El teatro, un arma necesaria
Por FERNANDO J. LÓPEZ. ¿Una agencia de autores teatrales españoles?
Cuando lo escuché, a la salida de una de las funciones de mi último estreno –Cuando fuimos dos-, me pareció una auténtica locura. ¿Alguien quería apostar por el teatro que se escribe aquí y ahora? ¿Alguien estaba dispuesto a buscar voces de escritores jóvenes -lo siento, pero el adjetivo joven no pienso quitármelo en mucho tiempo- para formar un proyecto como este? Pues sí y ese alguien, llamado Julián Quintanilla, era -a su vez- un experimentado autor y director que sabe, perfectamente, la lucha que supone estrenar, publicar y difundir una obra dramática.
Aquí no gozamos del apego a nuestros textos que sí tienen los autores y lectores de la literatura francesa. Ni de la inglesa. Ni tampoco el riesgo y la experimentación de la comunidad literaria norteamericana. Aquí, en las tablas, os refugiamos en el éxito seguro -a ser posible, traducido- y, cómo no, en el clásico, de modo que salvo en los circuitos alternativos, cuesta encontrar textos de autores contemporáneos. Afortunadamente, salas valientes -y ya imprescindibles- como Triángulo o la Cuarta Pared invierten esa tendencia y permiten que se abran camino voces nuevas -como, en su momento, lo fueron autores de la talla de Caballero o Mayorga– pero faltan más ganas de apostar por obras que retraten el hoy. Faltan obras que devuelvan al teatro la función de agitación y convulsión social y emocional que ha tenido siempre.
Y no crean que estoy hablando de panfletos, ni de resucitar la polémica sobre el compromiso o su ausencia, sino del poder del teatro para revolver al espectador en su butaca. Ya sea desde el humor o desde el drama. Desde la tragedia o desde la emoción cómplice. Qué más da. Pero ese revulsivo no debería perder su capacidad de sorpresa ni, sobre todo, de retrato de una contemporaneidad que pasa desapercibida en el circuito comercial y que, poco a poco, parece que empieza a acercarse a los teatros públicos.
Por eso, una vez recuperado del shock, no dudé en decir que sí y sumarme a este proyecto (podéis ver más sobre él en este enlace) junto a autores a los que admiro tanto como Miguel del Arco, Juan Carlos Rubio, Pablo Iglesias, Alberto Conejero, José Ignacio Valenzuela y el propio Julián Quintanilla. Una plataforma de escritores que queremos hacer oír nuestra voz en un momento en que creemos que, pese a los continuos ataques que recibe la cultura (ivazo incluido), el teatro es hoy más necesario que nunca. Por eso, seguramente, no goza de apoyos políticos ni de privilegios gubernamentales sino, más bien, de todo lo contrario (es admirable la capacidad de revanchismo que, en ese sentido, está demostrando el Ejecutivo actual). Supongo que todo eso se a debe a que el teatro es un arma poderosa capaz de remover -palabra a palabra, gesto a gesto y silencio a silencio- nuestra conciencia.