Presidenta en Oaxaca?
MIGP: La Fundación Alfredo Harp Helú es una de las fundaciones más importantes de México, apoya proyectos sociales, culturales, de salud, en el ámbito deportivo; también nos interesa el cuidado del medio ambiente y principalmente la educación. Alfredo es muy generoso y además se entrega de corazón en cada proyecto, le da seguimiento.
Para mí es un honor ser la presidenta de la Fundación en Oaxaca que impulsa tantos beneficios sociales. Me siento muy honrada y motivada al ver que cada proyecto es adoptado por la comunidad y se vuelve parte de su vida cotidiana.
La Fundación en Oaxaca ha crecido mucho: tenemos varias bibliotecas (La Biblioteca Henestrosa, la Biblioteca Infantil BS, la Biblioteca fray Juan de Córdova); museos (el Museo Textil de Oaxaca, el Museo de Filatelia de Oaxaca), y centros culturales (San Pablo y la Casa de la Ciudad).
Impulsamos proyectos diversos, como el fomento a la música y la lectura con tres bibliomóviles; nos interesa fomentar el deporte, así que hemos instalado varios gimnasios al aire libre y una academia de beisbol de alto rendimiento; en el cuidado al medio ambiente tenemos varios proyectos de reforestación, 15 viveros de alta tecnología, cada uno produce más de un millón de árboles anualmente, huertos orgánicos en las escuelas y hemos plantado cientos de árboles en el centro histórico de la ciudad, y los cuidamos con una cuadrilla permanente que vigila su salud y crecimiento.
También trabajamos en el rescate de archivos y bibliotecas y en la restauración de obras de arte y arquitectura en diversas comunidades del estado. Eso es sólo por mencionar algunos proyectos, son tantos que faltarían aquí cuartillas para enumerarlos.
Cada programa demanda tiempo porque nuestro interés es que los espacios tengan vida y que exista una repercusión en la sociedad. Para ello, se requiere de personal capacitado y entusiasta, que tenga una vocación social, que se enamore de su trabajo y que se propongan actividades dinámicas.
Cada uno de los proyectos tiene una historia conmovedora y han representado grandes retos, pero quizá, el más importante es que cada uno adopte su propia vida comunitaria.
En el ámbito educativo, uno de los proyectos más ambiciosos que ha encaminado la FAHHO es la construcción del Colegio La Salle Oaxaca, que comienza desde preescolar hasta el bachillerato; ahora ya está lista la Universidad. Es emocionante ver las aulas llenas de alumnos y maestros y ser testigo de que se abre una oportunidad para niños y jóvenes de Oaxaca.
De los proyectos culturales uno de los más interesantes ha sido la recuperación del ex convento de San Pablo, que con el paso de los años, se había convertido en un estacionamiento y un hotel. Adquirimos diez propiedades y nos metimos en los archivos para desempolvar no sólo las piedras, sino la memoria escrita en fuentes documentales que nos indicaban cómo había sido el primer convento dominico de Oaxaca, levantado en 1529, cuando se estaba planeando urbanísticamente la ciudad. Así, con un equipo eficiente de historiadores, arqueólogos, restauradores, antropólogos, arquitectos, canteros, albañiles y electricistas se logró una obra impecable y muy bien cuidada que, incluso, ganó el premio Francisco de la Maza 2012, del INAH por la mejor intervención. Hoy en día un centro cultural lleno de actividades: talleres, conferencias, conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, cursos y lecturas; se ha convertido en un referente cultural para la ciudad.
MRH: ¿Cuál es su relación actual con los principales exponentes de la cultura en México, personajes como el arquitecto González de León y el artista Gabriel Orozco sólo por mencionar algunos?
MIGP: Todos los días convivo con un mundo dedicado a la cultura: gestores, artistas plásticos, músicos, escritores, poetas, bailarines, artesanos, historiadores, académicos, arquitectos, urbanistas, lingüístas, diseñadores, curadores, críticos, etcétera. En Oaxaca existe una vida cultural muy intensa.
Francisco Toledo ha sido mi maestro, con inicié mi vida laboral y aprendí que el arte y la cultura salvan a la sociedad.
