Erwin Stache y sus 'Objetos sonoros' en el Goethe Institut de Barcelona
Por Elisenda N. Frisach
Hasta el 15 de febrero, el Goethe Institut de Barcelona acogerá la obra del músico, compositor y artista alemán Erwin Stache, mediante la exposición ‘Objetos Sonoros’, compuesta por tres instalaciones cuyo eje vertebrador es la música y la integración de la misma en un entorno atípico, tanto por su ubicación anómala como por los “instrumentos” empleados en su ejecución, máquinas sonoras creadas por el propio autor y hechas a partir de la reutilización de materiales heterogéneos; por citar algunos ejemplos ilustradores, algunos de sus aparatos sonoros parten de un engranaje mecánico, un futbolín o unas cajas de plástico. De hecho, y como tuvimos la oportunidad de apreciar los asistentes a la inauguración de la muestra el pasado viernes 25 de enero, mediante un breve concierto dado por el propio Stache, es marca de la casa la creación de nuevas cadencias a través del uso de objetos de diversa procedencia –costumbre que adquirió el artista en la época de escasez de la antigua RDA– conectados a amplificadores, como si de guitarras eléctricas se tratara; así, en su performance barcelonesa, interpretó con un tendedero de madera y dos barras de metal.
La exposición se encuentra divida en tres espacios: ‘Kuckucksuhrenorchester’ (Orquesta de relojes de cuco); ‘Ihre Verbindung wird gehalten’ (No cuelgue, manténgase a la espera), y ‘Hände’ (Manos). El primer montaje, el más grande de los tres, es un conjunto de relojes de cuco, cada uno de los cuales emite dos sonidos diferentes, de forma que, gracias a su interconexión y coordinación electrónicas, pueden llevar a cabo piezas de Mozart o Schumann, himnos como ‘La Marsellesa’ o canciones populares como ‘En Joan petit quan balla’, todos ellos temas a escoger por el público de entre una selección. Convenientemente separados para evitar la resonancia, dichos relojes –objetos decorativos típicamente alemanes– hacen una interpretación irreverente y nueva, naïf y simpática, de esas melodías tan conocidas, a lo que hay que añadir la estética kitsch de tales objetos, aquí reducida a mínimos (esto es, a la casita y el pajarillo que habita en su interior, sin florituras coloristas adicionales), pero no por ello menos presente. Asimismo, los cucos también crean “composiciones” de nuevo cuño mediante un “diálogo” entre ellos.
En cuanto a ‘Ihre Verbindung wird gehalten’, está configurado por un antiguo teléfono rojo de marcación por rueda; cada vez que se descuelga el auricular suenan voces de diferentes personas (hombres, mujeres, jóvenes, adultos…) en diferentes idiomas, mientras que ejercen como una suerte de acompañamiento de percusión la señal del dial, los números al marcar y el botón de rellamada. En este sentido, es el espectador-oyente el que puede propiciar el desarrollo rítmico de los tonos y crear su propio “tema”.
Finalmente, la instalación ‘Hände’, como su mismo nombre indica, es un conjunto de ocho “manos” (en realidad, ocho emisores de sonidos sensibles al tacto) que se ubica en la vitrina de entrada del edificio del Goethe Institut, de forma que es el transeúnte el encargado de activarlos. Dichas “manos” emiten sonidos de diferente índole (rítmicos y arrítmicos, tonales y atonales, estridentes y concordantes, etc.), que fluctúan y varían, y, puesto que más de una persona puede activar simultáneamente los resortes musicales de cada emisor, se propicia un “concierto” de varios “intérpretes” e infinitos resultados.
Según lo expuesto, es obvio que la exposición redunda en el carácter lúdico y, sobre todo, participativo del arte, aunque se concrete esta idea especialmente en el ámbito musical. No en vano, Stache inició su actuación recomendando y alabando a aquellos intérpretes que han utilizado sus inventos sonoros para crear sus propias composiciones, y la concluyó invitándonos a nosotros, sus oyentes, a que creáramos también nuestra propia música. A la postre, y como pretende probar gráficamente ‘Ihre Verbindung wird gehalten’, no hay lenguaje más universal, dado su carácter abstracto –y por tanto libre en el más amplio sentido del término–, pero a su vez dado su alto componente emocional, humano, que la música; un lenguaje que arropa, eleva, acoge, une; que demuestra que nuestras diferencias son solo superficiales. ¿Y qué mejor recordatorio podemos hallar para unos tiempos tan convulsos como los actuales?
Fotos | Bonart y Katrin Sculthess.