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Los maestros del Filandón

 

Por Pablo Brañanova y David Hidalgo

 

Entrevista a José María Merino, Luis Mateo Díez y Juan Pedro Aparicio

 

El  miércoles 28 de noviembre tuvo lugar en el auditorio de Casa del Lector (centro cultural Matadero Madrid) un evento que lleva años triunfando por toda Europa, de la mano de tres autores nacionales de la talla de Jose María Merino, Luis Mateo Díez y Juan Pedro Aparicio. El Filandón es una propuesta que trata de recuperar la ancestral tradición de la cuentística oral desde los microrrelatos que ellos mismos componen y seleccionan.

Gracias a la organización de Casa del Lector, que tuvo a bien convocar el evento, tuvimos la oportunidad de charlar con estos tres maestros de la narrativa, que deleitaron a los asistentes con algunos de sus mejores microcuentos, amenizados entre anécdota y anécdota.

La entrevista que les ofrecemos a continuación tiene como objeto no sólo acercar el Filandón a nuestros lectores, sino también mostrar la opinión de tres autores de incontestable relevancia, acerca de la situación de la literatura actual y su futuro más inmediato.

 

¿Cómo describiríais el Filandón, en qué consistía y de qué forma lo habéis incorporado a nuestro tiempo?

Filandón 1Juan P. Aparicio (J. P. A.).- El nombre de Filandón puede dar lugar a equívocos, ya que éste pertenece a la tradición oral y lo que nosotros hacemos no, a pesar de estar contaminado por ella. Utilizamos el microrrelato como acercamiento a dicha tradición oral que en nuestro caso parte de un texto cerrado, que al ser corto, es susceptible de la incorporación de nuestras tres voces, que representan tres mundos muy diferentes, ya que cada uno tiene su propia forma de entender el cuento. La especificidad de esto que nosotros hacemos es la lectura de nuestros propios cuentos. Todo esto comenzó a raíz de la proposición de una sociedad inglesa que quería organizar un festival literario, ellos me pidieron opinión y a mí se me ocurrió lo del filandón, e invité a mis amigos que ya tenían narrativa breve publicada. La verdad es que nos sorprendió la buena acogida que tuvo desde el primer momento.

Luis Mateo Díez (L. M. D.).– Esto es en realidad una velada literaria en la que tres escritores que tienen especiales complicidades son capaces de leer sus cuentos en un ambiente de espontaneidad, haciendo comentarios a ellos según los leen, y dándole a todo una peculiar vivacidad. Es una velada literaria: no una lectura al uso de tres autores que llegan y se sientan. Se intenta crear un clima a través de esa conexión que existe entre nosotros. Nuestras voces por suerte son muy diversas. El viejo filandón es una institución vecinal que parte de la tradición oral del noroeste de España y el norte de Europa, y que a su vez enlaza con las tradiciones orientales. No era otra cosa que la reunión de las gentes que concurrían para contar y comentar las cosas de la vida, para contar los viejos cuentos de la tradición, lo que también tiene relación con el antiguo mundo de las leyendas. Filandón viene del asturleonés filazón, que a su vez viene de filum, hilo; haciendo referencia a las noches de invierno, cuando en las cocinas (lugar de la casa más cálido) se alternaba la labor hilandera femenina u otras actividades manuales con la costumbre de contar historias. En síntesis, es un espacio de la tradición oral que quedaba entre abuelos y padres de nuestra generación. Como tradición, el filandón era en sí mismo socializador y solidario, y esto que hacemos nosotros es en el fondo un homenaje a eso.

José María Merino (J. M. M.).– Nosotros no lanzamos la historia a viva voz, sino que, de algún modo, seguimos en el vivero arquetípico de los cuentos. En el fondo, son cuentos nuestros que amenizamos con anécdotas personales.

 

La magia del filandón ¿reside, de alguna manera, en el ambiente creado a partir de la luz evocando una atmósfera íntima?