Conozco al arquitecto Teodoro González de León a quien invitamos a que nos ofreciera una conferencia relacionada con las ciudades históricas en la actualidad. Él estuvo feliz en su estancia en Oaxaca, impresionado de la labor que se genera en la ciudad.
A Gabriel Orozco sólo lo conozco de vista y, por su puesto, admiro su obra.
MRH: ¿Cómo fue el proceso inicial de investigación para la creación Los grabados en la obra de Juan Pablos. Primer impresor de la Nueva España, 1539-1560?
MIGP: Mi tesis doctoral fue sobre los grabados en los libros novohispanos del siglo XVI. Juan Pablos fue el primer capítulo. Cuando me decidí a publicar la tesis, comencé por el principio y con la ayuda de Juan Pascoe volví a rehacer el capítulo que se convirtió en un hermoso libro, publicado por ADABI y FCE que me llena de orgullo.
MRH: ¿Cuál es su percepción sobre la cultura y las artes mexicanas actualmente?
MIGP: México es un país que desborda cultura en cada rincón, es apasionante.
MRH: ¿Tiene usted algún autor tanto internacional y nacional favorito?
MIGP: ¿Se refiere a un escritor literato?… Tengo muchos escritores favoritos. Uno de ellos es el húngaro Sandor Marai, también me encanta leer a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y otros. De los autores mexicanos admiro, entre otros muchos, a Juan Rulfo, Octavio Paz y Carlos Fuentes.
MRH: ¿Cuál es la anécdota más interesante qué recuerda en su carrera cómo directora de la Biblioteca Francisco de Burgoa? ¿Qué acervos se han rescatado recientemente?
Mi experiencia en la Biblioteca Francisco de Burgoa es apasionante. Hay cientos de historias en mis recuerdos. Una de ellas fue el traslado de los libros de Ciudad Universitaria al ex convento de Santo Domingo. Durante meses, preparamos el cambio, cada libro estaba numerado, dentro de una caja numerada que sabíamos en qué estante iba a quedar en el nuevo recinto. Fue un viernes de Semana Santa cuando trasladamos más de 27,000 ejemplares. Trabajamos toda la noche, fue muy emocionante: los libros regresaban al lugar del cual nunca debieron de haber salido.
Como presidenta de la Fundación, hemos apoyado diversos proyectos de rescate de archivos y bibliotecas. El más importante fue en 2003 cuando, en complicidad con la historiadora Stella González Cicero, fundamos Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (ADABI), una asociación civil única en su tipo en México y en el mundo, que contribuye a salvaguardar la memoria del país al impulsar proyectos enfocados al rescate, preservación, valoración e investigación, además de la difusión documental y bibliográfica.
No somos coleccionistas, ni nos importa si se trata de archivos privados o públicos, municipales, parroquiales o gubernamentales; el esfuerzo central es salvar la memoria de México. En nueve años, hemos apoyado más de 900 proyectos y prácticamente tenemos presencia en toda la República mexicana. Me siento muy orgullosa de presidir ADABI.
MRH: ¿Cuál es la clave para “producir” nuevos talentos con sello nacional y el apoyo a los jóvenes?
MIGP: No conozco claves ni recetas. Me parece que lo importante es crear espacios para que los jóvenes se expresen y maduren rodeados de un ambiente propicio para poder desarrollarse libremente.
MRH: ¿Qué representa para usted Oaxaca?
MIGP: Oaxaca es el terreno fértil para florecer. Hay tanto qué hacer y cualquier paso tiene una repercusión en la cultura y la sociedad. Es un estado maravilloso: sus paisajes, las lenguas, el arte popular, la comida, su arquitectura, sus artistas, sus archivos… y lo más importante: su gente.
MRH: ¿Cuál ha sido su mejor momento en su carrera?
Oaxaca.
MRH: Si usted fuera la directora del CONACULTA, ¿Cuál seria su prioridad? ¿Cuáles deben ser las características de un buen director cultural desde la visión de María Isabel Grañén Porrúa?
MIGP: Abriría fuentes de trabajo: contrataría a todos los músicos, bailarines, poetas, literatos y artistas para que salieran todos los días a tocar y a trabajar en las calles, teatros, escuelas, cárceles, museos, bibliotecas y centros culturales. Me encantaría que los mexicanos encontraran en el arte una forma de vida y que contagiaran su talento a niños y otras personas. También impulsaría la investigación y la formación de excelencia académica a las nuevas generaciones con maestros que tuvieran vocación social.
