"Fulton Blues" de Corey Harris. Diccionario del blues
Por Kepa Arbizu.
Corey Harris no es “sólo” uno de los músicos de blues más importantes de los últimos años, sobre todo a la hora de rescatar y revivir el género desde una perspectiva más tradicional, es además un estudioso de él y un investigador de sus raíces y derivaciones por otros lugares geográficos. Un semblante, al que hay que añadir además su carrera universitaria, bastante alejado del que habitualmente han poseído los intérpretes de este tipo de música.
Su nuevo disco es “Fulton Blues”, un título que hace referencia a una mítica comunidad negra incrustada en Richmond, y que en esa labor casi arqueológica que lleva a cabo el norteamericano, hace de eje central de un álbum que, ya sea a través de sus leyendas como de las historias actuales, confecciona un microcosmos con la finalidad de reflejar tanto la vida “sureña” como todo un crisol de emociones humanas.
Con este nuevo trabajo Corey Harris vuelve al terreno puramente blues, dejando de lado sonidos jamaicanos como los que aparecían en su anterior trabajo “Father Sun Mother Earth”, y lo hace con una mirada amplísima sobre el género (en esta ocasión siempre bajo directrices clásicas) creando algo así como una enciclopedia sobre él. Una determinación, que dicho de paso, es a todas luces el terreno donde mejor se maneja el músico y en el que exprime toda su calidad.
En líneas generales este “Fulton Blues” se puede dividir en dos grandes tipos de canciones, la primera, y más amplia en cuanto a número, es aquella que opta por un “traje” musical más acústico. Entre las más desnudas y que apuntan a un sonido rural está “Underground”, con ese estilo casi recitativo que recuerda a Son House. De un modo más aguerrido, y con la presencia de la armónica, se muestra en “J. Gilly Blues”. Ampliará las fronteras estilísticas acercándose al folk en “That Will Never Happen No More” y al country, con un inesperado y sorprendente acompañamiento de saxo, en “Black Rag”. Canciones ambas que le emparentan con la tradición de intérpretes como Leadbelly o Mississippi John Hurt.
En un segundo grupo están las composiciones que aparecen mucho más adornadas por medio de un acompañamiento instrumental variado. Como es lógico algunas de este tipo de canciones se orientarán hacia sonoridades más soul, sucede con “Tallahatchie” y “House Negro Blues” que recuerdan a músicos que se movieron por esos terrenos como Don Covay o Arthur Alexander. De regreso al blues más puro nos toparemos con “Crying Blues” y su fuerte sección de metales o la versión que realiza de “Catfish Blues”, y que si en pasadas ocasiones la había orientado hacia un sonido sobrio y por lo tanto más fiel a la original, obra de Robert Petway, aquí la electrifica y la presenta más arreglada .
Corey Harris da en este “Fulton Blues” una lección de blues. Y lo hace en el sentido estricto de la palabra, primero por su calidad, que nunca ha estado en duda pero que alcanza su plenitud cuando se acerca al género de manera clásica, y luego porque las canciones que dan forma al álbum pueden ser vistas como capítulos de la historia de esta música y de algunas de las múltiples formas que puede adoptar. Y para este viaje que mejor maestro que el norteamericano.
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