L. M. D.- Desde el comienzo hemos visto que se establece una peculiar relación entre la atmósfera del espacio y el propio acto de narrar, es decir, se crea un clima verbal que se suma al interés, por parte del oyente, en que el escritor lea sus propios textos. De hecho, hemos visto que en muchas ocasiones ese clima en cuanto a la iluminación es necesario para crear un ambiente íntimo con el oyente. Esto lo hemos constatado incluso en otras lenguas y en otros países.

J. M. M.- Nos hemos dado cuenta de que, en el fondo, a la gente le encanta que le cuenten cuentos que, al fin y al cabo, son breves y pertenecen a registros diferentes.

J. P. A.- Hay una magia que viene heredada, porque de alguna manera hay un escenario mental que tiene que ver con las veladas originales que se hacían en torno al fuego de la casa mientras fuera nevaba y el lobo aullaba.

 

Dentro del proceso de escritura, ¿cuáles son para vosotros las reglas inamovibles a la hora de construir un cuento?

FIlandón 2

J. M. M.- El cuento, ante todo, debe moverse. Como texto narrativo, está obligado al movimiento, independientemente de su hermosura lírica. En segundo lugar, tiene que ser verosímil; si no consigues suspender la incredulidad en el lector, si no has conseguido que se lo crean, has fracasado. En tercer lugar, otro aspecto fundamental sería la economía, que se basa en narrar con el menor número de palabras y de medios. En este sentido, la elipsis es una técnica fundamental.

L. M. D.- Un elemento crucial es la intensidad, ya que en un cuento nada debe sobrar. Decía Chéjov que, si en un cuento sacas un clavo en la primera frase, el protagonista debe colgarse de él en la última. En este sentido, el cuento atañe a lo necesario a través de su estructura interna basada en la brevedad pero, al mismo tiempo, en la complejidad.

 

¿Cuál es vuestro cuento predilecto, ya sea dentro de la cuentística tradicional o clásica?

J. M. M.- Yo me quedo con un cuento que nunca acabará de fascinarme, que es La corista, de Anton Chéjov, porque cada vez que lo leo descubro algo nuevo: es completo, el cuento está cerrado, pero si lo vuelves a leer te ofrece nuevas interpretaciones. Lo mismo sucede con El Quijote, obra en la cual aún seguimos encontrando nuevas interpretaciones; es la gracia de ofrecer innumerables mensajes.

L. M. D.- Yo me decanto por los inventores del cuento moderno, pues ahí encontramos las pautas cruciales que siguieron los mejores narradores: ahí están Poe o Maupassant.

J. P. A.- Yo prefiero al abuelo Clarín. La Regenta, sin duda, es una gran novela, pero donde Clarín muestra sus habilidades con mayor maestría es en cuentos como El dúo de la tos o ¡Adiós, Cordera!, que precisamente parece escrito para este momento, ya que estamos en El Matadero.

 

¿Creéis en una posible recuperación de la oralidad, ahora que se vuelve a hablar de asambleas, precisamente hoy que venimos de lacompluenlacalle?

J. M. M.- Si la gente se reúne, no nos quepa duda de que habrá una recuperación de la tradición oral. Porque, ¿qué comunicación hay más importante que la oral?

L. M. D.- Yo apuesto por la vieja comunicación de los lectores, que gustan de escuchar las historias de boca de los propios autores; esto que hacemos nosotros fascina. El problema de las tecnologías actuales es que condenan al individuo a la soledad más absoluta, al ensimismamiento total, por eso cualquier movimiento que hay de concentración tiene un éxito disparatado, y es por eso que la vuelta a los filandones es imprescindible. La gente necesita socializarse.

 

Para terminar, ¿cómo creéis que la literatura cubre las necesidades ante la vida frenética actual y qué lugar ocupa el cuento en ella?

J. M. M.- La Literatura está ocupada por enormes best sellers acorazados. Por otra parte, en España vivimos un momento estupendo para el cuento. Hay mucha gente joven escribiendo cuentos muy interesantes; hay actualmente un nivel inmejorable dentro del género.

J. P. A.- Es donde la literatura tiene más fuerza, la novela está acosada por el best seller, el cuento sin embargo es mucho más libre. Es un refugio para la literatura indispensable hoy en día.

 

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