Dejaría una partida especial para rescatar archivos, órganos históricos, retablos, obras pictóricas y monumentos arquitectónicos y arqueológicos en las comunidades. Esa sería una manera de salvar nuestro patrimonio, de lograr una derrama económica, al tiempo que se incentiva la identidad de los mexicanos.
Por supuesto que impulsaría el arte popular, buscando nuevos mercados y vinculando a los artesanos con los artistas, diseñadores y arquitectos.
MRH: Desde su punto de vista, ¿cuál es el futuro de las bibliotecas hoy en día, en particular con el uso de las nuevas tecnologías?
MIGP: La tecnología es una realidad, pero no creo en el ocaso del libro de papel porque su soporte sigue siendo el más durable. Me parece que se volverá un objeto más preciado y la experiencia de salir de tu casa, cobijarte de un espacio lleno de libros y tener la posibilidad de hojearlos es una experiencia que sólo las bibliotecas regalan, no las pantallas virtuales.
MRH: ¿Cuál es su percepción sobre la “Ciudad de los Libros”, la Biblioteca Elena Garro y la Biblioteca José Vasconcelos en la Ciudad de México?
MIGP: Celebro la tarea de abrir bibliotecas. Es esperanzador saber que las colecciones de nuestros pensadores mexicanos sean rescatadas. En ellas, el alma de estos personajes seguirá viva. Además, queremos pertenecer a una generación responsable, que valore el patrimonio que nos ha sido heredado.
El reto es lograr que el público haga suyas estas bibliotecas, que los libros se lean, se comenten y que sirvan de inspiración y nutriente a los lectores. Un libro abierto es el fin que se persigue. Compartir la sabiduría de los libros es el mayor regalo que recibimos por nuestro trabajo de haber organizado y ordenado una biblioteca.
MRH: ¿Qué debemos de aprender de otros países en materia artística y que deben aprender ellos de México?
MIGP: Amo a mi país y apuesto por el camino del arte, la cultura, la educación y el deporte, que son la contraparte del odio, la violencia y la irracionalidad. Quisiera que la sociedad civil participe más para formar un mundo más humano. Si queremos otro México, sumémonos a trabajar constructivamente. En este sentido, mi vida es sólo una semilla y espero poder verla florecer.
MRH: ¿Cómo es un día normal para María Isabel Grañén Porrúa?
Soy una persona muy activa. Me levanto a las 6:00 a.m., despierto a mis hijos, llevo a mi pequeña al colegio y hago una hora de ejercicio. Desayuno, leo periódicos, me baño y salgo corriendo a la Biblioteca Francisco de Burgoa o a San Pablo o bien a algún proyecto de la FAHHO. A la 1:00 p.m. salgo a recoger a mi hija al colegio y comemos en familia. Las tardes suelo dedicarlas a mis hijos: clases, entrenamientos, tareas, cena, baño, cuento y los acompaño a dormir. Rara vez asisto alguna cita, pero si es necesario, lo hago. Una vez que los niños descansan, ceno con Alfredo, salimos a algún concierto o evento cultural, o bien leo, escribo, hablo por teléfono con mi mamá y caigo profundamente dormida.
MRH: Finalmente, ¿Qué sigue en la vida profesional de María Isabel Grañén Porrúa? ¿Qué novedades tendremos este año tanto en su carrera literaria, la Biblioteca Francisco de Burgoa y ADABI?
MIGP: Uno de los sueños por los que trabajamos actualmente es el rescate del Archivo Histórico del Poder Ejecutivo de Oaxaca, uno de los fondos documentales más ricos, importantes del país que es enorme. Son miles y miles de papeles que han sido abandonados. Afortunadamente, esta administración gubernamental ha mostrado su interés en recuperarlo y con ADABI comenzamos el proyecto. Pronto estará inventariado y en condiciones dignas y por supuesto con un edificio adecuado que permita su conservación para las próximas generaciones.
Desearia saber si el padre de Maria Isabel Grañen Porrua hera de Mequinenza (Zaragoza) España