AGENTE SUICIDA
Por JUAN LUIS MARÍN. Madrid. Enero 2013. Reseteo y un contador que se pone en marcha.
Madrid. Año 2012. 7 policías municipales muertos. Pero no en acto de servicio. Sino… suicidados. Ahorcados, de un tiro en la cabeza, saltando por la ventana… Hay otros que tienen más (o menos) suerte y han fracasado en su intento. Imposible saber cuántos. Bajas por depresión, ansiolíticos, antidepresivos… La policía municipal de Madrid está enferma. Por eso se están retirando sus armas reglamentarias a algunos agentes, no sea que se les ocurra hacer alguna tontería… distinta. Ése es el dato. En cuanto a la reflexión…
Supongo que es una cuestión de RESPETO. Porque cuando los necesitamos, exigimos que se comporten como Héroes… aunque nunca vayamos a reconocerlos como tales. Y cuando ejercen su trabajo… son unos hijos de puta. Muchos de ellos, que se dejaron la piel en (y tras) el 11 – M, solicitaron ayuda psicológica especializada… y se les negó, derivándolos a la Seguridad Social. ¿Alguna vez habéis estado con un psicólogo o psiquiatra de la sanidad pública? Yo sí, y no por recoger cuerpos desmembrados en un vagón de tren que ha saltado por los aires…
¿Quién respeta la autoridad? Porque parece que la policía nunca la tuvo, que la perdió… o, simplemente, se la negamos. Y así nos va. Quizá pensemos que no son lo suficientemente válidos (y quizá algunos no lo sean), quizá nos gustaría que estuviesen más motivados (y es posible que algunos no lo estén en absoluto), o quizá paguemos con ellos nuestro descontento con el Estado… para que ellos hagan igual sobre sí mismos (o sobre nosotros cuando hay manifa). Y de ahí la frustración. Por salir cada día a proteger a quien no cree en ellos. A quien exige pero no reconoce. A quien solo tiene palabras de odio… pero nunca de agradecimiento. Quizá haría falta «algo», un detonante para que nos diéramos cuenta de su labor… o ellos pudieran demostrarla.
¿Recordáis Robocop? Una huelga de la policía y toda Ciudad Delta, construida sobre las ruinas de la antigua Detroit, se convertía en un polvorín a punto de estallar. Que se enteren los ladrones, asesinos y demás hijos de puta de que quien patrulla las calles para protegernos (al menos en teoría) se va a quedar una semanita en casa tocándose los huevos (o los ovarios), o lo que le salga del orto. A ver qué pasa. A ver quién te ayuda. A ver a quién llamas cuando estés en un lío. Porque como dependas de alguien como tú (o yo) para que te echen un cable, lo llevas claro. ¿O lo has hecho tú alguna vez? No ya para intervenir en una pelea o impedir un atraco (seguro que no has tenido tanta suerte, campeón), sino para tender una mano a ese mendigo que no tiene para comer o comprobar si ese otro, bajo un montón de mantas en medio de la calle, aún respira. Los has visto cientos de veces… y no has hecho nada. Como yo.
Así que dime, Héroe, ¿vas a protegerme tú?
– Yo… esto… no sé…
Ni lo sabrás en tu puta vida.