La novela de tu vida: Teresa Petit

Por Teresa Petit*.

Germinal, de Emile Zola

Para los que nos gustan leer, escoger “LA” novela de nuestra vida no es tarea fácil porque implica, indefectiblemente, premiar a una y dejar en el camino tantas y tantas otras. Pero, por otra parte, sí creo que todos tenemos una novela especial, una novela que, seguramente, no será la mejor que hayamos leído, pero sí la que nos ha llegado más hondo, la que nos ha conmovido, inquietado, asustado, aquella que nos ha hablado más y mejor, la que recordamos siempre. Y, seguramente, muchos de nosotros hemos encontrado esa novela única, irrepetible, imborrable en la adolescencia cuando, limpios de cualquier expectativa, prejuicio o conocimientos previos, estamos ávidos de saber, de entender, de participar en un mundo adulto, y por eso dejamos abiertas de par en par las puertas de nuestros corazones y sentidos.

Sólo tenía 11 años la primera vez que oí hablar de Germinal, de Émile Zola. Estábamos en clase de Francés y nos tocó leer y comentar un fragmento de sus primeras páginas. Hasta entonces, la literatura había sido para mí una asignatura más; ese día algo cambió. Leer el despertar de la familia Maheu en plena noche, ese desayuno de agua maquillada con un poco de verdura, las interminables horas en una mina donde la explotación y crueldad no conocen límites, me impactó sobremanera. Al terminar la clase, fui a hablar con la profesora y me recomendó que esperara a leer la novela 3 ó 4 años. Ese San Jordi, mis padres me compraron una edición preciosa de Germinal y yo, obediente, esperé.

Recuerdo el ansia con que devoré las primeras páginas, la dificultad que me suponía adentrarme en un mundo tan ajeno al mío, pero ya no había vuelta atrás: necesitaba saber cuál sería el destino de los mineros y de sus familias, cómo acabaría la relación de Etienne y Catherine, qué pasaría con Toussiant Maheu. También me impactó hasta provocarme auténtica naúsea el charcutero Maigrat, que desde su posición de poder, abusaba y humillaba sexualmente a todas las clientas que no le podían pagarle. Pero, sobre todo, me sobrecogió cómo Zola consiguió describir, en esa situación tan adversa y dramática, la capacidad del ser humano de sobrevivir, de luchar, de amar. Algo de luz en un túnel tan estrecho y tan oscuro.

La literatura cobraba para mí todo su sentido: esas letras, esas palabras adquirían vida propia y yo, como lector, no podía ni quería permanecer ajena: las interminables y minuciosas descripciones de Zola nos incitaban al compromiso, nos pedían reflexión. Desde entonces, siempre le he pedido siempre lo mismo a una novela: que seamos cómplices, que me lleve donde quiera, con quien ella decida, que me haga reír, llorar, pensar, pero que nunca, nunca me deje indiferente.

* Teresa Petit es editora y responsable de los sellos infantiles y juveniles de Random House Mondadori.