2012: balance de un buen año
Los editores que han tenido que bregar con este 2012 que hoy expira lo recordarán como el año de la crisis, el aciago ejercicio en que las ventas cayeron un 20 por ciento, la piratería en Internet aumentó, algunas buenas librerías cerraron —como Rayuela, de Valladolid— o resultaron heridas de muerte —como Robafaves, de Mataró— y muchos de los títulos que lanzaron a la palestra regresaron habiendo obtenido una escasa, escasísima, resonancia.
Sin embargo, los lectores tenemos razones fundadas para recordar con agrado este 2012. Acaso sea cierto aquello de que el río revuelto es ganancia de pescadores, la verdad es que los pescadores de buena lectura hemos tenido suerte en el año que se va. Ha habido grandes títulos en las mesas de novedades, numerosos sellos independientes que han recuperado o descubierto autores y un buen número de debutantes dando sus primeros e interesantes pasos en el mundo de las letras. Hoy nos proponemos, sin ánimo de ser exhaustivos, repasar algunas de las propuestas más interesantes que nos dejó el 2012. No se alarme el lector si no encuentra en estas recomendaciones casi ninguno de los títulos que aparecen en las listas de más vendidos: esa es otra división. La literatura de verdad, sabemos los buenos lectores, discurre por otros derroteros.
Comenzando por la cosecha de premios, el 2012 fue propicio: Juan Francisco Farré (Herralde), Álvaro Pombo (Nadal), Lorenzo Silva (Planeta), David Tejera (Ateneo de Sevilla), Javier Calvo (Biblioteca Breve) o el sorprendente debut novelístico de Ian Gibson (Fernando Lara). El Cervantes recayó en José Manuel Caballero Bonald, cuya obra novelística lo merece por sí sola, aunque suela ser más reconocido como poeta o memorialista. Y el Nacional de narrativa, aunque rechazado, se le concedió a Javier Marías, uno de los grandes narradores de los últimos años en nuestro país.
Hablando de grandes narradores. Ha habido muchos en las mesas de novedades del 2012. Un año fecundo, pues ha dado nuevas novelas de algunos de nuestros autores vivos más solventes, como Juan Marsé, Luis Landero, Fernando Aramburu, Luis Mateo Díez, Arturo Pérez Reverte, Albert Sánchez Piñol, Lorenzo Silva, Javier Cercas, Clara Usón, Joaquín Pérez Azaústre o José María Merino.
El relevo está también asegurado en una magnífica cosecha de nuevos nombres, todos ellos autores de primera o segunda obra a quienes hay que seguir los pasos bien de cerca: Pablo Martín Sánchez (cuya El anarquista que se llamaba como yo, publicada por Acantilado, ha sido toda una sorpresa de final de año), Juan Soto Ivars (Siberia), David Vicente (Un pequeño paso para el hombre) o Ginés Sánchez (Lobisón).
Por último, el año Dickens, conmemorado a lo largo de este año en que se han cumplido dos siglos del nacimiento del novelista de omnipotente influencia en nuestro siglo XIX y aun hoy día, ha traído nuevas y magníficas ediciones, de las que seleccionamos algunas: una nueva edición de Casa Desolada (editorial Valdemar), una edición de lujo de Grandes Esperanzas, ilustrada por Ángel Mateo Charris (Galaxia Gutenberg), unas deliciosas Estampas de Italia, reflejo del carácter andarín y eternamente observador del escritor (Nórdica) o la reedición de una novela menos conocida, La pequeña Dorrit (Alba). Sin olvidar, desde luego, la magnífica biografía que Peter Ackroyd dedicó al autor, imprescindible: Dickens, el observador solitario (Edhasa)
No queremos terminar sin una lista de propuestas destacadas de lo que el 2012 ha dado de sí. Para rezagados o para amantes de los buenos libros, he aquí nuestra lista de imprescindibles:
Narrativa extranjera:
Ciudad abierta (Teju Cole)
Tú y yo (Niccolo Ammaniti)
Diario de invierno (Paul Auster)
La verdad sobre Marie (Jean-Philippe Toussaint)
Narrativa española:
Años lentos (Fernando Aramburu)
Aquella edad inolvidable (Ramiro Pinilla)
Los nadadores (Joaquín Pérez Azaústre)
Un buen chico (Javier Gutiérrez)
Y que el 2013 venga cargado de libros que dejen huella en nuestra memoria.