Gamoneda y su "Canción errónea"
Antonio Gamoneda: Canción errónea
Tusquets, Barcelona, 2012
Por Ricardo Martínez
La experiencia, para las palabras, sí cuenta. El dominio de la ubicación en el texto, la calidad sonora, la significación… Tal es uno de los resultados que se puede deducir que acontecen en el último libro de Ganoneda, quien ha ido construyendo con el tiempo, amén de un discurso personal, un corpus poético sin duda resaltable dentro de nuestro panorama.
“Esta cláusula blanca, este viernes vacío./ ¿Quién soy yo, dónde estoy? ¿Es mi cuerpo/ parte en la niebla/ No/ hay nada en la niebla” No es frecuente esta capacidad de autoconciencia poética, de ‘intromisión’ interior como efecto de discurso (recuerdo, a este propósito, un poema –a mi entender no exento de ironía- en que el autor llevaba la ‘intromisión personal propia’- hasta el punto de dedicar un curioso poema al efecto de un pitido en sus oídos).
Desde luego, podemos convenir de que su lenguaje está sumamente cuidado, es muy voluntariamente significativo –tal como toda buena poesía debiera propiciar, pues es bien sabido, y aceptado a estas alturas, que no es únicamente un sentimiento personal lo que ha de transmitir el poema, sino un ejercicio de reflexión y voluntad inquiridora acerca de qué es el hombre a solas-. Y tal cometido, a fe que lo cumple la obra de este autor que nos ha venido ofreciendo, con su obra, una invitación a conocer, a discernir, a observar paciente y claramente lo que es el objeto y el sujeto, lo que es representativo dentro de la ‘titularidad’ del ser hombre. O, cuando menos, plantearse lúcidamente la pregunta acerca de tantos porqués no contestados todavía: “¿Estoy/ ausente de mí mismo?/ No sé./ Sospecho que, ciertamente, mi pensamiento/ no está en mí./ ¿Soy yo/ vida viviente?? No sé./ Tengo frío”.
De la lectura atenta deviene, seguro, el obtener algo de calor, de beneficio. No se trata, desde luego, de una canción errónea.